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Mostrando entradas de marzo, 2010

Apresamiento

(Aunque el poema no es nuevo, creo que es un buen momento para recordarlo). Todo está oscuro esta noche, todo está frío. Bajo la luna, cortada su faz por las nubes, está temblando un hombre. Verde y plata en los olivos se hace opaco, lacerando en carne viva el aire crudo. Rojo y oro surca el rostro de la angustia. ¡Padre!, líbrame; mas no me libres, no hagas nada si tú no lo quieres. Temblor y sueño en los amigos oculta el miedo. ¡Angustiosa incertidumbre!: no saber qué esconde la tristeza oscura de su rostro. Sed amarga que el agua no aplaca. Un tumulto se aproxima. Ya la muerte acecha oculta tras un beso. Y Dios mismo queda preso. Desnudo escapa un muchacho.

Un pensamiento de santa Teresa del Niño Jesús

Hola, corazones. Esta semana vengo más tarde porque he tenido que ir a hacerme unas fotos un poco especiales, de esas que salen como negativos y se te ven hasta los huesos. Pero ya estoy aquí, dispuesto a daros la batalla de todos los viernes. Entramos en un momento especialmente intenso para la vivencia espiritual y sensible. Y para la artística. Entro en el topicazo cuando digo que si Sevilla es el fervor Valladolid es el recogimiento. Nada más envolvente que el sonido del silencio acompañando al Yacente de Gregorio Fernández en la noche del Jueves Santo. Pero yo hace años que no estoy en esas, pues paso de canto en canto, y de pronto estoy aclamando trompetero con mi nueva voz de tenor (ahora parece que ya sí suena bien) como me pongo dulce para afirmar ubi caritas est, grito desgarradamente que «no tenemos más rey que al césar» o exulto gozoso en interminables (y extenuantes) aleluyas. Vamos, que vivir la Semana Santa en un coro es una experiencia para la voz, para la piel (sobre

Un pensamiento de George Herbert

Hola, corazones. Ya sé que hoy es jueves, pero mañana es festivo y no trabajo, ¡y además de voy de viaje! Estaré todo el fin de semana, desde esta tarde hasta el lunes por la noche, en Alemania. Así que hoy tenemos que ser breves, que el deber me llama y el deseo de evasión me acompaña. Pasemos, pues, sin más preámbulos, a la frase-cita seleccionada para esta semana, que ha sido tomada de la magnífica Agenda San Pablo 2010, concretamente del 20 de marzo: «No todo resbalón significa una caída» (George Herbert). No tengo otra que felicitar a Jorge Heriberto por su claridad expositiva y por lo certero de su afirmación. Efectivamente, ya lo dice el refranero, ese constructo de sabiduría popular en el que una aseveración y su opuesto encuentran verosimilitud en el lenguaje corriente: «El que tropieza y no cae, avanza dos veces». [Un inciso: existe un divertido juego de palabras relativo a los refranes, que consiste en añadir a cada una de las dos partes del refrán dos expresiones según la

Un pensamiento de Francisco de Quevedo

Hola, corazones. Me gusta esa sensación de lagrimeo cuando el gélido aire matinal golpea mi faz, pero no me gusta la tiritona que, a renglón seguido, invade mi costillar. Me gusta el silencio percibido con rotundidad cuando me despierto, oscuro aún el entorno, pero no me gusta el momento en el que el despertador, insolente, abre en canal esa paz con su recordatorio de que hoy comienza un nuevo día. Me gusta, de verdad, aunque pueda parecer extraño, saber que he de levantarme nuevamente, que –ya lo he dicho– hoy comienza un nuevo día, pero no me gusta la facilidad con que soy capaz de convertir ese nuevo día en otro más, ¡y por si fuera poco lo hago sin darme cuenta! No me he avenado, ni estoy ideoso, ni han huido de mí los pocos atisbos de racionalidad, podéis estar tranquilos (o no, precisamente…). Es la frase-cita que el envío diario de Proverbia-net me ha remitido quien me ha puesto a deshojar la margarita del gusto y el disgusto, de la complacencia y el displacer. Una frase-cita d

Un pensamiento de Samuel Johnson

Hola, corazones. Según me dirigía, en el autobús (¡he dicho adiós a metrosauna y soy feliz!), al trabajo, se ha cruzado con nosotros, en la calle de Alcalá (pero no en la parte noble, antigua, sino ya bien pasada la Plaza de Bienes de Interés Cultural de la Ventas), un coche de la policía, a toda velocidad, con sirena y luces azules (en ese momento del día en que no sabes si es de noche o de día y la luz asoma entre nubes y tinieblas, las parpadeantes luces azules de la policía tienen un fulgor especial, único, casi mágico; quizá toda luz es mágica a esa hora, también la que sale tímida por las ventanas, tras las cortinas semiechadas…). Quiero contar una anécdota y me sale la vena lírico-poética, no tengo remedio. El caso es que el coche de la policía me ha provocado un no sabría muy bien decir qué. He pensado «Dios mío, que no sea nada grave, que lleguen a tiempo, que sólo haya sido un susto, nada más». Siempre que veo una ambulancia me santiguo mentalmente ofreciendo una especie de o