Esta mañana una compañera de trabajo, canaria, por más señas, me ha enviado unas fotos de las obras de su casa, en las que aparece con las manos llenas de cemento, en plena faena. Un comentario amable por mi parte ha merecido semejante respuesta, que cuelgo con orgullo ególatra:
«Qué bien se siente la lengua con alguien que la acaricia tanto y tan suavemente como tú. Fíjate, hasta una foto llena de cemento parece hermosa bajo la sombra de tus palabras... miel para los oídos».
«Qué bien se siente la lengua con alguien que la acaricia tanto y tan suavemente como tú. Fíjate, hasta una foto llena de cemento parece hermosa bajo la sombra de tus palabras... miel para los oídos».
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