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Mostrando entradas de febrero, 2012

Un pensamiento de Charles Dickens

Hola, corazones. No tengo hoy ninguna anécdota especial que contar, no me ha pasado nada en el autobús, ni me he caído, ni he visto a nadie raro haciendo nada raro delante de mi rara percepción. No hace ni frío ni calor ni tengo dolores o sensaciones diferentes de las de otros días o de algún modo calificables como especiales. Hoy es «uno de esos días» (vaya, me ha salido expresión de anuncio) anodino, normal, corriente. Ya llegará, como dice el agorero. Pues si llega, que sea el día en que los números que salen de la bola del sorteo de la ONCE coincidan con los del cupón que llevo, respondo. En fin. Y como no tengo nada que contar, resulta que casi tampoco tengo frase-cita que comentar. He estado mirando las de Proverbia.net de esta semana y no hay ninguna que me inspire grandes comentarios. La única que me ha provocado una mínima respuesta es esta, de tipo personal, propuesta por el twisteano Dickens : «No está en mi naturaleza ocultar nada. No puedo cerrar mis labios cuando he abier

Un pensamiento de Ralph Waldo Emerson

Hola, corazones. Varios acontecimientos relacionados con los libros me mueven a elegir esta semana un pensamiento o frase-cita dedicado a los libros. Desde el pasado martes obra en mi poder un ejemplar de mi último «hijito» (así comencé a llamar, cuando entré a trabajar en la editorial, a los libros que hacemos; con el tiempo he pasado a llamar sólo «hijos» a aquellos con los que, por una u otra razón, me siento especialmente unido y me han dado tanto trabajo como satisfacciones); se trata del Diccionario de Iconografía y Arte Cristiano , al que he estado dedicado y casi atado durante varios meses. En la misma remesa de novedades ha aparecido también el Vía crucis con los jóvenes , que contiene los textos del vía crucis celebrado el pasado mes de agosto durante la JMJ y que está ilustrado con fotografías de los pasos de Semana Santa que protagonizaron dicho acto; las fotografías son de un docto y renacentista amigo mío, CMB , cuyo blog puede y debe ser consultado todos los martes (véas

Un pensamiento de Georges Sand

Hola, corazones. La conjunción de buenas personas me ha permitido hoy arañar unos minutos a la mañana y pasar más tiempo aquí, delante de la pantalla, que esperando en la desangelada marquesina de autobús junto a los bomberos. Se lo debo a dos conductores de autobús, uno de los cuales acelera para pegar el morro de su vehículo a la trasera del otro y me abre la puerta de delante, mientras el otro, paciente, vuelve a abrir las puertas al ver que me apeo y emprendo los cuatro metros lisos como si fuera a ganar una medalla de oro olímpica. ¿Cómo he conseguido esto? La verdad, no creo que el mérito sea mío, sino suyo, pues son dos buenas personas, buenos profesionales, que tienen, además, la capacidad de ponerse en la piel del otro, de apiadarse de otras personas (en este caso de mí, pero he visto que hacen también con otros viajeros/usuarios y colijo que también harán lo mismo en otras esferas de su vida). Yo sólo les he inspirado lástima y les he pedido ayuda. Ellos han hecho lo demás. P

Un pensamiento de Andrea Riccardi

Hola, corazones. La negatividad y el pesimismo han llegado a invadir hasta el aire que respiramos, sobre todo en la calle. Eso se desprende, al menos, de los mensajes que nos lanzan los meteorólogos y que repican los medios de comunicación. Hace frío, como ha hecho muchas otras veces en la minihistoria de la humanidad y en la maxihistoria del planeta Tierra. Pero ahora a los grados que indican frío, o mucho frío, los llamamos «grados negativos» (¿son pesimistas, son agoreros, son tremendistas?), frente a los «grados positivos». ¡Con lo bonito que era antes, cuando nos decían que había «grados bajo cero»! Que hasta había películas y canciones que utilizaban esa expresión (amor, amor bajo ce-e-ro-ooo, cantaban Los Cinco Latinos mientras Tony Leblanc intentaba ligarse a Concha Velasco ). A mí me gustaba más eso de «bajo cero» que la fría expresión matemática de menos un grado (si pasamos de quince grados de máxima a menos un grado de mínima nos quedan catorce grados, ¿no?). Y desde lueg