A veces, cuando leo el periódico
por la mañana temprano (sí, yo soy “ese” que va en el Metro con un arcaico
medio de comunicación impreso en papel que te impregna los dedos de tinta, el
único en medio de tanto lector de tablet, o de aifon, o de aipad, o de aicrash,
o de móvil… yo soy “ese dinosaurio” que lee periódicos en papel). Vuelvo: A
veces, cuando leo el periódico por la mañana temprano, y me encuentro con
noticias que me sorprenden, me llaman la atención, me interpelan o me ofenden,
se me ocurren cosas ingeniosas. Cosas ingeniosas que nunca apunto, que nunca
acaban formando parte de mi vida en mi facebook, en mi noutpad (que no tengo),
o en mi túiter. Cosas ingeniosas que podrían ser mi respuesta a las estupideces
que han despertado mi ingenio.
Solo por poner un ejemplo: el
representante de un país, de visita en el nuestro, se permite decir que existe
un tercer país que se basa en un sistema de discriminación y “necesita ser eliminado”.
¡¡¡¿¿¿Y nadie se escandaliza???!!! ¿Quizá es que el país del visitante es un
paraíso de libertades, de igualdades, un modelo de convivencia, un crisol de
humanidad? Déjenme que cante ese bonito bolero de Los Panchos: “Lo dudo, lo dudo, lo dudo, que tú llegues a quererme
[darme libertad para decir en tu país patochadas como la que has dicho en el
mío] como yo te quiero [he dado libertad para decir en mi país semejante
patochada sin expulsarte directito al Tribunal Internacional de La Haya] a ti”…
Y que tengamos que aguantar eso y
no podamos decir que están matando a gente a cientos por el mero hecho de
profesar su fe. Que nos despertemos cada mañana con una noticia como la del
zagal que han quemado vivo por decir que es católico, y que tengamos que
aguantar estrambóticos personajes que se sujetan la chorra con seda comprada
con dinero público diciendo que eso son guerras de religión y que son asunto
menor…
Me estoy calentando, y no quería
yo hablar de esto… Porque ando también días dándole vueltas a la frase-cita que
propongo, que me llegó el otro día por proverbia.net y que conozco desde hace
mucho (las frase-citas de este hombre son recurrentes en los mensajes de buenos
pensamientos):
«La pregunta más
urgente y persistente en la vida es: ¿Qué estás haciendo por los demás?» (Martin Luther King).
Hombre, por Dios, don
Martín, ¿cómo que qué estamos haciendo…? Ah, yo solo… Que no vale que me sume a
una opinión general o a un lugar común, o a un tópico, o a una reacción, o a
una protesta de muchos. Que me pregunta usted por mí, por las cosas que hago yo
por los demás…
Pues… Pues… Me solidarizo
con las opiniones de los demás… Protesto delante de mis amigos y compañeros de
las cosas que no me gustan de los políticos… Alguna vez voy a una manifa, pero
no muchas, porque me agobian las multitudes… Doy algo de dinero a esta oenegé…
A veces compro cosas en tiendas solidarias, aunque no sé muy bien con quién y
con qué se solidarizan… ¡Ah!, y una vez me pidieron que firmara contra el sida
y firmé… [una vez me pidieron que firmara contra el sida, y le dije al
chavalito que con preguntas así no me explicaba cómo el sida seguía existiendo,
porque lo que nadie iba a hacer es firmar a favor del sida; creo que todavía
tiene cara de circunstancias…]
Insiste don Martín: «La pregunta más
urgente y persistente en la vida es: ¿Qué estás haciendo por los demás?».
Y fuera de bromas y
caricaturas de los personajillos que despiertan mi ironía, de esos que se
sorprenden cuando descubren que una persona a quien no conocen pero de quien se
han fijado un estereotipo determinado no es como imaginan, sino que es una
persona educada (¿cómo no va a ser educada una persona que ha sido educada
precisamente para ser educado como vocación y como profesión?), de esos que se
piensan que con sacar las tetas o con seguir su plan preconcebido van a
conseguir el resultado que han imaginado, y nunca otro distinto… Fuera de
personajillos de esos, que pueblan las páginas de los periódicos todos los días
con una densidad que ríete de México De-Éfe, todos deberíamos contestar con
seriedad la pregunta de don Martín. De contestarla haciendo primero un
ejercicio intelectual (¿qué es realmente hacer algo por los demás?, ¿en qué
consiste?, ¿qué implicaciones y consecuencias tiene?) y una introspección que
tiene que ver, de algún modo, con nuestra propia conciencia.
¿Lucho contra la
corrupción y luego ando buscando la trampilla en la declaración? ¿Me quejo de
los abusos de los poderosos pero luego, por poner un ejemplo, aparco en pleno
paso de cebra? ¿Pienso en las acciones que hago, en los consejos que me dan? Me
explico con un ejemplo, con todos los nombres falsos e inventados: de repente
salta la liebre de que los botones que compras en la mercería MariPaqui
proceden de la explotación laboral de las mujeres yacomaquis de la zona más
desfavorecida de PerraSuerteLandia. Entonces yo, todo solidario, dejo de
comprar los botones para que los malvados explotadores de la MBP (Mutinacional
Botonera PerraSuerteLandesa) dejen de explotar a las pobres mujeres yacomaquis.
Arruino a MariPaqui. Y los de la MBS, como ya no sacan dinero explotando a
estas mujeres en sus fábricas, las despiden, y al quedarse sin su único sueldo,
aunque paupérrimo, se ven abocadas a otras redes de explotación más crueles,
como la trata, la prostitución, etc. Pero de eso yo ya no me entero, porque ya
nadie me cuenta qué ha sido de ellas… No digo yo que no haya que hacer nada,
pero sí que quizá, antes de ser solidario dejando de comprar esos botones, hay
que ser solidario buscando el modo de que esas mujeres encuentren otro modo, y mejor,
de ganarse la vida. Y una vez salvaguardada la calidad de vida de las mujeres
yacomaquis de la zona más desfavorecida de PerraSuerteLandia, podemos ir contra
los malvados explotadores de la MBP y de rebote contra la mercería MariPaqui
(que quizá tampoco se lo merezca, vete tú a investigar cómo llegó la muchacha a
vender esos botones).
Obrar con consciencia,
con conciencia, con inteligencia, con prudencia, con generosidad, con amor, con
solidaridad, con entrega, con el corazón y la mente despiertos, con los pies en
el suelo y calzados con los zapatos de aquellos a quienes queremos ayudar. Así
es posible que si nos vuelven a hacer la pregunta de don Martín podamos dar una
respuesta de manos vacías y corazón lleno…
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