Buenos días, queridos amigos.
Hoy me he levantado lírico, es decir, un poco melancólico, un poco rítmico y cadencioso, un poco elegíaco y un poco sensible. Y por eso he querido buscar un pensamiento o frase-cita salido de la pluma de un poeta. De alguna manera lo de hoy es, pues, más que una frase-cita, un verso, una inspiración del estro en la mente creativa del autor. Un autor del que pensamos siempre que todo lo decía a saltitos, casi como Henrique Zimmerman, el corresponsal de Antena 3 en Tel Aviv. Un autor al que se le llenaba la boca de suspiros de fresa pensando en sensuales princesas o que caminaba elevado el mentón y paso firme al son de los clarines del cortejo. Pero no. También dijo y escribió con sencillez verdades como puños. Porque la verdad es, en sí misma un acto de sencillez. No me lío más y doy paso al poeta:
«Sin la mujer, la vida es pura prosa» (Rubén Darío).
Algunos pensarán bueno y qué, total, para lo que sirve la poesía, qué cursilada, donde estén un buen partido de fútbol, unas birras y un buen polvo… Pues hasta el fútbol (me arrepentiré toda la vida de haber escrito esto, lo intuyo, lo sé) puede llegar a tener poesía en su interior. Y la cerveza (fue una mujer, precisamente, quien la introdujo en el mundo lírico, además de en los recovecos de la mística, cuando dijo: «Suspiro por tener un gran lago de cerveza, suspiro por tener hombres celestiales a mi mesa, suspiro por la jovialidad cuando beben, suspiro porque Jesús esté aquí en medio de nosotros»). Y el sexo es poesía, pues ambas realidades te pueden elevar a un clímax único, inigualable, diferente en cada ocasión pero siempre el mismo.
La vida es pura prosa, dice y dice bien nuestro poeta, sin la mujer. No voy a entrar en topicazos, pero es la mujer la que nos hace cambiar, desear, vibrar, sentir, la que nos pone frente a los ojos, frente al corazón, la vida, la verdadera vida. Una vida que se compone, quizá, de cosas anodinas, vulgares, simples, sórdidas a veces… ¿Pero cómo serían sin ella? Es la mujer la que nos introduce en esa dimensión especial que hace que nuestra vida salga de la prosa, adquiera ritmo, sonoridad, expresión, altura, poesía.
Comparto plenamente la visión de Rubén. Tú no estás casado, me diréis. No me cambies de tema, te contesto. Si sabes amar, si tienes a tu lado a una mujer, debes saber entrar con ella, de la mano de ella, en el plano poético de la vida. Cierto que no es fácil. ¿Quién dijo que amar es fácil? Amar es lo más difícil que hay, y amar a una mujer es, debe ser, un propósito permanente en la vida de un hombre, un anhelo, una esperanza, un leitmotiv, un motor, una causa, una razón.
Cierto que la mujer es cuerpo, como nosotros. Y que como nosotros tiene defectos, dificultades, imperfecciones, asperezas, inconstancias. Pero no menos cierto es que con ella nuestros defectos tornan virtudes, las dificultades se vuelven salvables, las imperfecciones se ocultan, las asperezas se liman… siempre y cuando sepamos y queramos que así sea, siempre y cuando sepamos amar. ¿Cómo? En todas las bodas nos lo dicen, y de tanto oírlo no nos damos cuenta: con paciencia, con servicialidad, sin envidia, sin llevar cuenta del mal… Id a la carta de nuevo y comprobadlo.Vuelvo a Rubén para concluir: sin la mujer la vida es prosa. Y añado: y los sueños pesadillas, y la rutina monotonía, y el hogar sólo una casa, y la cama sólo un mueble, y…
Cuando una mujer introduce la poesía en la vida de un hombre, o introduce a un hombre en la poesía de la vida, no lo está introduciendo sólo a él, pues con él todos (familiares, amigos, seres queridos, hasta yo mismo) podemos también asomarnos (con pudor y máximo respeto) a esa plenitud que es su Amor.
Hoy me he levantado lírico, es decir, un poco melancólico, un poco rítmico y cadencioso, un poco elegíaco y un poco sensible. Y por eso he querido buscar un pensamiento o frase-cita salido de la pluma de un poeta. De alguna manera lo de hoy es, pues, más que una frase-cita, un verso, una inspiración del estro en la mente creativa del autor. Un autor del que pensamos siempre que todo lo decía a saltitos, casi como Henrique Zimmerman, el corresponsal de Antena 3 en Tel Aviv. Un autor al que se le llenaba la boca de suspiros de fresa pensando en sensuales princesas o que caminaba elevado el mentón y paso firme al son de los clarines del cortejo. Pero no. También dijo y escribió con sencillez verdades como puños. Porque la verdad es, en sí misma un acto de sencillez. No me lío más y doy paso al poeta:
«Sin la mujer, la vida es pura prosa» (Rubén Darío).
Algunos pensarán bueno y qué, total, para lo que sirve la poesía, qué cursilada, donde estén un buen partido de fútbol, unas birras y un buen polvo… Pues hasta el fútbol (me arrepentiré toda la vida de haber escrito esto, lo intuyo, lo sé) puede llegar a tener poesía en su interior. Y la cerveza (fue una mujer, precisamente, quien la introdujo en el mundo lírico, además de en los recovecos de la mística, cuando dijo: «Suspiro por tener un gran lago de cerveza, suspiro por tener hombres celestiales a mi mesa, suspiro por la jovialidad cuando beben, suspiro porque Jesús esté aquí en medio de nosotros»). Y el sexo es poesía, pues ambas realidades te pueden elevar a un clímax único, inigualable, diferente en cada ocasión pero siempre el mismo.
La vida es pura prosa, dice y dice bien nuestro poeta, sin la mujer. No voy a entrar en topicazos, pero es la mujer la que nos hace cambiar, desear, vibrar, sentir, la que nos pone frente a los ojos, frente al corazón, la vida, la verdadera vida. Una vida que se compone, quizá, de cosas anodinas, vulgares, simples, sórdidas a veces… ¿Pero cómo serían sin ella? Es la mujer la que nos introduce en esa dimensión especial que hace que nuestra vida salga de la prosa, adquiera ritmo, sonoridad, expresión, altura, poesía.
Comparto plenamente la visión de Rubén. Tú no estás casado, me diréis. No me cambies de tema, te contesto. Si sabes amar, si tienes a tu lado a una mujer, debes saber entrar con ella, de la mano de ella, en el plano poético de la vida. Cierto que no es fácil. ¿Quién dijo que amar es fácil? Amar es lo más difícil que hay, y amar a una mujer es, debe ser, un propósito permanente en la vida de un hombre, un anhelo, una esperanza, un leitmotiv, un motor, una causa, una razón.
Cierto que la mujer es cuerpo, como nosotros. Y que como nosotros tiene defectos, dificultades, imperfecciones, asperezas, inconstancias. Pero no menos cierto es que con ella nuestros defectos tornan virtudes, las dificultades se vuelven salvables, las imperfecciones se ocultan, las asperezas se liman… siempre y cuando sepamos y queramos que así sea, siempre y cuando sepamos amar. ¿Cómo? En todas las bodas nos lo dicen, y de tanto oírlo no nos damos cuenta: con paciencia, con servicialidad, sin envidia, sin llevar cuenta del mal… Id a la carta de nuevo y comprobadlo.Vuelvo a Rubén para concluir: sin la mujer la vida es prosa. Y añado: y los sueños pesadillas, y la rutina monotonía, y el hogar sólo una casa, y la cama sólo un mueble, y…
Cuando una mujer introduce la poesía en la vida de un hombre, o introduce a un hombre en la poesía de la vida, no lo está introduciendo sólo a él, pues con él todos (familiares, amigos, seres queridos, hasta yo mismo) podemos también asomarnos (con pudor y máximo respeto) a esa plenitud que es su Amor.
Comentarios
Quién es la mujer que invita al lago de cerveza?