Pereza, galbana, desidia,
desgana, vagancia, gandulería, holgazanería, negligencia, dejadez, apatía…
Astenia primaveral, inactividad estival, depresión posvacacional, taciturnia
otoñal, congelación invernal, desolación estepeña, soledad desértica,
desmotivación laboral, cansancio de vida, difuminación del horizonte…
¿Siento todo eso? ¡No, por
Dios! Estaría muerto, y seguramente no disfrutando de la gloria del Padre.
Son más bien sensaciones
que van y vienen, que adoptamos o nos adoptan en ocasiones, que nos hacen decir
cosas como ya no puedo más, me quiero ir, qué hago yo aquí, qué manera de tirar
el tiempo, yo debería estar en otro lado, no aguanto más…
Cosas que a todos nos han
pasado y que todos hemos dicho alguna vez. En momentos en los que hemos
perdido, o se nos ha ocultado a los ojos del corazón, la esperanza. Por eso la frase-cita de
la escritora americana Pearl S. Buck
me viene de perlas, jaja:
Caramba con Perlita…
Así que cuando las cosas nos van
mal, no debemos perder la esperanza, ¿no? Cuando nos parece que lo que tenemos
delante es demasiado grande para nosotros, que no vamos a ser capaces de
moverlo, no debemos perder la esperanza… Cuando el calor nos asfixia o el frío
nos paraliza, cuando el clima y las estaciones ejercen su influencia sobre
nosotros, no debemos perder la esperanza… Cuando nada nos motiva y todo nos
parece gris, aburrido, triste, anodino, no debemos parecer la esperanza… Cuando
lo que vemos alrededor nos parece un fangal que nos rodea y amenaza con
devorarnos en sus fétidas arenas movedizas, no debemos perder la esperanza…
Cuando lo único que podemos comer es un poco de pan para seguir tirando, no
debemos perder la esperanza… Cuando todo en la vida nos da pereza, no debemos
perder la esperanza…
Porque si perdemos la esperanza,
dice Perla, todo lo que hagamos, hasta comer pan, nos parecerá un lento camino
hacia el final. Si perdemos la esperanza de cambiar algo en nuestras vidas, sea
pequeño o grande, si nos dejamos vencer en nuestro interior por la pereza más
agobiante, todo nos parecerá un camino áspero, gris y difícil que no lleva a
ningún lado más que a una mayor desesperanza… Si perdemos la esperanza todo
trabajo o actividad nos parecerá un tedio infinito, todo entorno cenagoso nos
zambullirá en su ponzoñoso seno…
Creo yo, entiendo yo, que la
frase-cita de Perla es una invitación a no perder nunca la esperanza, ni
siquiera cuando lo único que tenemos es un poco de pan para comer. Puede
sentarnos mal. Como puede sentarnos mal desarrollar nuestra cotidianidad sin
esperanza, como una concatenación terrible y mortal de actos reflejos desde el
mismo momento en que suena el despertador…
Y la esperanza es verde. Como mi
última corbata. Como las corbatas que dice un chascarrillo que llevan quienes aclaman
Viva el Rey de España.
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