Ya lo tengo dicho en mi Facebook: «De nuevo en la poesía mística enfrascado ando...», con esa especial y poética manera de desordenar o reubicar las palabras en su orden más sonoro y efectista. Y esa elevación me tiene como me tiene porque hallo lo que no hallo y duelo lo que no duele. Y ganas pocas ostento de comentar hoy la frase ni de darle al vil teclado más sustancia que la justa para terminar temprano.
Así que, ¡hale, al grano!
«Muy débil es la razón si no llega a comprender que hay muchas cosas que la sobrepasan» (Blaise Pascal).
¿Cualo, lo qué? ¿Cómo? Pero, ¿qué dice? Nontiendo niente, Blas Pascual. ¿Será entonces que mi razón es fuerte? Mira que lo dudo.
No me está invitando Blas a no preguntarme nada, a no indagar soluciones, a no buscar la verdad. No va por ahí la cita. Más bien –intuyo, colijo– lo que busca nuestro amigo es que dejemos pasar, cuando raciocinio y mente nos quieran aconsejar, a la duda, a la pregunta, a la fe y a la esperanza, al amor y a aquella frase que tantas veces decimos –y muchas con fundamento–: «No lo sé, pero así es».
¿Que no me entiendes? No lo sé, pero te quiero; no sé qué, ni sé por qué, pero hay cosas en ti que me elevan hasta el cielo y otras que al despespero me arrojan en un momento (pero el saldo es positivo).
[Dios mío, pero qué extraño que me encuentro esta mañana que a golpes de ritmo escribo y a saltos de mata pienso. Mejor me callo. Sobre todo, sobre todo, porque el trabajo me espera y esta vez me sobrepasa (como a la razón de Blas le pasa con muchas cosas)].
¡Hasta luego!
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