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Mostrando entradas de junio, 2008

Un pensamiento de Heráclito

Hoy no tengo demasiadas ganas de hacer toda esa filosofía barata a la que os suelo tener acostumbrados, así que me he ido a la Agenda de San Pablo, he tomado la frase más corta que he encontrado en los días cercanos al presente, 27 de junio, y os la presento sin más: «Si no se espera, no se dará con lo inesperado» (Heráclito). Mira qué gracioso. Si no se espera, no se dará con nada, ¿no? ¿O hay que esperar lo inesperado, como dicen otros por ahí? De entrada, dejemos claro que no estamos hablando de esperar al autobús, sino de esas esperanzas que vienen a satisfacer anhelos íntimos y profundos. Si esperas, y tu esperanza es firme, está basada en sólidos principios, y no es una iniquidad para ti y para tus semejantes, es muy posible que la esperanza se cumpla. Pero a las esperanzas, a todas las esperanzas, hay que ayudarlas, poniendo los medios a nuestro alcance para su cumplimiento. Si no, se convierten en vanas utopías quiméricas e imposibles. Y aun poniendo todos los medios, a veces l

Manifiesto por la lengua común

Desde hace algunos años hay crecientes razones para preocuparse en nuestro país por la situación institucional de la lengua castellana, la única lengua juntamente oficial y común de todos los ciudadanos españoles. Desde luego, no se trata de una desazón meramente cultural –nuestro idioma goza de una pujanza envidiable y creciente en el mundo entero, sólo superada por el chino y el inglés- sino de una inquietud estrictamente política: se refiere a su papel como lengua principal de comunicación democrática en este país, así como de los derechos educativos y cívicos de quienes la tienen como lengua materna o la eligen con todo derecho como vehículo preferente de expresión, comprensión y comunicación. Como punto de partida, establezcamos una serie de premisas: 1) Todas las lenguas oficiales en el Estado son igualmente españolas y merecedoras de protección institucional como patrimonio compartido, pero sólo una de ellas es común a todos, oficial en todo el territorio nacional y por tanto só

Un pensamiento de Isabel Gómez-Acebo

Queridos amigos, buenos días a todos. Anoche, como viene siendo habitual los jueves, tuve que solicitar casi por escrito a unos jóvenes estudiantes provistos de vasos de plástico llenos de combinado y una especie de cigarrillos oscuros liados a mano que tuvieran la amabilidad de retirarse del acceso a las viviendas, si no les resultaba excesiva molestia. Dado que tuvieron a bien tomarme a choteo, me puse en contacto con los servicios municipales de protección al ciudadano, que me dijeron vagamente que ya irían a ver qué pasaba. Tal respuesta no me satisfizo suficientemente, con lo que me vi en la obligación de recordarle al agente sus funciones y desearle que lo que estaba ocurriendo en mi casa pasara también, todos los días del año, en la suya propia. Al salir de casa esta mañana, el efecto de ambos sucedidos era devastador. He tenido que sortear todo tipo de objetos (principalmente envases semivacíos) para salir de casa. Lo que me ha motivado a volver a llamar al servicio municipal,

Feria del Libro - Anecdotario (III)

Pero, ¡si es Carmelo Gómez! Fue el sábado 14 por la tarde. Firmaba Carmen Guaita su libro Los amigos de mis hijos. Es su primer libro, y era la primera vez que firmaba. Estaba emocionada. Y había convocado a muchos familiares y amigos para estar arropada en ese importante momento. Entre ellos, una sorpresa: el actor Carmelo Gómez, que es amigo de Carmen y de su familia. Pasó toda la tarde bien ante la caseta, bien en el paseo, frente a nosotros, bien en el chiringuito que hay justo enfrente. Las camareras del local, revolucionadas con su presencia, casi me riñen cuando les dije que estaba en mi caseta, que era amigo de "mi" autora. Logré que nos firmara un autógrafo dedicado a la editorial: en un marcapáginas que representa a una hormiga tumbada, el autógrafo decía: «De cigarra a hormiga, muchos libros y mucho teatro». Al día siguiente, busqué el autógrafo y había desaparecido. Sin darse cuenta, alguien lo dio como un marcapáginas más, sin percibir la firma en el dorso, o lo

Un pensamiento de Jacques Dupont

Saludos cordiales, mis queridos amigos. Ayer me pidieron que el de hoy fuera un pensamiento amable, divertido, sonriente. No sé si lo conseguiré, pero por si acaso, puedo comenzar con un pequeño chiste de temática afín a la empresa en la que trabajo, que leí ayer mismo: ¿Cuándo instituyó Jesucristo el sacramento del matrimonio? Cuando dijo: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». Ahora un poco más en serio, si es que se puede ser serio en momentos así, como este jocundo y buenhumorista tiempo en que nos ha tocado vivir. Me encuentro la frase-cita del día en la agenda de San Pablo, para un día como hoy, que es trece de junio, viernes, y se conmemora a san Antonio de Padua, santo portugués. Y dice así: «Sería absurdo lamentarse porque la comunidad no nos da lo que esperamos de ella si nosotros mismos no ofrecemos las cosas que la comunidad espera de nosotros» (Jacques Dupont). Dar a la comunidad lo que espera de nosotros para que nosotros podamos recibir lo que esperamos de la

Feria del Libro - Anecdotario (II)

Bloque dedicado a nuestros autores, que se han hecho amigos y tienen el detalle de ofrecernos su tiempo, su entusiasmo y su trabajo. Pero, ¡si somos compañeros! Conversación con Beatriz Roldán, autora de La perforadora que no quería hacer agujeros redondos, que se firmó 26 ejemplares. —¿Cuánto tiempo llevas trabajando en San Pablo? —Catorce años. —Ya son muchos. ¿Y qué estudiaste? —Periodismo. —¿En la Complutense? —Sí. —Claro, unas cuantas promociones detrás de la mía. —Pero, Beatriz, si soy mayor que tú; hemos nacido el mismo año, y como yo soy del 3 de enero, tengo que ser mayor que tú con toda seguridad. —Entonces, entonces... hemos tenido que ir a la misma clase. —Roldán, Santos... ¡Pues es verdad! (Y a partir de aquí, no transcribo, pues se sucede una larga lista de nombres para identificarnos, y un montón de detalles y curiosidades). Mientras, el goteo de firmas continúa y Beatriz las atiende con su mejor sonrisa y la inestimable ayuda de su hija Alejandra Fujuan, que imprime di

Un pensamiento de René de Chateaubriand

Buenos días. Hoy me ha despertado el despertador, cosa que no me gusta y no me sucede muy a menudo, ya que suelo estar despierto antes de que entone su molesta canción de carraca, esperando a darle un liberador manotazo. El manotazo se lo ha llevado, pero no es lo mismo levantarse despierto que levantarse como un zombi sacado de la ultratumba a empellones. Pero el mal humor inicial me lo mitiga siempre la chica que me vende el periódico, con su carita redonda, su larga y negra melena lacia, su dulce sonrisa y su peculiar «grasias». Y al llegar a la oficina y recibir el correo diario de Proverbia.net, ese mal humor inicial ha desaparecido, roto violenta y felizmente (¿puede la violencia ser feliz a veces?) con una gran carcajada. Este es, queridos, el motivo de que hoy la frase-cita tenga mucha retranca. Ved vosotros mismos el porqué de mi carcajada matinal: «No se debe usar el desprecio sino con gran economía, debido al gran número de necesitados» ( René de Chateaubriand ). Pues he aqu

Feria del Libro - Anecdotario

Sucedidos curiosos que nos ocurren y la mayor parte de las veces nunca quedan relatados. Voy a ir recogiendo estas anécdotas, principalmente las que me han ocurrido a mí, pero también otras. Este espacio se irá modificando a medida que la Feria avance, claro. «Es mi cumpleaños» —Oye, ¿cuánto cuesta este libro? (Un librito de frases y pensamientos minúsculo). —2,50, caballero. —¡Huy, qué caro! ¿Tienes los Evangelios? —Sí, mire, aquí los tiene. —¿Y me los regalas? (Cara de póker) —¿Cómo dice, señor? —¡Hombre, que me los regales!, que hoy es mi cumpleaños. (Cara de póker; el resto del público presente, me mira conteniendo la risa): —Pues, no lo siento, no se lo regalo. Si quiere se lo vendo, pero no se lo puedo regalar. —¡Pues vaya! (Se va, mientras el público presente me mira como diciendo: «Lo que tenéis que aguantar»). Papiroflexia La pregunta más repetida, año tras año, que nunca somos capaces de contestar afirmativamente y que siempre (y mira que son años sabiéndolo), nos descuadra: