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Mostrando entradas de diciembre, 2012

Un pensamiento de Ralph Waldo Emerson

Hola, corazones   Último pensamiento del año, que llega, como siempre, en una época de mucha actividad y poco tiempo para sentarme a ver qué les escribo esta semana a estos señores tan amables que me leen o fingen hacerlo semana sí semana también. Sean indulgentes si hoy despacho la faena con dos pasos rápidos antes de meterme en la cocina a hacer helados y bizcochos y de salir luego a hacer las compras de paje sin alforja ni pecunia. Un momento, además, en el que debo siempre hacer introspección y balance. Tiempo propicio para ello es el fin de año, como también para enumerar los propósitos que inclumpliré en los próximos meses. Pero es que además, aunque no nací en una rivera del Arauca vibrador, sino en la Castilla del Pisuerga, sí nací en los albores del año, nada más pasar las resacas de las fiestas del matasuegras y el desmadre, el día después de la algazara de la conquista de Granada. Y eso me obliga y compromete, todos los años, a repasar mis días y mis años y darme cu

Tres poemas de Navidad

Hola, corazones   Menos mal que no me creo demasiado ninguna de las profecías que me llegan, porque si no, ahora mismo estaría en un trance complicado: según cierto calendario, esto se acaba y ya no tengo nada más que decir, y según el horóscopo que publicaba ayer el periódico, en un breve plazo de tiempo me caso y ya no tengo nada más que decir. Ya una amiga se encargó en una ocasión de propalar por mi oficina un falso rumor que me involucraba en un enlace nupcial. Sabiendo que el fax se recibía en recepción y que toda la empresa tenía acceso a él, mi compañera escribió el siguiente texto, con un cuerpo de letra normal hasta las últimas palabras, en las que cambió a una tipografía extrabold en cuerpo 72: «Aunque debería estar enfadada porque me he enterado por terceras personas, para que veas que las buenas noticias no me enfadan, sino que me alegran, ¡enhorabuena!, que seáis muy felices». Durante varios días algunas personas en la oficina me miraban de soslayo, como esperando

Feliz Navidad

Que la luz que irradia el Niño ilumine tu rostro y tu mirada, que su desnudez revista tu alma, que su sonrisa inunde tu corazón, que su llanto despierte tu conciencia. Y que nunca falte en tu vida el silencioso amor de su Madre, la atención de su padre en la tierra, la solidaridad de los pastores y de todos tus semejantes y el aliento callado del Padre. Feliz Navidad, de todo corazón.

Un pensamiento de William Faulkner

Hola, corazones   Finaliza poco a poco el año. Muchos dirán que ya era hora, que menos mal, que año tan fatídico y traidor debería correr más para irse, que está tardando. Ciertamente el año ha venido cargado de noticias cuando menos desagradables, que han llenado día sí día también las páginas de nacional, internacional, economía, sociedad y opinión de todos los periódicos. Los balances que ya comienzan a hacerse, los resúmenes del año, van a recordarnos todas esas noticias como si estuvieran aún tan vivas como el día en que se produjeron (algunas de ellas son noticias de larga duración, ciertamente).    El balance personal puede también parecer desolador. Muchos podremos hablar, en primera persona o como testigos cercanos, de sufrimiento, enfermedad, paro, problemas económicos, desamor, rencor, pérdidas…    Parece frívolo que llegue yo ahora diciendo que, aun habiendo sufrido yo mismo o muy de cerca alguna de las anteriores circunstancias, tengo que hacer un balance a

Un pensamiento de Montesquieu

Hola, corazones   En una semana tan fría, pocas cosas, aparte de encerrarme en casa, al abrigo de la calefacción (aunque la bomba de aire no es lo mejor, es lo que tengo) o bajo el confortable edredón. Todo han sido maquinaciones para estar más calentito. Por ejemplo, cocinando. Nada como un buen rato en la cocina, con la cazuela a fuego lento llena de un sabroso potaje en ebullición, o unas deliciosas albóndigas con tomate y un toque de canela, o un bizcocho subiendo poco a poco, tomando forma y miga, en el horno. Pero la satisfacción más grande no estriba en la factura de dichos manjares, ni en el calorcito tan rico que aportan cuando los haces o cuando los comes. No, lo mejor es compartirlos, y ver la cara de satisfacción de quien come contigo. Eso es grande y no tiene precio.   « Para ser realmente grande, hay que estar con la gente, no por encima de ella » (Montesquieu).   Esto que dice don Carlos los sabemos bien quienes hemos tenido la inmensa dicha de estar alg