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Mostrando entradas de diciembre, 2011

Un pensamiento de Henry Frédéric Amiel

Hola, corazones. Que ya está que esto se acaba y la suerte está echada, como la jalea en el acta (¿no era así?). Haced vuestros propósitos para el año que viene y pensad, siempre, siempre, que lo mejor está por venir, y que lo peor que nos va a ocurrir es lo mejor que nos ha pasado en este dosmilonce. Y por favor, dejémonos de felicitaciones recortadas. Que aquello tan cursi de feliz salida y mejor entrada es como desearle al otro que sea feliz sólo en el momento de traspasar la puerta, sea entrando o saliendo, de cualquier sitio. Vamos, que en tu casa no seas feliz, sino sólo cuando entras o sales; que en tu curro no seas feliz, sino sólo cuando entras o sales; que en el supermercado no seas feliz, sólo cuando entras o sales, y así en cada sitio que tenga puertas. ¿Y en el campo, al que no se le pueden poner puertas, no se puede ser ni feliz ni infeliz? Pues vaya un deseo, una felicitación recortada. No vale. Vamos a proponer hoy una frase-cita sin comentario, o con breve comentario.

Un pensamiento de Manuel Mandianes

Hola, corazones. En plena vorágine de poinsetias, comidas, adornos, belenes (misterios: no pierdo demasiado tiempo en plagar la casa de pastores, ovejas, castillos herodianos o tradicionales figuras en hedionda pose), reintegros, brindis, obsequios y envoltorios, y aún con la sensación de que voy corriendo a todas partes y a ninguna llego a tiempo, a pesar de disfrutar de las tardes libres durante dos semanas, tengo que reconocer que la Navidad, que ya está aquí (en centros comerciales casi se acaba ya, que tienen que montar las rebajas, no vaya a ser que nos escapemos), me hace sentir bien. Creo, en el fondo, y lo digo con sinceridad y con mucha modestia, no me he perdido del todo en el envoltorio, y sigo sabiendo, saboreando, algo de la sustancia de la fiesta. Por eso la frase-cita de hoy, tomada del periódico del día, de un artículo de tribuna firmado por un antropólogo, un artículo que aún no he leído pero que leeré en cuanto encuentre un hueco. Frase-cita que casi no va a ser come

Un pensamiento de Lu Xun

Hola, corazones. En este tramo final del Adviento en que se nos habla de caminos, montes allanados y vientres preñados, de visitas y saludos, de esperanza, en definitiva, no quiero yo ser menos y saludo con gozo esperanzado una nueva etapa de mi vida. Nueva etapa que si bien en nada se diferencia del día de ayer, tiene como principio una sonrisa, materna, como hacía tiempo que no veía. Con ella, con la sonrisa en la retina, comienzo hoy, pues, una nueva andadura en la vida, o continúo mi andadura y mi camino, pero armado con la esperanza y escudado con la familia. Y de esperanza hablamos hoy también con nuestro frase-citólogo de hoy, un hombre llamado Lu Xun , del que no sabía nada hasta ahora mismo (y eso que su frase-cita ilustra el día de hoy en la excelsa Agenda San Pablo 2011 ). «La esperanza no es ni realidad ni quimera. Es como los caminos de la Tierra: sobre la Tierra no había caminos, han sido hechos por el número de transeúntes» (Lu Xun). Bueno, pues resulta que este buen Lu

Un pensamiento de Felicité de Lamennais

Hola, corazones. Una semana pontifical, por los puentes lo digo, no por la cátedra, tiene como añadidura otro Pensamiento enlatado. Las dificultades del «ahora trabajo ahora no, ahora sí, ahora no, ahora estoy en casa, ahora estoy en la calle, ahora en la oficina, ahora ya ni sé dónde me ando», han provocado en mis horarios un pequeño caos. Vuelvo, pues, a ofreceros, en contra de mis principios, un producto menos fresco. Pero hagamos una pequeña defensa del producto enlatado o, por extensión, del envasado. Tomemos, como ejemplo, el cardo. Un cardo fresco da muchísimo trabajo, hay que limpiarlo y prepararlo, y eso lleva mucho tiempo, es un proceso costoso y mancha una barbaridad. El cardo congelado es una opción, pero a veces algún trozo sale algo más duro y fibroso y echa a perder el plato. El cardo envasado está listo, casi sólo hay que calentarlo, o prepararlo en diez minutos con unos taquitos de jamón y unos piñones, y está exquisito. Y total, como yo soy un cardo, mejor que esté bu

Un pensamiento de Diego Saavedra Fajardo

Hola, corazones. Por segunda semana consecutiva llego algo tarde a mi cita de los viernes, y lo hago además con producto «enlatado», ya que no puedo por la mañana dedicarme a la fresca reflexión a la que acostumbro. Dos semanas ocupado en lo mismo, pero con distinto signo. Hoy el cansancio, que sigue existiendo, cede espacio a la esperanza. No en vano estamos en Adviento. Y aunque sigo tomando partes desagradables del pollo, vuelven también remotos aromas de pepitoria. Escribir productos enlatados puede favorecer, quizá, un razonamiento más pausado y lógico, una ilación de pensamientos más coherente y una exposición terminológica y conceptual más precisa. No sobre mi persona, ya que no soy así, primero, y escribir enlatados no significa hacerlo con tiempo, sino, igualmente, a matacaballo y con el portátil sobre las rodillas (que a la larga resulta harto incómodo). Así que ataco la frase-cita, tomada de Proverbia.net , y a ver qué pasa: «No está la felicidad en vivir, sino en saber vivi