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Mostrando entradas de junio, 2011

Un pensamiento de Napoleón Bonaparte

Hola, corazones. Leo en el periódico (y lo veo) que un conocido monumento centroeuropeo del que yo, en mi ignorancia, no tenía conocimiento, ha sido artísticamente decorado, o vandálicamente atacado, según versiones. Se trata de un grupo escultórico en bronce que representa, en ese peculiar estilo grandilocuente y magnificente de los años cincuenta, un grupo de soldados de allende el Telón en disposición de ataque. Y han sido transformados por un artista callejero, con las armas de los botes de pintura en aerosol, en un grupo de conocidos superhéroes de cómic americano. Aparte de la gracieta que puede hacerse con la transformación de unos valientes soldados en personajes de ficción, o de la metáfora política que puede extraerse del asunto, a mí me preocupa otra cosa. Muchas son las personas que han tenido la ocurrencia de hacer su reinterpretación de Las Meninas , por ejemplo. Algunas gustarán más, otras menos, pero el caso es que reinventar Las Meninas es, en sí mismo, mucho más que

Palabras bonitas

Acabamos de celebrar el Día del español en el mundo. Un día de homenaje y defensa de nuestro patrimonio más universal: la palabra. Y entre otras muchas actividades se nos ha propuesto votar la palabra favorita. Pero no entre todas las palabras de nuestro diccionario, no, sino entre treinta palabras, elegidas por treinta personajes de diversos ámbitos de la vida pública. Por eso, en un conjunto de palabras interesantes, había palabras que suenan a respuesta de miss, otras que parecían elegidas por algún revientaconcursos. Yo no voté. Lo hubiera hecho de haber podido elegir mi propia palabra, pero no estaba entre las candidaturas posibles. Así que, antes de decidir entre la importancia semántica de "Belleza" y la exótica sonoridad de "Querétaro", me callé la boca. Pero luego pensé que podía decir cuál es la palabra (una de ellas, estoy seguro de que todos podemos encontrar muchas palabras que nos parecen importantes y hermosas por múltiples razones). La palabra que me

Un pensamiento de Susanna Tamaro

Hola, corazones. Casi todos los días me viene a la cabeza por la mañana alguna música, que canturreo o tarareo hasta que entro en faena o me meto en vereda. Ya puede ser gregoriano o pop ochentero, un standard americano, una copla o una canción de autor, incluso ópera, pero el caso es que siempre me canto algo. Y hoy le ha tocado a esa canción que cuenta la historia de tres hermanos que salen, de uno en uno, «por la vereda a descubrir y a fundar, y para nunca equivocarse o errar» cada uno de ellos toma una determinación: mirar al suelo, mirar al horizonte o poner los ojos en ambos lugares a la vez. Los dos primeros caen, ya no recuerdo demasiado bien cómo (quizá golpeado uno por una rama que no vio, lastimado el otro en el pie por una piedra con la que tropezó), y el tercero quedó bizco. Y me pregunto si no me estará pasando eso. Cuando salgo de casa, por las mañanas, tengo que mirar al suelo, o al horizonte más cercano e inmediato, ya que corro el riesgo de tropezar con un bolardo (se

Feria del Libro (y 3)

¡Se acabó! Dieciséis días (bueno, en realidad yo sólo seis, los fines de semana). Oigo en las noticias que ha habido una media del cuatro por ciento menos de recaudación, y ¡¡¡¡¡menos lluvia que el año pasado!!!!! Mira que me entran dudas, que tengo yo unas fotos de este año la mar de aguadas... Gotitas de agua aparte (¡a millones!), euros más, euros menos (para haber estado en la última caseta de la Feria, la cosa no ha sido tan chunga como nos la pintaban), lo importante ha sido, siempre, el contacto con la gente. El contacto directo de la editorial con el público ("¡ah!, ¿pero no erais sólo una librería?"; "Y entonces, ¿ Paulinas y San Pablo son lo mismo o son dos cosas distintas?"; "¿Y sólo publicáis religioso?, ah, no, mira: Caperucita , Cosas de chicas , Magia ..."). El contacto del público con los autores ("Ah, pues es más guapa al natural que en la tele, fíjate"; "Me leo todos sus libros y eso que a mí no me gusta leer, tiene usted

Un pensamiento de Carmen Guaita

Hola, corazones. Tengo la necesidad de ser breve y menos críptico en la introducción y saludo de hoy, porque la semana pasada se me fue la olla de mala manera. Tengo ganas de ponerme a protestar por este mayo cuarentón que hemos tenido, que parece que acaba ya, y no porque tenga ganas de comenzar a pasar calor como un pollo sudoroso dentro del nidal, que no me gusta nada, sino porque tanta lluvia y tanta desapacibilidad cansa a cualquiera, y más si tienes que pasarte las tardes en la Feria del Libro intentando vender libros a los pocos valientes que se aventuran a quedar atrapados por la tormenta perfecta en el parque del Retiro. También tenía ganas de hablar del cansancio, sano porque es fruto del trabajo, y del trabajo bien hecho (está mal que me lo diga yo mismo, he decidido decantarme por el realismo en mi vida), del trabajo gratificado en el espíritu con las sonrisas de los niños, y adultos, que se llevan un libro o simplemente un marcapáginas, y de los autores que afirman bondado

Feria del Libro 2011 (2)

Parece que este año Meteoro , Zeus , Thor , Taranis y todos sus colegas han decicido hacer la guerra a los benefactores del libro y no dejan de zarandearnos con nubes, lluvia, truenos, relámpagos, chubascos, tormentas e incluso galernas y tifones en toda regla. Pero ahí seguimos, aguantando el tipo y acogiendo a la gente bajo nuestros toldos y en nuestras casetas para que puedan resguardarse de la ira de las nubes. En otras casetas, me consta, el toldo sirvió para resguardarse de la lluvia y entregarse a las carantoñas del amor. Conocidos y amigos Con los años, los «feriantes» nos vamos conociendo, y si no es un día es otro, acabas comprándole un libro de Gloria Fuertes a la chica de Torremozas , con sus preciosos ojos azules; comparando los productos de San Pablo y de Desclée de Brouwer con su vendedor; interesándote por las anécdotas que le suceden al divertido expositor del Ministerio de Justicia , o buscando desesperadamente a la chica de Akal (nunca la pillo). Y claro, nuestr

Un pensamiento de sir Francis Bacon

Hola, corazones. Viene el año refranero con mayeos y marceos, con meses de viento y agua y de flores ostentosos, y con junios de halda y capisayo (y como es amplia la sabiduría refranera como la pampa, la tundra y la jungla unidas en un tres en uno, habrá seguro adagio que contradiga lo que he dicho). Enrevesado y redicho que soy para decir que hace frío incluso en junio… Venga mayo como venga, no nos debe importar el tiempo más de la cuenta. Ni poco, como alguna cucurbitácea mal defendida allende nuestras fronteras o alguna solanácea semafórea (roja, amarilla o verde), ni tampoco demasiado, como a algunos el honor de su equipo de fútbol (que no conviene exagerar), sino simplemente lo justo. Así que, frío en rostro y lagrimita madrugadora descendiendo lánguidamente por mi rostro, afrontemos la frase-cita que hoy nos propone sir Francis Bacon de la mano de Proverbia.net (lo de la mano no creo que sea más que una expresión, ¿os imagináis a todo un ser británico conducido «de la manito»