Hola, corazones.
Hoy es un día grande. Nadie me va a regalar ni libros ni rosas, y no es que nadie me quiera, sino que esta bonita costumbre no es demasiado practicada en mi entorno, aunque conozco gente que sí lo hace. En cualquier caso, todo homenaje, toda promoción, todo empuje a favor del libro me parece no bien, sino fantástico, maravilloso, genial. Siempre felicito a la gente que compra el periódico en el kiosco porque los periodistas también comemos. Mucho más felicitaré a quienes compran, leen, regalan o recomiendan libros, porque los editores, los autores, los ilustradores, los maquetadores, los correctores, los impresores, los montadores, etc., también comemos.
Lógicamente, hoy va de libros. Feliz día del libro a todos. ¡Y quiero mi libro y mi rosa, jopetas!
«Es cualquier libro discreto
(que si cansa, de hablar deja)
un amigo que aconseja
y que reprende en secreto» (Lope de Vega).
Todos tenemos uno o varios libros de los que podemos afirmar, con don Félix, que son o han sido amigos nuestros, que nos han aconsejado e incluso reprendido, pero siempre a solas, en la intimidad de la conversación de tú a tú que normalmente establecemos con los libros (no soy muy dado a las lecturas públicas, la verdad, aparte de las de los domingos...).
Durante muchos años, por ejemplo, ha acompañado mi existencia, mis viajes, mis movimientos (mis desplazamientos y las mociones de mi alma) una inspirada obra que, editada en formato mini por la editorial Aguilar, cabía en un bolsillo del pantalón vaquero. Muy práctico. Agradecido quedo, siempre lo estaré, a la Plenitud de Amado Nervo, que me ha enseñado tanto, que me ha aconsejado tanto, que me ha reprendido tanto, y del que aún tanto espero aprender.
Agradecido estoy también, cómo no estarlo, a don Antoine, a su intimísimo amigo Principito, cuyas máximas presiden desde hace tiempo mi perfil en messenger, para recordarme, siempre, que lo esencial es invisible a los ojos, para enseñarme a mirar de otra manera.
No quiero extenderme en hacer un homenaje-repaso a los libros de mi existencia, pero sí debo mencionar otro, o mejor, todo un género. He aprendido mucho, pero mucho, leyendo los dramas de la mujer llevados al papel por Federico García Lorca (no sé si los disfrutaría tanto viéndolos representados por la sempiterna Espert como los disfruto posando los ojos sobre sus páginas). Pero de todos ellos me quedo con el menos dramático, el más lírico, el más especial (cada uno podrá pensar lo que le parezca, claro): Doña Rosita la soltera.
No sigo, ya que esto de revelar los libros de tu vida es como desnudarse en público, revelar (a quien sabe leer en el papel y en el alma) secretos y anhelos. Pero no vaya nadie a creer que con esto me ha descubierto: estos tres libros que he citado son sólo tres, grandísimos, pero sólo una porción, de los amigos asesores y reprensores que he tenido en mi vida de los que don Félix habla en su acertada frase-cita en verso de hoy.
Os deseo a todos un excelso día del libro.
Hoy es un día grande. Nadie me va a regalar ni libros ni rosas, y no es que nadie me quiera, sino que esta bonita costumbre no es demasiado practicada en mi entorno, aunque conozco gente que sí lo hace. En cualquier caso, todo homenaje, toda promoción, todo empuje a favor del libro me parece no bien, sino fantástico, maravilloso, genial. Siempre felicito a la gente que compra el periódico en el kiosco porque los periodistas también comemos. Mucho más felicitaré a quienes compran, leen, regalan o recomiendan libros, porque los editores, los autores, los ilustradores, los maquetadores, los correctores, los impresores, los montadores, etc., también comemos.
Lógicamente, hoy va de libros. Feliz día del libro a todos. ¡Y quiero mi libro y mi rosa, jopetas!
«Es cualquier libro discreto
(que si cansa, de hablar deja)
un amigo que aconseja
y que reprende en secreto» (Lope de Vega).
Todos tenemos uno o varios libros de los que podemos afirmar, con don Félix, que son o han sido amigos nuestros, que nos han aconsejado e incluso reprendido, pero siempre a solas, en la intimidad de la conversación de tú a tú que normalmente establecemos con los libros (no soy muy dado a las lecturas públicas, la verdad, aparte de las de los domingos...).
Durante muchos años, por ejemplo, ha acompañado mi existencia, mis viajes, mis movimientos (mis desplazamientos y las mociones de mi alma) una inspirada obra que, editada en formato mini por la editorial Aguilar, cabía en un bolsillo del pantalón vaquero. Muy práctico. Agradecido quedo, siempre lo estaré, a la Plenitud de Amado Nervo, que me ha enseñado tanto, que me ha aconsejado tanto, que me ha reprendido tanto, y del que aún tanto espero aprender.
Agradecido estoy también, cómo no estarlo, a don Antoine, a su intimísimo amigo Principito, cuyas máximas presiden desde hace tiempo mi perfil en messenger, para recordarme, siempre, que lo esencial es invisible a los ojos, para enseñarme a mirar de otra manera.
No quiero extenderme en hacer un homenaje-repaso a los libros de mi existencia, pero sí debo mencionar otro, o mejor, todo un género. He aprendido mucho, pero mucho, leyendo los dramas de la mujer llevados al papel por Federico García Lorca (no sé si los disfrutaría tanto viéndolos representados por la sempiterna Espert como los disfruto posando los ojos sobre sus páginas). Pero de todos ellos me quedo con el menos dramático, el más lírico, el más especial (cada uno podrá pensar lo que le parezca, claro): Doña Rosita la soltera.
No sigo, ya que esto de revelar los libros de tu vida es como desnudarse en público, revelar (a quien sabe leer en el papel y en el alma) secretos y anhelos. Pero no vaya nadie a creer que con esto me ha descubierto: estos tres libros que he citado son sólo tres, grandísimos, pero sólo una porción, de los amigos asesores y reprensores que he tenido en mi vida de los que don Félix habla en su acertada frase-cita en verso de hoy.
Os deseo a todos un excelso día del libro.
Comentarios
Desnudándome, debo de reconocer que "Las cuatro Plumas" han sido una de mis lecturas preferidas. Amor y honor. Patria y servicio. Valor y cobardía.
Yo sí tenía la costumbre de usar mi onomástica para regalar un libro en casa, pero este año me he despistado. El año que viene ración doble