Buenos días, queridos amigos. Recuerdo un escrito mío en la Hoja Parroquial del Buen Suceso, es decir, hace miles de años, en el que, comentando la floración de actividades cuaresmales y el posterior vacío absoluto de charlas, oraciones, conferencias y encuentros pascuales, proponía, en versión cómica, una serie de charlas, los martes pascuales del Buen Suceso, que ponían en boca de «testigos directos» de la resurrección una semana de buenas noticias. Uno de los conferenciantes era un mosén catalán al que bauticé con el nombre de Tomás Nonsé i Dubte, en clara alusión a aquel Tomás, Tomás, que tuvo que meter el dedo en la llaga para cerciorarse de que lo que le contaban era cierto. ¿A qué viene todo esto, diréis, con razón? Pues es muy sencillo: a que no estoy seguro de qué toca la frase-cita que he seleccionado para hoy. Una frase-cita que afirma y niega a la vez, como aquel adagio que nos repetían cansinamente cuando éramos críos: «La verdad absoluta no existe, o sea, que puede que s...
Nacido para ofercer un Pensamiento para cada semana, con un comentario personal, diferente, quizá original, no renuncio a que vuelva a su ser. De momento, será una colección de textos y vuelcos personales de todo tipo.