Buenos días, queridos amigos.
Aunque el día de los edulcorados es mañana, y hoy, más bien, lo que sale del corazón es sangre roja, salpicándolo todo de gore viernestrecero, voy a adelantarme y pasar de puntillas por el terror ascoso, que me repugna casi tanto como el almibaramiento arrobado y salivoso de mañana. Pero hete aquí que el encargado de seleccionar los pensamientos y frase-citas de Proverbia.net debe de ser una especie de alma gemela de mí mismo conmigo mismo, y me ha puesto en bandeja una excelsa frase de un excelso personaje, precisamente hoy, en que en ArCo están dándole vueltas a la cosa del arte y el no arte con su país de origen (el del autor de la frase) como país invitado. Entremos, pues, sin más preámbulos, en el asunto que nos ha de ocupar los próximos minutos:
«El Amor es el significado ultimado de todo lo que nos rodea. No es un simple sentimiento, es la verdad, es la alegría que está en el origen de toda creación» (Rabindranath Tagore).
Observemos con detalle que Tagore, don Rabindranath, escribe Amor con A mayúscula. Puede haber sido el tío de Proverbia.net, ¿no? Sí, puede. Pero hay algo que me dice que esta mayúscula viene ya en el pensamiento original. Porque está claro que Tagore no se está refiriendo al amor de mañana (fijaos en que dice que el Amor no es un simple sentimiento), o al amor de noche (no dice que el Amor es un simple juntamiento, porque don Rabindranath era mucho más fino y sutil que un servidor, pero entiendo que también van por ahí sus tiros), sino al Amor de siempre, a un amor que «es la verdad, la alegría que está en el origen de toda creación».
De toda creación, añado, hecha con amor, con alegría, con verdad (o al menos con intención de veracidad; ¿ya estamos rebajando exigencias? Ayayayayay…). Cada uno de nosotros hemos sido creados con y por amor. Cada una de las cosas que nos rodea ha sido creada con y por amor. ¡Hala! Pues sí. Extendamos el concepto del amor, no permitamos que el amor se quede atrapado en términos genitólalos. Otro día hablaremos de este término que me he inventado, después de escuchar una larga conversación en el autobús entre dos jóvenes estudiantes, los cuales, hablando de un amigo, de un profesor plasta y de un trabajo, sólo utilizaron dos expresiones: «Es la p…» y «Me toca los h...».
Pero dejemos la malsonancia y volvamos al amor, al amor con mayúsculas, al amor creador, a ese amor que ponemos y debemos poner en las cosas, en lo más sencillo, en lo que nos rodea. Un amor que conlleva alegría, que conlleva entusiasmo por la vida, que conlleva, me atrevo a decir, amparándome en Tagore («significado ultimado de todo lo que nos rodea») un sentimiento creador (y creativo) y trascendente. Pero no nos vayamos a lo imposible: hagamos un bizcocho con amor, pongamos amor, aparte de levadura, claro, al bizcocho; escribamos con amor, pensando en nuestro destinatario pero sin desviarnos de la verdad; conduzcámonos en la vida con amor, con ese amor que dice Tagore que trasciende, que es alegre, que es veraz. Y, si queremos ampliar el concepto, no tenemos más que acudir a san Pablo y leer aquello, no por ya conocido menos cierto: el amor es paciente, no tiene envidia, no lleva cuenta…
(Esta vez me ha quedado una homilía preciosa, ¿no?).
Aunque el día de los edulcorados es mañana, y hoy, más bien, lo que sale del corazón es sangre roja, salpicándolo todo de gore viernestrecero, voy a adelantarme y pasar de puntillas por el terror ascoso, que me repugna casi tanto como el almibaramiento arrobado y salivoso de mañana. Pero hete aquí que el encargado de seleccionar los pensamientos y frase-citas de Proverbia.net debe de ser una especie de alma gemela de mí mismo conmigo mismo, y me ha puesto en bandeja una excelsa frase de un excelso personaje, precisamente hoy, en que en ArCo están dándole vueltas a la cosa del arte y el no arte con su país de origen (el del autor de la frase) como país invitado. Entremos, pues, sin más preámbulos, en el asunto que nos ha de ocupar los próximos minutos:
«El Amor es el significado ultimado de todo lo que nos rodea. No es un simple sentimiento, es la verdad, es la alegría que está en el origen de toda creación» (Rabindranath Tagore).
Observemos con detalle que Tagore, don Rabindranath, escribe Amor con A mayúscula. Puede haber sido el tío de Proverbia.net, ¿no? Sí, puede. Pero hay algo que me dice que esta mayúscula viene ya en el pensamiento original. Porque está claro que Tagore no se está refiriendo al amor de mañana (fijaos en que dice que el Amor no es un simple sentimiento), o al amor de noche (no dice que el Amor es un simple juntamiento, porque don Rabindranath era mucho más fino y sutil que un servidor, pero entiendo que también van por ahí sus tiros), sino al Amor de siempre, a un amor que «es la verdad, la alegría que está en el origen de toda creación».
De toda creación, añado, hecha con amor, con alegría, con verdad (o al menos con intención de veracidad; ¿ya estamos rebajando exigencias? Ayayayayay…). Cada uno de nosotros hemos sido creados con y por amor. Cada una de las cosas que nos rodea ha sido creada con y por amor. ¡Hala! Pues sí. Extendamos el concepto del amor, no permitamos que el amor se quede atrapado en términos genitólalos. Otro día hablaremos de este término que me he inventado, después de escuchar una larga conversación en el autobús entre dos jóvenes estudiantes, los cuales, hablando de un amigo, de un profesor plasta y de un trabajo, sólo utilizaron dos expresiones: «Es la p…» y «Me toca los h...».
Pero dejemos la malsonancia y volvamos al amor, al amor con mayúsculas, al amor creador, a ese amor que ponemos y debemos poner en las cosas, en lo más sencillo, en lo que nos rodea. Un amor que conlleva alegría, que conlleva entusiasmo por la vida, que conlleva, me atrevo a decir, amparándome en Tagore («significado ultimado de todo lo que nos rodea») un sentimiento creador (y creativo) y trascendente. Pero no nos vayamos a lo imposible: hagamos un bizcocho con amor, pongamos amor, aparte de levadura, claro, al bizcocho; escribamos con amor, pensando en nuestro destinatario pero sin desviarnos de la verdad; conduzcámonos en la vida con amor, con ese amor que dice Tagore que trasciende, que es alegre, que es veraz. Y, si queremos ampliar el concepto, no tenemos más que acudir a san Pablo y leer aquello, no por ya conocido menos cierto: el amor es paciente, no tiene envidia, no lleva cuenta…
(Esta vez me ha quedado una homilía preciosa, ¿no?).
Comentarios
Karla Elizondo
Mexico
Para mi la manera tangible de mostrarlo es a travez de un abrazo profundo e intenso.
En un abrazo autentico se pierde la nocion del tiempo y se disfruta indefinidamente.