Buenos días, queridos amigos. Hoy, viernes, es 11 de julio, fiesta de san Benito, patrono de Europa, y día mundial de la población según Naciones Unidas. Desde esta triple circunstancia feliz, os deseo a todos un buen comienzo de fin de semana, una intensa y fructífera experiencia personal y espiritual, y una grata convivencia con vuestros conciudadanos del mundo entero.
Hoy vamos a hacer tarea doble, ya que el día me propone un pensamiento propicio y la Agenda San Pablo, esa maravilla, me ofrece dos frase-citas en lugar de una, o por el precio de una. La primera, relacionada con la población y, de alguna manera, con la realidad fundacional de Europa no sólo como continente sino como protagonista de la historia del hombre:
«En un mundo con múltiples civilizaciones, la vía constructiva consiste en renunciar al universalismo, aceptar la diversidad y buscar rasgos comunes» (Samuel P. Huntington).
Dejo las cuestiones sobre alianza de civilizaciones para comentaristas más preparados que yo. Desde mi humilde atalaya de no se sabe qué ni dónde ni para qué, sólo quiero apuntar a la tercera de las premisas o condiciones que propone mister Huntington: «buscar rasgos comunes». ¡Qué pocas veces hacemos cosa semejante! Porque, volviendo a mí mismo, es decir, a mi tema favorito, ¿qué rasgo en común tienen las hordas invasoras de portales vecinales conmigo?, ¿qué une a los saltadores profesionales de semáforos con un este humilde peatón (bueno, humilde, lo que se dice humilde, tampoco es cierto, más bien desafiante)?, qué me identifica con esos millonarios que llevan brillantes en las orejas y rosarios al cuello y que cobran millones de pesetas sólo por dar patadas a un balón y decir bueno no sé, no, hemos ganado porque hemos metido un gol y los otros no y si no hubiéramos metido un gol no habríamos ganado? ¡Humanidad, ven en mi ayuda, y hazme reconocer en cada persona con la que me cruzo a un ser humano, a un prójimo, a un hermano!
La otra frase es tan sobria, tan sencilla, tan natural, que ni siquiera la voy a comentar, simplemente la reproduzco y os invito a sonreír con ella y a comentarla, si lo deseáis:
«La forma más inteligente de ser feliz es la bondad» (José Antonio Marina).
Hoy vamos a hacer tarea doble, ya que el día me propone un pensamiento propicio y la Agenda San Pablo, esa maravilla, me ofrece dos frase-citas en lugar de una, o por el precio de una. La primera, relacionada con la población y, de alguna manera, con la realidad fundacional de Europa no sólo como continente sino como protagonista de la historia del hombre:
«En un mundo con múltiples civilizaciones, la vía constructiva consiste en renunciar al universalismo, aceptar la diversidad y buscar rasgos comunes» (Samuel P. Huntington).
Dejo las cuestiones sobre alianza de civilizaciones para comentaristas más preparados que yo. Desde mi humilde atalaya de no se sabe qué ni dónde ni para qué, sólo quiero apuntar a la tercera de las premisas o condiciones que propone mister Huntington: «buscar rasgos comunes». ¡Qué pocas veces hacemos cosa semejante! Porque, volviendo a mí mismo, es decir, a mi tema favorito, ¿qué rasgo en común tienen las hordas invasoras de portales vecinales conmigo?, ¿qué une a los saltadores profesionales de semáforos con un este humilde peatón (bueno, humilde, lo que se dice humilde, tampoco es cierto, más bien desafiante)?, qué me identifica con esos millonarios que llevan brillantes en las orejas y rosarios al cuello y que cobran millones de pesetas sólo por dar patadas a un balón y decir bueno no sé, no, hemos ganado porque hemos metido un gol y los otros no y si no hubiéramos metido un gol no habríamos ganado? ¡Humanidad, ven en mi ayuda, y hazme reconocer en cada persona con la que me cruzo a un ser humano, a un prójimo, a un hermano!
La otra frase es tan sobria, tan sencilla, tan natural, que ni siquiera la voy a comentar, simplemente la reproduzco y os invito a sonreír con ella y a comentarla, si lo deseáis:
«La forma más inteligente de ser feliz es la bondad» (José Antonio Marina).
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