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Mostrando entradas de 2010

Un pensamiento de Santiago Alberione

Hola, corazones. El Año Nuevo viene cargaadito antes incluso de entrar: todos ponemos propósitos, peticiones, deseos, esperanzas, "ojalases", en el futuro más cercano, con la idea de que se haga realidad nuestro cuento de hadas. Un cuento de hadas que contrarreste las malas noticias, las experiencias frustradas, los apuros que el año que termina nos ha hecho vivir. Por eso hoy quiero proponer un brindis especial, que me proporciona la sabiduría de un hombre adornado por la santidad y la fe: Pongamos en manos del Niño Jesús las súplicas y las felicitaciones para el nuevo año (beato Santiago Alberione). Estamos en Navidad. Y en el año que nace, nuestras esperanzas son como el vagido de un recién nacido. Y ante otro recién nacido, el Niño Dios, es ante quien debemos poner nuestras peticiones y nuestra felicidad, como bien dice el padre Alberione. Feliz y venturoso año para todos.

Feliz Navidad

Quiso a los hombres Dios entregarles un regalo y pensó cómo envolver la mirada de su amor. Y era tan grande aquel don que no halló lazo ni caja ni envoltorio ni papeles que pudieran abarcarlo. Y entonces se le ocurrió que amor con amor se da. Y en el amor verdadero de su Madre nos lo dio, y en un portal de madera, entre pajas y animales, en un niño con pañales vino al mundo el mismo Dios.

Un pensamiento para la Navidad

Hola, corazones. Llega la Navidad. Soy el primero que va corriendo a todas partes y vive este tiempo con una especie de agobio permanente, pero también con mucha alegría y muchas ganas de vivir. Comparto el pensamiento de Benedicto XVI que el editor de la Agenda San Pablo 2010 escogió para el 24 de diciembre: «En la actual sociedad de consumo este período sufre, por desgracia, una especie de “contaminación” comercial, que corre el riesgo de alterar su auténtico espíritu, caracterizado por el recogimiento, la sobriedad, una alegría que no es exterior, sino íntima». No demos tregua a semejante alteración y vivamos la Navidad abiertos al mundo y a la gente, con espíritu festivo y amable, pero también con recogimiento; reuniéndonos para comer y beber, compartiendo y regalando, pero con sobriedad, y celebrando y disfrutando con alegría exterior, pero también íntima. Si hacemos esto, seguramente nos ocurra lo que afirma, con la rotundidad que sólo los que lo experimentan pueden emplear, el s

Un pensamiento de Pablo Picasso

Hola, corazones. Me encanta la Navidad, vaya por delante mi pasión por este tiempo en el que todos vamos con la sonrisa puesta… y la velocidad impresa en el rostro. Me gusta hasta el frío que la acompaña (sí, ya sé que en otras latitudes la Navidad puede ser más «playera», pero aquí, y en muchos otros lugares del hemisferio norte, toca frío, y mucho, como hoy). Lo malo que tiene este tiempo de Navidad, que litúrgicamente todavía no ha comenzado y económica o comercialmente está casi en su cénit, es el exceso de mal gusto que lo caracteriza. Hordas de osos articulados ataviados con ropajes tópicos (que no típicos) y rodeados de monumentos que identifican un país por sus estereotipos más burdos atruenan los oídos de cuantos tienen la desgracia de pasar a medio kilómetro de un centro comercial; versiones ratonescas, gritonas, desafinadas y horteras de las más exquisitas melodías navideñas se desgañitan en la megafonía de centros comerciales, tiendas, emisoras… Miríadas de cintas de peludo

Un pensamiento de Gilbert Keith Chesterton

Hola, corazones. Vengo todavía con la boca abierta y la lagrimilla (que yo soy muy sensiblón) asomando al borde del párpado. Y con la incredulidad en el corazón. Por eso hoy he tenido que buscar en Proverbia.net la frase-cita que me ayude a pasar este trago que me dio anoche el telediario (trago mayor, si cabe, que el disgusto que me llevé la semana pasada cuando, mientras planchaba y veía la tele a la vez, anunciaron en Madrid Directo que el espacio aéreo quedaba cerrado y que, como así fue, tenía que buscarme la vida y perder horas, dinero y sueño): la mejor representación de la seriedad, la reciedumbre, la sobriedad, la salud, la simpatía, la sencillez, la humildad y la nobleza en el deporte, ha sido detenida y puesta en libertad con cargos. Como dice Magdalena en La venganza de Don Mendo : «Heme quedado de estuco», de verdad. «En el asombro hay siempre un elemento positivo de plegaria» (Gilbert Keith Chesterton). Según la RAE , de quien esperamos pronto un nuevo presidente, asomb

Un pensamiento de Marcel Proust

Hola, corazones. Ya no recuerdo cuándo comencé a enviar, primero por correo, luego también a través de este impresionante y elegantísimo blog (¡gracias, santa Audrey !), estos estrafalarios comentarios a frase-citas de sonados personajes (¿famosos o locos?, quílosá). Recuerdo, sí, cómo fue: envié una frase y una persona me contestó, sin darse cuenta de que al mismo tiempo nos estaba contestando a todos; a continuación recibí todo tipo de comentarios. La cosa me pareció tan divertida que decidí continuar a ver qué pasaba. Y lo cierto es que, aunque la cantidad de los comentarios no es apabullante, la cosa parece que ha seguido funcionando. ¿A qué viene todo esto? A que no sabía cómo empezar, pero sí qué frase-cita quería comentar esta semana: «Ciertos recuerdos son como amigos comunes, saben hacer reconciliaciones» (Marcel Proust). Se trata de una frase-cita amiga, amable, buen rollista (¿rollista, rollera, rollitera…?), pronunciada (o escrita, no sé bien) por Marcel Prus (o Majsel Pju

Bailando bajo la lluvia

Bailando bajo la lluvia es el título de un disco. Lo presentamos el día 30 a la prensa, y la crónica de cómo fue la presentación se puede leer en el Blog de SP en RD. Pero me gusta también hacer mi comentario más «personal» del asunto. Miriam Fernández es una chica de 20 años, bastante guapa, con una fuerte personalidad forjada entre las adversidades y el amor de Dios. Adversidades que no son, en absoluto, banales. Una chica que decide ser cantante y se prepara para ello, que se presenta a uno de esos concursos para descubrir estrellas y lo gana. Una chica que se dedica a participar en todo tipo de eventos para dar a conocer sus canciones y su mensaje («la mayoría de las barreras están en nuestra cabeza y somos nosotros quienes podemos hacer que un problema nos hunda o, por el contrario, nos ayude a crecer», dice). Una chica que, después de mucho luchar, ha conseguido su propósito: grabar un disco. El disco se titula, ya lo he dicho, Bailando bajo la lluvia , y suena muy pop, muy de

Un pensamiento de Jules Renard

Hola, corazones. Hace frío. O no, según se mire. Cero grados. Algunos dicen que eso no es ni frío ni calor. Quien ha tenido experiencias de frío intenso, quien ha vivido en lugares en los que los cero grados son incluso acogedores, no hace tanto frío. Bueno, puede que tengan razón. Siempre puede hacer más frío, como en Siberia, por ejemplo, o Chicago, o Teruel, incluso... Y no es lo mismo el frío por la calle al salir de casa, bien abrigadito, que el frío por la calle después de haber pasado por un autobús a sesenta grados y repleto de gente (ayer, sin ir más lejos, tuve una sensación de langostino cocido que aún no ha desaparecido del todo). Pero no era eso lo que quería decir del frío. Era un detalle, más romántico, quizá, que ya he mencionado otras veces. Y es que cuando uno va caminando, bien abrigado, con su bufanda al cuello y sus guantes protegiendo las manos, y recibe en la cara una ráfaga de ese aire de la mañana, frío como sólo puede serlo en estas fechas, una lagrimita brota

Un pensamiento de George Herbert

Hola, corazones. ¿Qué se puede contar de extraordinario cuando todo lo que nos ocurre son cuestiones no ya consuetudinarias, sino incluso ordinarias hasta rayar la zafia tosquedad de lo rudimentario? (Redundante en mi empeño de volver sobre el mismo concepto en una espiral estoy). Nada, salvo que la vida, casi siempre, está llena de cotidianeidad, esa que, a fuerza de repetir, no vemos o no valoramos. La cotidianeidad de tener una cama (¡hoy me traen la nueva!) y de poder acostarte en ella, tan a gustito bajo el edredón y levantarte horas (pocas) después. La cotidianeidad del café, con su vigorizante aroma; del zumo, con su vitamínica acidez; de la ducha, con su tonificante efecto sobre cuerpo y mente; de la colonia, con su envolvente fragancia, que me seduce hasta hacer que me persiga a mí mismo para no dejar de percibirme. La cotidianeidad de la quiosquera, que te da los buenos días, independientemente de que te anuncie algún día que no puedes leer desgracias en el autobús porque el

Un pensamiento de Thomas Jefferson

Hola, corazones. El tiempo apremia, pues debo hacer un montón de cosas antes de que, dentro de un ratito, suene el teléfono y me recojan a la puerta de casa (hay días especiales, en los que uno tiene privilegios, aun cuando esos privilegios no sean más que una modificación de la rutina). Quiero decir con esto que las circunstancias me obligan a la brevedad. Como me obliga también la frase-cita (y me ha venido como anillo al dedo o sandalia al pie) que, seguramente no por casualidad, pues hasta la casualidad tiene una explicación si uno quiere aceptarla, me envió ayer mismo, premonitoriamente, Proverbia.net . Dice así: No hay talento más valioso que el de no usar dos palabras cuando basta una (Thomas Jefferson). Perdonad que no use las comillas francesas (¿son las francesas?, siempre me hago un lío con los nombres de las comillas), pero estoy en el portátil, y como no soy ducho en Santísima Informática Trinitaria, no sé cómo ponerlas (y las comillas "voladas" me espantan). Dic

Un pensamiento de Walter Scott

Hola, corazones. Ando hoy que no me hallo porque duermo sin dormir en mí y tan profundo sueño espero que desespero porque no espero. No es del todo cierto, pero quiero ponerme teresiano, que siempre me ha sonado muy bien, como muy mía de mis adentros más íntimos, esa especie de contradictio animae tan tereabulense. En realidad, he dormido bastante bien, y me he levantado con el despertador, y no antes, como suele ser costumbre, con lo cual he derribado de un manotazo todo cuanto había en la blanquinívea mesilla de noche (lo de blanquinívea se refiere a su color, albo, pero también a su minúsculo tamaño, propio de la casita del bosque donde la bella dama se refugió de las inquinas de su hermosa y a la vez malvada madrastra). Esto, como el hecho de no encontrar el periódico en el quiosco (¿por qué el periódico que yo compro es el único que llega después que yo pase a saludar a la quiosquera?) y de tener que correr, contra toda prescripción médica, calle Alcalá abajo para no perder el au

Un pensamiento de Hodding Carter

Hola, corazones. Morral o zurrón, talega o faltriquera, costal o cartera, macuto o bandolera, mochila o mariconera, lo cierto es que no es la primera vez que un hombre utiliza una bolsa o contenedor para portar sus pertenencias personales en sus desplazamientos cotidianos. Ahora se les llama «bolso de caballero», y poco a poco he acabado sucumbiendo al asunto. Aún no estoy muy seguro de ello, y me veo raro, y me siento extraño, como si llevara algo ajeno a mi ser, y pienso en mi fuero interno que todo el mundo me mira al cruzarse conmigo y se sonríe una vez ha pasado a mi lado. Me ha costado mucho decidirme, y ha contribuido a ello la prohibición facultativa de llevar nada en los bolsillos traseros del pantalón para preservar mi nervio ciático. Y he mirado muchos antes de decidirme: el modelo «aventurero en el Gobi» o «explorador en las riberas del Uele» no van mucho con mi personalidad urbana y acomodaticia; los modelos «extrafashion guay», «superdiseño megamolón» o «y qué más da si v

Un pensamiento de Blaise Pascal

Hola, corazones. Ya lo tengo dicho en mi Facebook : «De nuevo en la poesía mística enfrascado ando...», con esa especial y poética manera de desordenar o reubicar las palabras en su orden más sonoro y efectista. Y esa elevación me tiene como me tiene porque hallo lo que no hallo y duelo lo que no duele. Y ganas pocas ostento de comentar hoy la frase ni de darle al vil teclado más sustancia que la justa para terminar temprano. Así que, ¡hale, al grano! «Muy débil es la razón si no llega a comprender que hay muchas cosas que la sobrepasan» (Blaise Pascal). ¿Cualo, lo qué? ¿Cómo? Pero, ¿qué dice? Nontiendo niente, Blas Pascual . ¿Será entonces que mi razón es fuerte? Mira que lo dudo. No me está invitando Blas a no preguntarme nada, a no indagar soluciones, a no buscar la verdad. No va por ahí la cita. Más bien –intuyo, colijo– lo que busca nuestro amigo es que dejemos pasar, cuando raciocinio y mente nos quieran aconsejar, a la duda, a la pregunta, a la fe y a la esperanza, al amor y a

Un pensamiento de Will Durant

Hola, corazones. ¿Qué fue antes, la gallina o el huevo? ¿Qué fue antes, la contractura o la hernia? No, no es mi intención quejarme lastimeramente para levantar compasión en vuestros generosos y solidarios corazones. Simplemente, constato que ni hernia ni contracturas, ni siquiera espolones, son lo primero. Antes de eso viene una mala postura, un mal hábito. Eso es lo que dicen los profesionales del mundillo sanitario. Claro. Pero trabajar no es un mal hábito, sino sólo el resultado de una necesidad propia y una ajena (la propia, vivir, la ajena, pagarle al banco el préstamo que te dio para vivir donde vives). Y como de momento no voy a dejar de trabajar, y tampoco puedo hacer eso de “pare usted cada media hora y haga diez minutos de relajación muscular de cuello y espalda y cinco minutos de descanso visual” (¡lo que prolongaría una jornada de nueve horas semejante cantidad de paraditas!), pues tendré que apechugar. Total… Aparte de esto, estoy feliz y pletórico. Mi sensación de vacaci

Frankfurt

Un pensamiento de Mario Vargas Llosa

Hola, corazones. Me gusta la gente que cuando recibe la noticia de que se le ha concedido un premio, muestra su alegría, su sorpresa y su satisfacción por partes iguales, sin ese extraño temor a que te critiquen, sin ese esnobismo de intelectual progre o simplemente rarito que ha motivado que muchos otros hayan aceptado el premio profiriendo previamente alguna grosera boutade . Olé, pues, por Mario Vargas Llosa , que exulta. Con los Nobel me suele ocurrir, además, que mis vírgenes oídos en el vasto territorio de la literatura mundial jamás hayan oído pronunciar el nombre del ganador (Hertas, Jelineks, Koetzees o como se llamen han sido para mí absolutamente ajenos), o que, incluso habiendo leído alguna excelente obra del premiado, su persona me caiga redonda, gorda o rematadamente mal (si digo sus nombres, alguno me crucificará, pero si son excelentes La colmena o La balsa de piedra , por ejemplo, no lo son tanto los gases de cuerpo y mente que en ocasiones sus autores han desprendido

Un pensamiento de Gustave Le Bon

Hola, corazones. Algo está cambiando en mi vida, lo presiento, lo intuyo, lo percibo en señales difusas que aún no se perfilan en el horizonte. Quizá estoy exagerando, pero, una vez comprobado que la supuesta crisis de los cuarenta no me ha afectado (quizá porque me afectó la de los veintiocho, crisis particular que me inventé yo solito), me ha dado por pensar, por prefigurar que estoy a las puertas de una nueva etapa de mi vida. Con lo perspicaz que soy, quizá estas señales que afirmo intuir no son más que el cambio de estación, la caída otoñal de las hojas y de los cabellos, qué sé yo. Y con lo lanzado que soy yo para todo (vamos, que menos la prudencia atesoro todas las cualidades y virtudes del estático e inmovilizado personaje anclado en sí mismo), quizá dentro de tres o cuatro lustros haya dado por fin inicio a esta etapa de transformaciones que, insisto, aún no sé muy bien en qué consiste y qué derroteros me hará seguir. Por eso la frase-cita que me he encontrado esta mañana en

Un pensamiento de Bertrand Russell

Hola, corazones. Tras una semana de intenso trabajo que me tiene fundido y sin resuello, empiezo el viernes con la bolsa de viaje al hombro dispuesto a pasar el fin de semana en un idílico retiro conventual, eso sí, convenientemente rodeado de sopranos y otros cantores amigos. Anoche participé en un acto de empresa que fue, de verdad, una auténtica fiesta de la literatura infantil. Variadito, polifacético y completito que es uno. Pero al menos así, entre unas actividades y otras, no pienso en las cosas malas que me pasan, como este dolorcillo que me acompaña y que ya se está haciendo buen amigo mío, de tanto rato como pasamos juntos, o como ese pequeño pero incómodo descenso en el número de seguidores de mi blog [pero, bueno, ¿qué es esto?, ¿estoy dejando de resultar interesante a ese grupo de veintitantas personas (selecto grupo, a fe: veintipocos, con la cantidad de millones de cibernautas que existen) que se me han apuntado como fans? ¡Ay, cuánto sufro!]. Menos mal que viene la fras

Un pensamiento de George Herbert

Hola, corazones. Mi queridísima espalda, concretamente la zona lumbosacra o sacrolumbar (¿os habéis dado cuenta de que precisamente la parte en la que la espalda pierde su casto nombre recibe, entre otros, un calificativo que lo sacraliza, lo convierte en lugar sagrado?) está fastidiándome un poquitirrinín de nada (¡ay!), así que tengo que ser breve porque a cada rato necesito cambiar de postura, levantarme, moverme, para no rabiar y mandar a freír espárragos a la vía del tren de Tombuctú a más de uno… La frase-cita de hoy me llega oportunamente a través de Proverbia.net , corresponde al día de hoy y me interesa profundamente, porque esa misma pregunta estoy haciéndomela yo mismo cada vez con más frecuencia. No me preguntéis por qué, porque no os lo voy a decir (no tengo respuestas, sólo preguntas), pero es así. La frase-cita, o mejor la cuestión de hoy, la plantea George Herbert , y dice (interroga) así: «¿Por qué se ha de temer a los cambios? Toda la vida es un cambio. ¿Por qué hemos

Un pensamiento de Marco Aurelio

Hola, corazones. ¿Habéis notado alguna vez un olor tan denso, tan intenso, tan penetrante, que podéis incluso verlo? No me refiero sólo a esos olores que todo lo invaden, como el olor a galleta cuando atraviesas Aguilar de Campoo por la carretera o el olor del ascensor cuando la vecina del cuarto sale a cenar con su marido, bañada en Tresoir, Opium o cualquier otro potingue de Ives Saint-Laurent o de Chanel; tampoco a esa sensación de traficante que se te queda cuando te quitas la ropa después de haber pasado todo el día entre bares; ni siquiera al olor que invade mi casa y se propaga por el patio, matando de envidia a mis vecinos, cuando mi famosa tarta de queso con chocolate está en fase de preparación (mis vecinos tratan de devolverme el favor friendo sardinas o cociendo coliflor, pero no es lo mismo, no hay color… ni olor). No, no me refiero a esos olores, ni a otros parecidos. El olor que puedes llegar a ver es de otro tipo, y tiene su origen en la desigualdad, en la exclusión, en

Un pensamiento de Alfred de Vigny

Hola, corazones. ¿Qué tal os ha ido este mes de agosto sin mi compañía? Espero que hayáis aprovechado para hacer todas esas cosas que no podéis hacer cuando os ocupáis de leerme (estar con vuestras familias, rendir convenientemente en el trabajo, disfrutar del tiempo de ocio… en fin, esas cositas… Yo todavía estoy perezoso, vago, galbanoso, torpe, descuidado, omiso, impreciso, zote… No sé muy bien cómo salir de este embrollo en el que me meto semana tras semana. Así que para ponerme las pilas, un pensamiento de estos que te dicen cómo tienes que hacer las cosas (con lo que a mí me gusta que las frases que me dirigen empiecen con el consabido “tú lo que tienes que hacer es…”. Vamos allá: «El honor consiste en hacer hermoso aquello que uno está obligado a realizar» (Alfred de Vigny). Vaya, hombre, yo diciendo que estoy vago y perezoso y llega Alfredo el de los Viñedos a decirme que haga lo que tengo que hacer, y que lo haga hermoso, que así tendré honor, o seré honorable, o me honrarán,

Un pensamiento de Francisco Nieva

Hola, corazones. (Tengo una compañera a la que le llevan los demonios cuando lee este saludo; no sé si cambiarlo para que no sufra o dejarlo más largo…). Tengo sueño, mucho sueño. Anoche, a eso de las tres y media, se oyó en el piso de arriba, justo encima de mi dormitorio, un «¡Venga ya, hombre!», seguido de un montón enorme de golpes de todo tipo, sonoridad e intensidad. Una pelea en toda regla, vamos, que me tuvo despierto al menos un par de horas. Esto, unido al cansancio acumulado de todo el año me obliga a reconocer mi sueño y a continuación a gritar con alborozo: «¡Han llegado por fin las este año muy esperadas y muy merecidas vacaciones!». Esto significa, entre otras muchas cosas, que no vais a tener que soportar más comeduras de tarro de este servidor hasta, D.m., septiembre, en que volveré a las andadas si nadie lo evita. Dicen que en momentos como estos (el comienzo de las vacaciones, la transición de un año a otro, un cambio de estado…) es bueno hacer balance, sopesar tus a

El Pájaro Amarillo en Oyambre

Cuando uno coge un libro en una librería, o en una caseta de la Feria, por ejemplo, es porque algo le ha llamado la atención: la portada, el autor, el título... Y entonces se toma el libro en las manos, y se comienza un ritual que yo considero fundamental: se abre el libro, se miran los capítulos, el tipo de letra, la maquetación, las ilustraciones si las tuviere, se comienza a leer la primera página... y se lee la contraportada. Si la lees antes de haber echado un vistazo general al libro, y después de haber comenzado su lectura, la contraportada, que es un texto más comercial escrito expresamente para llamar la atención, no sirve para determinar si el libro que tienes en las manos y que puede acabar en tu estantería va a resultarte verdaderamente interesante. Lo sé. Porque yo escribo contraportadas. Desde hace dieciséis años. Creedme, sé de qué hablo. Dicho esto, si me atrevo a reproducir textualmente la contraportada del libro que me dispongo a reseñar, es porque me parece un texto

Un pensamiento de Schiller

Hola, corazones. Ayer, viendo la tele, caí en la cuenta de repente de algo importante. ¿Os habéis fijado en la cantidad de personas, famosas o no, que nos cuentan en los anuncios lo bien que les va la vida y lo mucho que disfrutan de su infinita salud gracias a la poderosísima acción de algún producto? Podríamos hablar no sólo de productos alimenticios, sino también de productos «inguinales», o de medicamentos, o de compañías de servicios que te facilitan la vida por un siempre módico precio que bien merece una sonrisa dentífrica. Pero quedémonos con los alimenticios. Qué son, por ejemplo, Coco Comín cuando te echa la bronca desde esos imposibles ojos azules porque no has tomado el suficiente calcio con un vaso de leche y un trozo de queso y te insta a tomarte un yogur de calcio que dice que está buenísimo (quien haya tenido que tomar pastillas de calcio alguna vez sabrá lo riquísimo que es el calcio…); o Jesús Vázquez , tan mono, tan pulido, tan pulcro, que te recomienda mantener una

Soy portada

No es la primera vez que me convierto en modelo «fotográfico-publicitario» para mi empresa: he sido fumador empedernido en un artículo sobre tabaquismo en la extinta Familia Cristiana , ensoñado pensador y apasionado de las tecnologías en la revista C ooperador Paulino , e incluso portada de un precioso libro titulado Dios es amor , en el cual mis manos sujetan y acogen una pequeña planta. Pero esta última me ha hecho especial ilusión. Cierto es que si cuando salió el otro libro hubiera tenido este blog, habría publicado una breve reseña. Pero fue hace bastante tiempo. Y este libro que sale ahora tiene una foto que me resulta simpática. Debo de tener unas manos, si no bonitas, sí agradables, ya que cada vez que ha hecho falta fotografiar una mano, son las mías las elegidas. Será porque son delgadas y tengo los dedos largos y finos («como de pianista», como se dice habitualmente, aunque las únicas teclas que toco son las del ordenador). Y si en la portada de Dios es amor mis manos, aco

Un pensamiento de Jacinto Benavente

Hola, corazones. Dice mi horóscopo de hoy que «aunque suele ser crítico y con escasas palabras amables para nadie, cuando hace elogios de las obras de otros, por lo general están bien conferidos». No sé hasta qué punto el señorín que escribe estas cosas del horóscopo –que leo casi a diario porque me resulta enormemente gracioso– me conoce y sabe de mi afición por leerle, para hacer coincidir lo que dice en su breve y normalmente inexplicable frase con mi inextricable mundo interior. (Y a veces, como hoy, la coincidencia es tal que asusta, ¡si parece que soy yo mismo quien sonríe detrás de la frase que nos dedica a los capricornios!). Bien, es cierto que soy un borde nato, sobre todo con los comerciales de televenta, pero también puedo serlo con la fisioterapeuta cuando me dice (¡a mí!, ¿con quién creerá que está hablando?) que tengo que hacer deporte (¡ja!) o con el repartidor callejero de propaganda cuando se enfada porque, en vez de leerme el papel que me ofrece, lo tomo, sí, pero lo

Un pensamiento de Blaise Pascal

Hola, corazones. Hoy tengo el día libre porque me voy de excursión cultural. He madrugado menos, como habréis podido comprobar los lectores más fieles y puntuales, pero tampoco puedo demorarme, pues antes de salir he decidido dejar una serie de cosas arregladas; cosas de esas que siempre da pereza hacer, sobre todo cuando hace mucho calor, como la plancha (demos cabida, ¿por qué no?, a las cosas mundana y cotidianas en este espacio de, llamémosle así, "pensamiento entre comillas"). Así que seré breve. Que, además, escribo desde casa, y por una extraña razón que desconozco y que atribuyo a los insondables misterios de la Santísima Informática, la inestimable ayuda del control ce control uve para incorporar textos no tiene ejecución posible. Hoy mi frase la da Proverbia.net, en su envío diario de hoy mismo, y es de un gran pensador, filósofo y escritor. Sus Pensées han dado nombre a muchas, muchas obras, opúsculos y bloguecillos. Dice así: Dos excesos: excluir la razón, no adm