El Calendario Camino, Verdad y Vida 2012. Un santo para cada día, es un calendario tipo «taco» que contiene una hoja por día: en el anverso, información referente al día en curso; en la trasera, una página de información de diversa índole. Entre esas páginas hay doce, una para cada mes, que están dedicadas a la decoración floral y que han sido escritas por un servidor. Como fuera que ya muchas de ellas han visto la luz (sólo quedan sin «salir» las del último cuatrimestre), creo que va siendo hora de que las publique, como hijas mías que son, en mi blog, con el título genérico de «curso cursi».
La
Navidad , y
diciembre en general, son meses fríos que requieren calidez y luminosidad. Es buen
momento para componer ramos con diversos tipos de follaje (acebo, muérdago,
eucalipto, hiedra, tejo, tuya, ciprés...), salpicados con llamativos rojos,
naranjas y blancos de claveles, rosas o gerberas, por ejemplo, y alguna vara de
ipericum granate.
Enero: Claveles y otras flores
Tradicionalmente se ha identificado el mes de enero con los claveles.
Originarios de Asia, los Dianthus o claveles son flores resistentes y
duraderas, de vivos colores y suave perfume. Se dice que simbolizan el orgullo,
la belleza, la admiración y la gratitud. Federico García Lorca, en su obra Doña
Rosita la soltera o el lenguaje de las flores, en el poema «Lo que dicen
las flores», señala lo siguiente: «Dice el jazmín: “Seré fiel”, y el clavel:
“Apasionada”». Un buen ramo de claveles de un tono cálido colocados en un
jarrón alto alegrará cualquier rincón de tu casa en las frías tardes de enero.
Puedes hacer también un bonito ramo de anémonas de jardín colocadas en
un vaso pequeño con abundante agua, con una composición sin follaje en la que
las flores queden bastante juntas. La anémona, conocida como flor del viento,
puede ser blanca, roja o de tonos azulados.
También puedes encontrar strelitzias, comúnmente conocidas como
«esterlicias» o aves del paraíso, que resultan muy llamativas en un jarrón alto
de cuello abocinado, o anthurium rojo, en este caso en jarrón alto de
cuello estrecho.
Febrero: Iris y mimosas
En febrero comienza la época de floración del iris, planta bulbosa
también conocida como lirio, cuyos colores más frecuentes son azul, malva,
blanco y amarillo. El iris simboliza la fe, el valor y la sabiduría. Combinado
con eucaliptus, con sus hojas en un tono verde-plateado y su fragante aroma,
los iris, morados y blancos, formarán un bonito ramo. Es conveniente disponer
primero en el jarrón el eucaliptus, para que sus tallos, al cruzarse, ofrezcan
una sujeción más segura a los iris, de tallo más delicado y flexible.
También la mimosa (Acacia dealbata), con su espectacular y
luminoso color amarillo, está en febrero en todo su apogeo. Su carácter
arbustivo y la dureza de sus tallos permiten componer ramos amplios en jarrones
rústicos, de latón o de barro cocido, que se pueden complementar, quizá, con
unas hojas de helecho.
En un jarrón alto de cuello no muy abierto, para que sus tallos no
doblen demasiado, destacan muy bien las gerberas. También en un jarrón estrecho
resulta muy aparente un ramo de lisianthus blanco combinado con solidago, flor amarilla también conocida
como «vara de san José».
Marzo: Narcisos y lilas
Los narcisos son plantas bulbosas de hojas largas y estrechas y flores
blancas o amarillas que florecen a finales del invierno o principios de la
primavera. Se los identifica con el renacer de la vida, con el comienzo de un
nuevo ciclo, y presentados en ramilletes prometen felicidad y alegría. El ramo
resultará aún más vistoso si combina los narcisos amarillos y blancos con unas
ramas de hiedra verde oscura.
En marzo ya empieza a ser común encontrar lilas. El lilo (Syringa
vulgaris) es un arbusto oléaceo de hojas con el haz verde oscuro y el envés
blanquecino y flores pequeñas, violetas y olorosas. Un jarrón de tipo rústico,
o bien una regadera o un cubo no muy ancho de latón quedarán espléndidos con un
buen ramo de lilas, que no requieren más acompañamiento.
Desde el otoño y hasta bien entrada la primavera podemos encontrar
pensamientos, que resultan vistosos y decorativos dispuestos en bouquet en una
pequeña copa. Las gardenias, con su característico color crema y sus brillantes
hojas verde oscuro, crean un conjunto armónico dispuestas en un búcaro de
porcelana blanca.
Abril: Margarita y olivo
El mes de abril significa el estallido de la primavera. Este tiempo se
identifica con la margarita, una flor sencilla y modesta que personifica la
alegría y la inocencia infantil. Solas o acompañando a otras flores, como
lilium, alstroemerias, crisantemos o gerberas, componen ramos alegres y
coloridos, tanto en un solo tono (resultan muy vistosos los colores «fuego»,
como el rojo o el naranja, quizá con algún toque de solidago amarillo) como en
combinaciones de dos o tres colores, o incluso en ramos «primavera» multicolor.
La cercanía del Domingo de Ramos, fecha en la que es tradicional
bendecir ramos de olivo, palma y romero, nos permite aprovechar dichos ramos
para hacer una bonita combinación de distintos tonos de verde, tanto en seco
como en un jarrón con agua o en un centro con esponja húmeda.
Continúa siendo tiempo de lilas, que pueden resultar muy llamativas
combinadas con tulipanes, rosas o blancos, por ejemplo, en un jarrón de latón o
de gres. Los tulipanes también combinan estupendamente con ramas de ciruelo,
melocotonero u otros frutales en floración.
Mayo: Lirios y rododendros
Mayo, el mes María y de las flores, se identifica de una manera
expresa con los lirios, ya que estos se asocian también a la Virgen María. Los
lirios blancos representan virtud, y también dulzura, humildad, pureza de
corazón y honor. Federico García Lorca, en Doña Rosita la soltera o el
lenguaje de las flores, los identifica con la esperanza. En general, los
lirios no necesitan más compañía que a sí mismos para conformar un espléndido
centro o jarrón.
Continúa siendo un buen momento para los tulipanes, de todas las
formas y colores, que pueden disponerse en vasos altos y estrechos o bien en jarrones
tipo globo con el cuello estrecho.
Mayo resulta un momento privilegiado para los muguetes o lirios del
valle, con sus blancas florecillas péndulas en forma de campana y de
maravillosa fragancia dulce. Solos, o acompañados de muscaris o nazarenos, con
sus llamativas flores azules, resultan muy agradables en un jarrón no muy alto.
Resultan impactantes por su forma, colorido y tamaño los rododendros,
bien solos o acompañados de azaleas.
Junio: Rosas y peonías
Junio es el tiempo de las rosas, quizá la flor más rica en simbología
(según sea su color tiene un significado distinto, y según el número de flores
que componen el ramo, el mensaje varía), que suele significar belleza y
perfección. La vistosa majestuosidad de esta flor aconseja que los ramos le cedan
todo el protagonismo; conviene que su acompañamiento sea discreto, como el
helecho; menudo, como el solidago amarillo o la paniculata blanca; ligero, como
las espigas de gramíneas; o elegante, como las hojas de aspidistra dobladas.
Aunque se suelen preferir los ramos monocolores, últimamente triunfan las rosas
bicolores, que combinan dos tonos en sus pétalos, lo que da más vivacidad si
cabe al ramo.
Las peonías, con flores de agradable aroma y hojas segmentadas de
color verde intenso, dispuestas en un jarrón rectangular o cuadrado de cristal,
tipo acuario, forman una composición densa, sofisticada y suntuosa.
Si se busca un estilo más campestre, se puede hacer una combinación
blanquivioleta en un jarrón de latón o de barro mezclando unas ramas de espino
albar con campánulas o con ipomeas.
Julio: Delfinium y calas
El delfinium (Delphinium ajacis), también conocido como espuela
de caballero, es una planta alta y estilizada, con flores en formación espigada
o arracimada, y con vivos colores que van desde el púrpura oscuro al blanco
crema, pasando por toda una gama de diferentes matices de azul. La flor del mes
de julio simboliza un corazón abierto y un afecto ardiente, a la vez que su
estilizado aspecto sugiere una sensación de ligereza y frescura, muy adecuado
para el estiaje. Disponga un buen ramo de delfinium en tonos blancos y azules
en un vaso alto y grande.
Los altramuces son plantas leguminosas de flores arracimadas en color
azul, rosa, blanco o violeta. En un recipiente de cobre, por ejemplo una regadera,
reúna un ramo de altramuces blancos y combínelos con digitales de color púrpura
claro, y unas pocas ramas de helecho.
Las azuladas flores del aciano forman una bonita combinación con el
perifollo, de menudas flores blancas dispuestas en umbela. Si busca una
composición más elegante, disponga en un jarrón alto de boca no muy ancha un
ramo de calas blancas con hojas de aspidistra.
Agosto: Gladiolos y hortensias
El gladiolo es una planta iridácea que supera fácilmente los 60 cm de altura. Flores muy
comunes en agosto, aunque pueden florecer todo el año en climas cálidos, su
nombre procede del latín gladius, que significa espada. En consonancia con
su etimología, al gladiolo se le identifica con valores como la fuerza y la
integridad moral, pero también con el engreimiento. Como si de espadas en liza
se tratase, disponga en un jarrón alto los gladiolos cruzándolos en forma de
aspa.
La hortensia, con sus grandes hojas y sus flores agrupadas en corimbos
en tonos que van del rosáceo al morado, resulta igualmente vistosa. Disponga un
ramo de hortensias no demasiado frondoso en un jarrón de cerámica de boca ancha
y adórnelo con un poco de hiedra.
En el corazón del verano, las flores de agosto ofrecen múltiples
opciones decorativas. Prepare, por ejemplo, un ramo de zinias en un recipiente de
cobre, o disponga tres o cuatro girasoles en una tinaja grande o algún
recipiente rústico. Una combinación de liatrix malvas con lirios blancos harán
un efecto sorprendente acompañados de ramas de agracejo cayendo a lo largo del
jarrón.
Septiembre: Áster y dalias
El áster es una bella flor considerada como un talismán de amor y
símbolo de elegancia. Septiembre es su mes, pues su floración se produce, en
casi todas sus variantes, entre finales de verano y el otoño. Tanto el áster de
Escocia, también conocido como «cielo estrellado», con su flor rosácea o
violeta, como el áster de China, cuya flor, de pétalos en forma de tubo, puede
tener color azul, rosa, rojo o violeta, son una elección acertada para realizar
una decoración floral.
La dalia, flor que debe su nombre al botánico Andreas Dahl, discípulo
de Linneo, es una planta compuesta de vistosas y aromáticas flores de vivos
colores. Disponga las dalias en un jarrón clásico de boca ancha de la siguiente
manera: coloque primero seis dalias ligeramente recostadas con los tallos
entrecruzados para que así sirvan de sujeción al resto de las dalias en
posición vertical.
Si desea una decoración más rústica, es el momento de mezclar
angélica, con sus características flores verdeamarillentas en forma de
paraguas, con algunas ramas de zarza o de alguna especie de rosal arbustivo.
Octubre: Caléndulas y gerberas
Brillantes y coloridas, las grandes flores anaranjadas de la caléndula
la convierten en la quintaesencia de las flores de la estación otoñal. También
conocida como maravilla, la caléndula simboliza la gracia y el afecto. Su aromático
follaje, de un color verde fuerte, permite que sus ramos no requieran otro
acompañamiento para componer un precioso ramo lleno de frescura y vivacidad.
La gerbera, también conocida como margarita africana, es una planta
herbácea, vivaz, en roseta, cuyas flores tienen un diseño similar al de la margarita
o el áster, de colores muy diversos. En floristería su tallo suele alambrarse,
para favorecer que se mantengan enhiestas por más tiempo. Las gerberas resultan
muy llamativas solas o en ramos uniformes, en un jarrón alto de cuello no muy
ancho, o como acompañamiento en ramos compuestos con margaritas, alstroemerias,
lilium y otras flores.
Aún es tiempo de gladiolos; aproveche la ocasión y disponga varias
varas a diferentes alturas, haciendo una composición simétrica en forma de óvalo.
Noviembre: Crisantemos
Símbolo del sol, el crisantemo es una flor muy apreciada en Extremo
Oriente, de donde procede. De hecho, si en Japón se la considera representación
de la perfección, en toda Asia, por influencia de Confucio, es la flor asociada
a la meditación. El crisantemo, tradicionalmente utilizado en Occidente como
ofrenda floral en el día de Difuntos, significa optimismo, felicidad y
longevidad. La amplia variedad de crisantemos, de diferentes especies, formas y
colores nos permite también una enorme riqueza de ramos. Pueden combinarse, por
ejemplo, crisantemos anastasia, tan delicados como hermosos, con eucalipto, o con
acebo, en composiciones que no deben resultar muy recargadas ni pesantes. Los
crisantemos pompón, como también los crisantemos anastasia, que puede encontrar
fácilmente en las floristerías, combinan magníficamente con margaritas y
gerberas, por ejemplo.
Este puede ser también un buen momento para adornar un florero
estilizado con una rama de orquídea, que puede durar entre dos y tres semanas y
aportará un toque de delicadeza y refinamiento a su hogar, o con anthurium
rojo.
Diciembre: Poinsetia y heléboro
La poinsetia, conocida también como flor de Pascua, está íntimamente
ligada a la Navidad ,
al igual que el acebo o el abeto. El intenso rojo de sus hojas simboliza la
alegría y la felicidad. Las macetas de poinsetia, tanto las de hoja roja como las
de hoja blanca, aportan viveza y color al hogar.
El heléboro, o rosa de Navidad, es una planta de vigorosa floración en
épocas de temperaturas frías. Sus hermosas flores, blancas o rosáceas, con su intenso follaje
verde, permiten conformar también un bonito centro de mesa o un elegante jarrón.
Si busca una formación más original y exótica, puede hacerse con algunas
amarilis rojas y combinarlas con algunas ramas de tejo, o disponer varias
esterlitzias adornadas con hojas de aspidistra.
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