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Mostrando entradas de 2015

Pensamientos sobre la paciencia

Me asomo a la ciberventana desde este mi mundo una vez al mes, o casi. No soy capaz de hacerlo, como antaño, semanalmente, cargado de mensajes positivos que repartir, con la boca henchida de palabras inventadas y juegos de palabras con intención de despertar una sonrisa en el intelecto. Ahora lo hago precipitadamente, a hurtadillas, queriendo acabar antes de haber empezado. No sé si es la prisa, o el cansancio, o la edad, pero las cosas han cambiado. Ahora tengo la sensación de que voy corriendo a todas partes (y eso que todavía no estamos en la vorágine navideña, que me deja siempre con la lengua fuera por más que me planifique con tiempo y una libreta), de que no llego nunca a ningún sitio, de que no doy abasto y de que todo me sale mal, tarde y deslavazadamente. Eso, si me fijo en mí, insignificante e infinitesimal parte del mundo. Más debería mirar el dolor, el drama, el sufrimiento, el miedo, la ansiedad, la angustia, la zozobra que se viven en tantas y tantas partes del m

Un pensamiento de Teresa de Jesús

Parece que va a ser una tradición que tarde casi dos meses en poder sentarme ante el ordenador con tiempo suficiente para escribir y tranquilidad para ordenar (si es que sé) mis ideas (si es que tengo). Esta vez, además, ni siquiera voy a hacer casi comentario ni relación de anécdotas o despropósitos. Poco más que homenajear a santa Teresa, de quien ayer cerramos su quinto centenario, reproduciendo una de sus frases. Que es tan clara como la santa, y no merece comentario, pues estropearía la sencillez y la franqueza de su prosa. « Procuremos siempre mirar las virtudes y cosas buenas que viéremos en los otros y tapar sus defectos con nuestros grandes pecados... tener a todos por mejores que nosotros » (Teresa de Jesús).  ¿A qué decir nada más?

Nuevos propósitos

Dos meses sin escribir una línea en el pensamiento de la semana. Se ha convertido en una semana más larga que las fantásticas semanas de aquel centro comercial, que las estira hasta los veinte o veintipico días… Excusas pongo, y excusas tengo: el calor sofocante, fuera y ¡mucho más, si cabe!, dentro de mi casa durante el mes de julio. El cansancio, el hastío, la hartura, el miedo a repetirme (que lo he hecho), a aburrirme y lo que es peor a aburrir a otros… Las vacaciones, que me han tenido ocupado en otros menesteres diferentes, más relacionados con la lectura, el alimento corporal (en Cantabria uno podría alimentarse casi exclusivamente de raciones de rabas), las relaciones familiares… La reincorporación al entorno laboral, que no me deprime, porque hace años decidí que no me dejaría deprimir por cosas que no están en mi mano cambiar y que tengo que aceptar sí o sí mientras no me toque la lotería, me salga otro trabajo más interesante y mejor pagado, o pegue un braguetazo (tres

¡Madre mía, qué calor!

Cada vez que llegan los calores del verano no puedo menos que evocar a mi padre sentado en el sofá de casa, sin atreverse a hacer el más mínimo movimiento más que boquear y resoplar. Cada vez que llegan los calores del verano me doy cuenta de que todo es susceptible de ser heredado, y de que es un honor parecerse a sus mayores. Cada vez que llegan los calores del verano no hago otra cosa que no sea quedarme quieto en el sofá de mi casa, a oscuras casi, boqueando y sin atreverme a levantar un dedo por no provocar un peligroso aumento en los niveles de sudoración… Del calor vamos a hablar, que es un tópico fantástico y un manido recurso de ascensor. « El sol no espera a que se le suplique para derramar su luz y su calor. Imítalo y haz todo el bien que puedas sin esperar a que se te implore » (Epicteto). No sé si el sol espera realmente a que se le suplique o no para derramar su luz y su calor. Creo más bien que nos pone a prueba: en febrero o marzo, a más tardar, saca sus rayi

Feria del Libro 2015

C3 PO con agujetas... Me pilló este año la Feria del Libro casi por sorpresa con un lumbago a cuestas y cierta dificultad de movimientos. Y el hecho de cargar y descargar cajas de libros, ubicar cada uno en su correspondiente estantería, pegar carteles, rellenar expositores, distribuir los folletos de propaganda, los marcapáginas y los regalos varios en los espacios más accesibles para el personal, etcétera, me obligaron a hacer mucho ejercicio sometido a las normas de corrección postural: agáchate y levántate con la espalda recta, con los pies bien apoyados y flexionando las rodillas. Al día siguiente, mientras bajaba las escaleras de mi casa para ir a la inauguración de la Feria, entre el lumbago y las agujetas de los muslos tenía menos movilidad que C3 PO ... Pasó la Reina Pasó la Reina Doña Sofía muy cerca de nosotros: venía el séquito por nuestro lado del Paseo, pero al llegar casi a nuestra altura, frente al Pabellón Infantil, una mujer vestida de rosa, alcaldesa

Sobre libros y escritura

Estoy de nuevo en un momento en el que los libros pueblan mi vida. Hace menos de quince días que firmé el contrato de mi segundo libro, Momentos twitter, del que vi la portada pocos días después y del que hoy viernes he recibido el primer ejemplar. Ya me he hecho mi camiseta promocional (única en el mundo: nadie más que yo tiene una camiseta con la portada de mi libro, y creo que nadie más que yo querría tenerla), y ya tengo apalabrado, para el sábado 30, mi turno para firmar ejemplares en la Feria del Libro . Feria del Libro en la que participo también, como todos los años, como librero-editor-vendedor, o como feriante, vamos. Tres semanas en las que no paro, no descanso, pero que suelen aportarme momentos muy intensos, interesantes y divertidos. Momentos que en principio, salvo que mi lumbago me lo impida, espero disfrutar a tope. Pero es que hay más: el pasado 15 de mayo recibí, vía Facebook, la noticia de que he sido citado en la dedicatoria de un libro, porque la ilustrado

Notas en el cuaderno de mi Madre

Hace mucho que no escribo nada en el blog. Yo no quiero esta vez comentar una frase, o un texto, o un poema. Hoy quiero rendir un especial homenaje a mi Madre, a toro pasado, pues ya hemos celebrado el Día de la Madre. Le voy a rendir homenaje reproduciendo algunos textos que ella anotó en un cuaderno, textos que seleccionó porque los consideraba importantes. Confieso que la primera vez que vi el cuaderno lloré intensamente: dos de esos textos eran poemas míos. Si, como dice Gonzalo Rojas, uno debe amor a su madre porque es viento nacido de su roca y de ella ha aprendido hablar su lengua, el hecho que una sola palabra mía haya vuelto a su corazón hasta querer retenerla en la página de un cuaderno para poder releerla, me tiene aún sobrecogido. Los que siguen son algunos, no todos, de los textos que contiene ese cuaderno, que dice mucho más del corazón de mi Madre de lo que yo nunca seré capaz de expresar. « ¿Existe algo más admirable para dos almas que la sensación de unirse pa

Un pensamiento de Martin Luther King

A veces, cuando leo el periódico por la mañana temprano (sí, yo soy “ese” que va en el Metro con un arcaico medio de comunicación impreso en papel que te impregna los dedos de tinta, el único en medio de tanto lector de tablet, o de aifon, o de aipad, o de aicrash, o de móvil… yo soy “ese dinosaurio” que lee periódicos en papel). Vuelvo: A veces, cuando leo el periódico por la mañana temprano, y me encuentro con noticias que me sorprenden, me llaman la atención, me interpelan o me ofenden, se me ocurren cosas ingeniosas. Cosas ingeniosas que nunca apunto, que nunca acaban formando parte de mi vida en mi facebook, en mi noutpad (que no tengo), o en mi túiter. Cosas ingeniosas que podrían ser mi respuesta a las estupideces que han despertado mi ingenio.  Solo por poner un ejemplo: el representante de un país, de visita en el nuestro, se permite decir que existe un tercer país que se basa en un sistema de discriminación y “necesita ser eliminado”. ¡¡¡¿¿¿Y nadie se escandaliza???!!

Detenerse o avanzar

Decir que me he quedado helado es poco, mirar a un punto vacío en la nada inmediata con incredulidad, sacudiendo la cabeza y deseando no haber oído lo que han dicho, no basta para expresar la mínima parte del estupor que ha invadido cada poro, cada neurona, cada célula de mi cuerpo. Toda mi fibra sensible no es suficiente para amortiguar la estupefacción que me ha invadido. ¿Qué puede pasar dentro de un cerebro, a qué estado de vaciamiento llegar un alma para que de mirarse tanto el ombligo y tan poco hacia fuera no le resulte abominable buscar la propia muerte llevándose por delante otras vidas? No me queda más recurso que poner en otras manos más poderosas que las mías toda esta mi zozobra. Ignoro lo que ha podido pasar, sufrir, vivir, imaginar, creer y descreer una persona para llegar al estado en el que una acción semejante es asumible, factible, realizable y… desgraciadamente realizada. Lo ignoro. Pero me da miedo, mucho miedo, pensar que nadie está libre de que las cosas

Un pensamiento de Anna Frank

Es algo que me ocurre con cierta frecuencia: cuando estoy estresado, nervioso, preocupado, cansado, asustado, deprimido (y algún que otro estado más) en un grado mayor del que puedo soportar sin quejarme [cosa que ocurre casi enseguida: en el grado cero coma dos de la escala de Richter ya estoy protestando…], cuando estoy así, digo, acudo a una tienda y me compro algo. O lo intento. Tengo varias opciones, dependiendo de dicha escala: las colonias y las corbatas, que son productos a las que no miro el precio, solo las compro cuando estoy a punto de beberme, directamente en la jarra de la batidora, un gazpacho mezclado con barbitúricos… Normalmente me conformo con una pulserita de a tres euros, una camiseta o una camisa original (ponga usted las comillas a la palabra original). Me debe de estar pasando esto mucho últimamente, porque llevo dos camisas así en las últimas tres semanas. Quizá también se deba a que he pasado la temporada de rebajas encerrado en casa, bien trabajando, bien