Un breve comentario sobre la presentación, ayer, de un voluminoso e interesante libro sobre san Francisco de Asís, cuyo autor, Fr. Tomás Gálvez, falleció el pasado mes de agosto y no pudo, pues, ver su gran obra, su hijo predilecto, terminado. El libro se llama, precisamente, Francisco de Asís, paso a paso. Sobre la presentación doy cumplida reseña en el blog de SP en RD (http://blogs.periodistadigital.com/sanpablo.php), así que quien desee saber cómo fue su desarrollo, en clave de crónica periodística redactada desde la fuente, no tiene más que acudir a la noticia para descubrirlo. Yo aquí quiero comentar mis impresiones personales sobre el libro y sobre su presentación.
El acto se celebró en un colegio de los Franciscanos Conventuales en Batán, uno de esos lugares en los que, al entrar, tienes una sensación de serenidad que está en el ambiente y que se percibe a través pero más allá de la limpieza, de los carteles e imágenes religiosas que pueblan las paredes, de las zonas ajardinadas y de las macetas, siempre tan cuidadas, o del primor con el que se cuida la capilla.
El libro lo presentó un obispo, Jesús Sanz Montes, obispo de Jaca y Huesca, un hombre sereno cuya alocución, aunque para mi gusto algo extensa, fue sumamente interesante, profunda y razonada. Junto a él, en la mesa, mi jefe, que hizo un discurso algo soso (no suele, es un hacha provocando la sonrisa) pero correcto, y dos frailes franciscanos, con su hábito, que nos hablaron de la Congregación y sobre todo del autor. Los frailes franciscanos también transmiten serenidad: la sencillez de su hábito y de sus sandalias (fuera de la playa y la piscina, el único lugar donde ver pies descubiertos no me incomoda es, precisamente, un entorno conventual), pero sobre todo ese aire de beatitud (no de beatería, sino de alegría fundada) en su rostro, esa bondad que se refleja en cada movimiento de sus manos, en cada sonrisa, en cada palabra.
Todo, ambiente y anfitriones, permitían evocar mejor al verdadero protagonista, Francisco de Asís. Al santo biografiado en este extenso libro (720 páginas) que da cuenta, de una manera cronológica, bebiendo de muchísimas fuentes y precisando en todo momento los lugares de la acción, de su vida, la vida del hombre seguramente más admirado por la Humanidad (con mayúscula) que tiene y admira la humanidad. Un libro largo y complejo que a la vez es sencillo y fácil de leer. Porque Francisco es de esas personas a las que les coges el gusto y le sigues los pasos, las palabras, hasta adoptar casi (ojalá) su humor, su carisma. Porque su autor es un hombre culto que escribe bien, pero sobre todo porque es un gran admirador, con amor de hijo, de Francisco, el pobre de Asís.
El acto se celebró en un colegio de los Franciscanos Conventuales en Batán, uno de esos lugares en los que, al entrar, tienes una sensación de serenidad que está en el ambiente y que se percibe a través pero más allá de la limpieza, de los carteles e imágenes religiosas que pueblan las paredes, de las zonas ajardinadas y de las macetas, siempre tan cuidadas, o del primor con el que se cuida la capilla.
El libro lo presentó un obispo, Jesús Sanz Montes, obispo de Jaca y Huesca, un hombre sereno cuya alocución, aunque para mi gusto algo extensa, fue sumamente interesante, profunda y razonada. Junto a él, en la mesa, mi jefe, que hizo un discurso algo soso (no suele, es un hacha provocando la sonrisa) pero correcto, y dos frailes franciscanos, con su hábito, que nos hablaron de la Congregación y sobre todo del autor. Los frailes franciscanos también transmiten serenidad: la sencillez de su hábito y de sus sandalias (fuera de la playa y la piscina, el único lugar donde ver pies descubiertos no me incomoda es, precisamente, un entorno conventual), pero sobre todo ese aire de beatitud (no de beatería, sino de alegría fundada) en su rostro, esa bondad que se refleja en cada movimiento de sus manos, en cada sonrisa, en cada palabra.
Todo, ambiente y anfitriones, permitían evocar mejor al verdadero protagonista, Francisco de Asís. Al santo biografiado en este extenso libro (720 páginas) que da cuenta, de una manera cronológica, bebiendo de muchísimas fuentes y precisando en todo momento los lugares de la acción, de su vida, la vida del hombre seguramente más admirado por la Humanidad (con mayúscula) que tiene y admira la humanidad. Un libro largo y complejo que a la vez es sencillo y fácil de leer. Porque Francisco es de esas personas a las que les coges el gusto y le sigues los pasos, las palabras, hasta adoptar casi (ojalá) su humor, su carisma. Porque su autor es un hombre culto que escribe bien, pero sobre todo porque es un gran admirador, con amor de hijo, de Francisco, el pobre de Asís.
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