Ir al contenido principal

Un pensamiento de Alphonse Karr

Buenos días, amigos. Tras el parón provocado por la gira de conciertos Pablo Gira, volvemos a las andadas.

La frase-cita de hoy la acabo de encontrar en el correo electrónico, en el envío diario de Proverbia.net. Y me viene al pelo, porque estoy viendo últimamente mucho un doble rasero, una manera diferente de mirar según a qué, que me preocupa. Y seguramente yo no estoy exento de tal actitud. Así que aquí os dejo la reflexión de este escritor francés del XIX:

«Nos gusta llamar testarudez a la perseverancia ajena pero le reservamos el nombre de perseverancia a nuestra testarudez» (Jean Baptiste Alphonse Karr).

¿Digo doble rasero? Digo bien. En el fondo, esto es, como diría una buena amiga mía, más viejo que el hilo negro, aquel con el que Caín confeccionaba sus pañuelos. Y nos recuerda mucho, también a lo de la paja, la viga y los ojos ajenos y propios. En política, cuando se trata de un duelo (ellos lo llaman diálogo), viene a ser como el "Y tú más", o, lo que es lo mismo, "Cuando yo lo hago, lo justifico y cuando lo haces tú es una ofensa inconmensurable al pueblo soberano". En la vida personal, es constante: uno cruza a un metro de un paso de cebra y, a continuación, le ladra al coche que se salta un semáforo por delante de sus narices, justo cuando iba a pasar.

Pero me he ido. Porque Karr habla de perseverancia y testarudez, no de un momento concreto. Igual es que estoy empeñado, obcecado en hacer decir a los señores a los que invoco a mi foro a decir lo que yo quiero que digan. ¿Perseverancia o testarudez, entonces? Pues es lo mismo: no cejo en un empeño, no desisto de una actitud, no me apeo de una idea, porque lo considero excepcional, perfecto, maravilloso, o, simplemente, lo único aceptable. Y no acepto a aquellos que no cejan en su empeño, a mi juicio equivocado, no desisten de su actitud, a mi juicio errónea, no se apean de su idea, a mi juicio falsaria. Todo viene, pues, de no dialogar, de no abrir los ojos ni el corazón, de no contemplar al otro como a uno mismo, de no ver en el prójimo un igual sino un diferente extraño y amenazador.

No obstante, sólo en una cosa deberíamos perseverar, y es, precisamente, en vencer nuestra testarudez y volvernos a los demás, y por ende a nosotros mismos, porque no podemos hacer a los demás más que lo que nos hacemos a nosotros mismos, para respetarlos, conocerlos, aprender de ellos, en definitiva, para amarlos.

Místico que está uno tras una experiencia religiosa…

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un pensamiento de Arthur Schopenhauer

Buenos días, queridos amigos. La semana ha sido intensa, amén de tensa. La crispación ha estado rondándome a diario, mañana, tarde y, sobre todo, noche en forma de contracturas, carencia de relajación muscular (¿pero, de verdad tengo músculos?, no sabía) y dificultad de conciliar el sueño. Factores varios han hecho posible tal convergencia de calamidades sobre mi cuello. El menos importante, quizá, es el que va a dar pie a la reflexión de hoy, debido a que ha sido recurrente hasta alcanzar un elevado grado de pesor. Me explico: veo poco la televisión, pero cuando lo hago, aunque no quiera, aparece cierto personaje femenino, con cara de arenque ahumado pasado de fecha y un carácter que nunca ha conocido virtud alguna, lanzando burdeces por su orificio bucal. Y mi pregunta siempre ha sido: ¿qué tiene esta tipa para salir a todas horas, todos los días, en todos los programas y revistas de zafiedad (antes sociedad)? Una respuesta podría ser «dinero y desvergüenza», y quizá esa sea la respu

Si amas a Dios, de Amado Nervo

Este es uno de los más hermosos poemas en prosa de Amado Nervo; pertenece a su obra Plenitud. Si amas a Dios, en ninguna parte has de sentirte extranjero, porque Él estará en todas las regiones, en lo mas dulce de todos los paisajes, en el limite indeciso de todos lo horizontes. Si amas a Dios, en ninguna parte estarás triste, porque, a pesar de la diaria tragedia Él llena de jubilo el Universo. Si amas a Dios, no tendrás miedo de nada ni de nadie, porque nada puedes perder y todas las fuerzas del cosmos, serían impotentes para quitarte tu heredad. Si amas a Dios, ya tienes alta ocupación para todos los instantes, porque no habrá acto que no ejecutes en su nombre, ni el mas humilde ni el mas elevado. Si amas a Dios, ya no querrás investigar los enigmas, porque lo llevas a Él, que es la clave y resolución de todos. Si amas a Dios, ya no podrás establecer con angustia una diferencia entre la vida y la muerte, porque en Él estás y Él permanece incólume a través de todos los cambios.

Un pensamiento de Aristóteles

Buenos días, queridos amigos. No tengo hoy demasiadas ganas de pensar, espero que sepáis perdonarme. Así que me he enganchado al envío diario de Proverbia.net y he agarrado la primera frase que he visto, que responde a la categoría de «sueños» (un día hablaremos de cómo en Proverbia.net clasifican las frases según temas y categorías de una forma que a veces me resulta aleatoria: «Dios te lo pague», un suponer, lo clasificarían en «Dios», lógicamente, pero tampoco sería nada raro que apareciera en «paga», «sueldo», o «retribución»). Y aunque la frase-cita no habla más que de un tipo de sueños, y yo estoy ahora más cerca de las pesadillas o del insomnio que del onírico placer o de la eternidad de la ensoñación, he apuntado la frase, a ver qué sacamos de ella. «Considero más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la victoria sobre uno mismo» (Aristóteles). Ya digo que no tengo muchas ganas de pensar. Y para quien no desea p