Ir al contenido principal

Honrado de aparecer en la Revista Velezana


Portada del nº 35 (año 2017) de la Revista Velezana,
editada por el Centro de Estudios Velezanos
de Vélez Rubio (Almería).
Ha sido un largo, larguísimo proceso, pero creo que el resultado ha merecido la pena. Me refiero al artículo que mi amigo Luis Bañón Lara ha publicado en la Revista Velezana sobre su tío abuelo, Luis Bañón García (1893-1912), y que se titula Remembranzas de una época. (Auto) retratos de una amistad. Un artículo para el que, desde el comienzo de su redacción, ha contado con mi colaboración. Un artículo que ha tenido muchas manos: un autor, y creador de la ilusión de indagar y escribir el resultado de esta investigación, y varias aportaciones estilísticas, históricas, técnicas, literarias... Diversas voces, diversos estilos, diversos modos narrativos, diversos criterios que han requerido de un proceso de revisión y corrección para darle unidad y facilitar su lectura. Dice mi amigo Luis, a quien mueve el afecto, que mi labor ha sido fundamental. No tal, ya que sin texto que leer, sin datos que cotejar, sin fechas que corroborar, sin redacción que revisar, no hay posibilidad y necesidad de corrector.

Pero vamos al origen. ¿Qué puede mover, aparte del lógico interés personal por un miembro de su familia, hacer una ardua y larga investigación sobre un muchacho que apenas pasó de la adolescencia, y al que la muerte le sobrevino cuando solo comenzaba a amagar un futuro adulto? Precisamente, ese amago, que, como verá quien lea el artículo, era premonitorio.

Luis Bañón García era un joven con evidentes inquietudes artísticas que su padre, viendo el entusiasmo y las habilidades de su hijo, animó y fomentó. Vivió, además, en un tiempo y en un lugar que fue caldo de cultivo de corrientes artísticas que removieron los cimientos culturales de España pocos años después... de la muerte prematura de Luis. Conoció, y cultivó la amistad con él (esa amistad de adolescente, tan crucial, tan vital, tan perecedera en el corazón y en el recuerdo al cabo de los años) a Manuel Ángeles Ortiz, que acabaría siendo un pintor de renombre (no hay más que buscarlo en google, si no me creéis).

Luis aprendió dibujo y pintura de grandes figuras de su época, y se aficionó a la fotografía, iniciándose en un estilo, en un modo de hacer fotografía, que poco tiene que envidiar al de grandes figuras de la fotografía que aún no habían comenzado ejercer como tales cuando Luis falleció.

Su magnífica trayectoria se quebró con unas fiebres que lo arrancaron de este mundo antes de que hubiera podido dejar huella: apenas unas carpetas de dibujos, algunas pinturas, bocetos inacabados, y un puñado de clichés de cristal. Todo, o casi todo, quedó guardado, y fue cayendo poco a poco en el olvido. Y solo la casualidad, y la curiosidad de su sobrino nieto, que comparte con su tío algo más que el nombre (su capacidad de entusiasmarse, su interés por el arte, su capacidad de alimentar una amistad...), y luego de sus hermanos y tíos, ha hecho posible que podamos conocer a Luis Bañón García.

Para muchos solo será un muchacho que pintaba y hacía fotos y que murió muy joven. Para otros, si tienen ojos para leer más allá de lo que el artículo dice (y las fotografías que lo ilustran atestiguan), estaremos delante de un artista en ciernes que pudo ser alguien a quien hoy, si la muerte no lo hubiera sorprendido demasiado pronto, estaríamos estudiando en libros de arte.

Al menos, ahora, podemos estudiarlo, gracias a mi amigo Luis y a las personas que han colaborado con él en la redacción de este artículo: Carmen Silva Heras, Jesús Bañón Lafont, Luis Puerta Hernández y Luis Briones Briones. Todos ellos, sobre todo Luis, me han permitido colaborar como corrector en un proyecto apasionante. Y además, figurar como "copartícipe crucial e imprescindible del proyecto" en los agradecimientos. Y salir en los "títulos de crédito" es siempre una forma de apalabrarse la posteridad...


Comentarios

Entradas populares de este blog

Un pensamiento de Arthur Schopenhauer

Buenos días, queridos amigos. La semana ha sido intensa, amén de tensa. La crispación ha estado rondándome a diario, mañana, tarde y, sobre todo, noche en forma de contracturas, carencia de relajación muscular (¿pero, de verdad tengo músculos?, no sabía) y dificultad de conciliar el sueño. Factores varios han hecho posible tal convergencia de calamidades sobre mi cuello. El menos importante, quizá, es el que va a dar pie a la reflexión de hoy, debido a que ha sido recurrente hasta alcanzar un elevado grado de pesor. Me explico: veo poco la televisión, pero cuando lo hago, aunque no quiera, aparece cierto personaje femenino, con cara de arenque ahumado pasado de fecha y un carácter que nunca ha conocido virtud alguna, lanzando burdeces por su orificio bucal. Y mi pregunta siempre ha sido: ¿qué tiene esta tipa para salir a todas horas, todos los días, en todos los programas y revistas de zafiedad (antes sociedad)? Una respuesta podría ser «dinero y desvergüenza», y quizá esa sea la respu...

Si amas a Dios, de Amado Nervo

Este es uno de los más hermosos poemas en prosa de Amado Nervo; pertenece a su obra Plenitud. Si amas a Dios, en ninguna parte has de sentirte extranjero, porque Él estará en todas las regiones, en lo mas dulce de todos los paisajes, en el limite indeciso de todos lo horizontes. Si amas a Dios, en ninguna parte estarás triste, porque, a pesar de la diaria tragedia Él llena de jubilo el Universo. Si amas a Dios, no tendrás miedo de nada ni de nadie, porque nada puedes perder y todas las fuerzas del cosmos, serían impotentes para quitarte tu heredad. Si amas a Dios, ya tienes alta ocupación para todos los instantes, porque no habrá acto que no ejecutes en su nombre, ni el mas humilde ni el mas elevado. Si amas a Dios, ya no querrás investigar los enigmas, porque lo llevas a Él, que es la clave y resolución de todos. Si amas a Dios, ya no podrás establecer con angustia una diferencia entre la vida y la muerte, porque en Él estás y Él permanece incólume a través de todos los cambios.

Un pensamiento de Mario Vargas Llosa

Hola, corazones. Me gusta la gente que cuando recibe la noticia de que se le ha concedido un premio, muestra su alegría, su sorpresa y su satisfacción por partes iguales, sin ese extraño temor a que te critiquen, sin ese esnobismo de intelectual progre o simplemente rarito que ha motivado que muchos otros hayan aceptado el premio profiriendo previamente alguna grosera boutade . Olé, pues, por Mario Vargas Llosa , que exulta. Con los Nobel me suele ocurrir, además, que mis vírgenes oídos en el vasto territorio de la literatura mundial jamás hayan oído pronunciar el nombre del ganador (Hertas, Jelineks, Koetzees o como se llamen han sido para mí absolutamente ajenos), o que, incluso habiendo leído alguna excelente obra del premiado, su persona me caiga redonda, gorda o rematadamente mal (si digo sus nombres, alguno me crucificará, pero si son excelentes La colmena o La balsa de piedra , por ejemplo, no lo son tanto los gases de cuerpo y mente que en ocasiones sus autores han desprendido...