Dicen que la distancia es el olvido, pero yo no concibo esa razón. Siempre me ha gustado mucho esta afirmación, con la que comienza un hermoso bolero que unos amigos míos cantaban. Digo cantaban porque, desgraciadamente, han dejado de hacerlo, al menos como grupo estatuido formal. Pero no, esto no es una queja, es decir, que puede que sí. Yo me refería a la distancia, al alejamiento espacio-temporal al que nuestras circunstancias personales nos obligan indefectiblemente. Alejamiento que hace que no nos veamos, que no nos oigamos, que ni siquiera nos escribamos. Alejamiento que no es, me consta, ruptura, pues la comunión, esa comunión de la que hablo al pie del blog (siempre hay que leerse la letra pequeña) existe. Es difícil de explicar, es difícil de comprender, pero esa comunión existe. No sin dificultades, no sin grietas, no sin rasguños o rasgones en su envoltorio, pero existe. Por eso la frase-cita de hoy (Proverbia.net, jueves 28 de mayo) me viene al pelo:
«El hombre está dispuesto siempre a negar todo aquello que no comprende» (Blaise Pascal).
En principio, parece que Blas ha dicho una de esas frase-citas de las de punto redondo y ya está, no hay más que hablar y es la última palabra, porque no hay peros que valgan y se acabó la discusión.
¿De veras? Atornillemos un poco a Blas, mejor a su frase-cita, que no sé si la Concostrina me dejaría andar toqueteando los huesos pascalianos.
Obviamente, pero todo hay que decirlo, cuando Blas dice «el hombre» estáse refiriendo al género humano en general, sin distinción alguna. Lo políticamente correcto sería decir el ser humano, pero, a tenor de los últimos descubrimientos científicos, hablar de ser humano reduciría considerablemente el número de individuos: los seres ovinos que actúan como borregos, los seres haréngidos que actúan como boquerones, los seres elefantiásicos que lo rompen todo en la cacharrería o los seres zorrunos que lo hurtan todo ladinamente podrían no estar incluidos en la categoría de los seres humanos. Depende de en qué semana de gestación pasaron de maceta a feto humano.
Dice luego Blas que «está dispuesto a negar todo aquello que no comprende». No te entiendo, Blas, ergo no existes. No, pero existió, y permanecen sus obras (por cierto, que a Blas debo en parte los de los pensées). Esta afirmación pascaliana me parece relativa. Porque me parece que no siempre el hombre niega lo que no comprende (a veces prescinde de preguntárselo, otras se galleguiza y dice que haberlas haylas), no siempre lo hace de forma individual y consciente, sino adherido a un grupo (no es borreguismo, tampoco podemos andar haciéndonoslo todo solos, no daríamos abasto o no necesitaríamos a nadie), y no todos los hombres, individualmente, niegan lo que no comprenden.
Está quien no comprende algo y lo niega, quien no lo comprende y pasa, quien no lo comprende pero actúa como que lo comprendiera, para pasar inadvertido, y quien no lo comprende pero le conviene que los demás piensen que lo comprende, y quien no lo comprende y hace todo lo posible por comprenderlo y por explicárselo a los demás.
Sólo tenéis que sustituir ese algo por algo concreto (el teorema de Arquímedes, la evolución de las especies, el origen del cáncer, la existencia y la obra de Dios…).
Lo siento, Blas. Punto.
«El hombre está dispuesto siempre a negar todo aquello que no comprende» (Blaise Pascal).
En principio, parece que Blas ha dicho una de esas frase-citas de las de punto redondo y ya está, no hay más que hablar y es la última palabra, porque no hay peros que valgan y se acabó la discusión.
¿De veras? Atornillemos un poco a Blas, mejor a su frase-cita, que no sé si la Concostrina me dejaría andar toqueteando los huesos pascalianos.
Obviamente, pero todo hay que decirlo, cuando Blas dice «el hombre» estáse refiriendo al género humano en general, sin distinción alguna. Lo políticamente correcto sería decir el ser humano, pero, a tenor de los últimos descubrimientos científicos, hablar de ser humano reduciría considerablemente el número de individuos: los seres ovinos que actúan como borregos, los seres haréngidos que actúan como boquerones, los seres elefantiásicos que lo rompen todo en la cacharrería o los seres zorrunos que lo hurtan todo ladinamente podrían no estar incluidos en la categoría de los seres humanos. Depende de en qué semana de gestación pasaron de maceta a feto humano.
Dice luego Blas que «está dispuesto a negar todo aquello que no comprende». No te entiendo, Blas, ergo no existes. No, pero existió, y permanecen sus obras (por cierto, que a Blas debo en parte los de los pensées). Esta afirmación pascaliana me parece relativa. Porque me parece que no siempre el hombre niega lo que no comprende (a veces prescinde de preguntárselo, otras se galleguiza y dice que haberlas haylas), no siempre lo hace de forma individual y consciente, sino adherido a un grupo (no es borreguismo, tampoco podemos andar haciéndonoslo todo solos, no daríamos abasto o no necesitaríamos a nadie), y no todos los hombres, individualmente, niegan lo que no comprenden.
Está quien no comprende algo y lo niega, quien no lo comprende y pasa, quien no lo comprende pero actúa como que lo comprendiera, para pasar inadvertido, y quien no lo comprende pero le conviene que los demás piensen que lo comprende, y quien no lo comprende y hace todo lo posible por comprenderlo y por explicárselo a los demás.
Sólo tenéis que sustituir ese algo por algo concreto (el teorema de Arquímedes, la evolución de las especies, el origen del cáncer, la existencia y la obra de Dios…).
Lo siento, Blas. Punto.
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