Hola, corazones. El Año Nuevo viene cargaadito antes incluso de entrar: todos ponemos propósitos, peticiones, deseos, esperanzas, "ojalases", en el futuro más cercano, con la idea de que se haga realidad nuestro cuento de hadas. Un cuento de hadas que contrarreste las malas noticias, las experiencias frustradas, los apuros que el año que termina nos ha hecho vivir. Por eso hoy quiero proponer un brindis especial, que me proporciona la sabiduría de un hombre adornado por la santidad y la fe: Pongamos en manos del Niño Jesús las súplicas y las felicitaciones para el nuevo año (beato Santiago Alberione). Estamos en Navidad. Y en el año que nace, nuestras esperanzas son como el vagido de un recién nacido. Y ante otro recién nacido, el Niño Dios, es ante quien debemos poner nuestras peticiones y nuestra felicidad, como bien dice el padre Alberione. Feliz y venturoso año para todos.
Nacido para ofercer un Pensamiento para cada semana, con un comentario personal, diferente, quizá original, no renuncio a que vuelva a su ser. De momento, será una colección de textos y vuelcos personales de todo tipo.