Ir al contenido principal

Un pensamiento de Tucídides



Lo que me sucede en la Feria, o la manera en que afronto lo que me sucede en la Feria, me ha proporcionado a lo largo de mi vida muy buenos momentos, felices y plenos. Y precisamente de la felicidad, de la manera en que hemos de buscarla, perseguirla y conseguirla, es de lo que quiero hablar hoy. Tomo para ello una frase-cita muy antigua, de unos cinco siglos antes de Cristo:

«El secreto de la felicidad está en la libertad, y el secreto de la libertad, en el coraje» (Tucídides).

Uno de los piropos más bonitos que me han dicho en mi vida (como no me han dicho muchos y me quiero demasiado, los guardo todos en la cajita de mis mejores recuerdos) es que siempre me he comportado con libertad y que seguramente siempre lo haré. Quizá sea demasiado suponer, pero el piropo tenía su contexto, y en dicho contexto (permítaseme la libertad de omitirlo) la cosa tenía sentido y no resultaba exagerada.

Imagino que entonces era feliz, o me sentía al menos con una cierta dosis de felicidad. Y además ya sabía reírme de mí mismo con soltura y sin amargura, lo cual hacía que los demás se rieran conmigo y no de mí. Algo que siempre he creído necesario, y que dejé plasmado en uno de los Momentos de sabiduría que considero más «míos».

Era feliz porque era libre. O al menos así me sentía. Pero era una libertad fácil, cómoda: todo me iba bien, no tenía grandes problemas, grandes deudas, grandes amenazas, grandes inseguridades. El coraje estaba latente, o al menos se le suponía.

Imaginemos que esa llanura de suave clima mediterráneo en la que se desarrollaba mi vida (la de cualquiera en un momento de agradable estabilidad) comenzara a verse amenazada por las lluvias, el granizo, las riadas, la gota fría… O por la sequía pertinaz (pertinaz fue el que logró unir ambas palabras en matrimonio indisoluble…). Amigo, entonces, ¿hay coraje para enfrentarse al clima, a las adversidades? ¿Hay coraje para capear el temporal, para poner remedio en futuras ocasiones a las inevitables avalanchas que te deparará de nuevo la vida? ¿Hay, en definitiva, ganas de vivir la vida libre y feliz?

Cuando ya no puedes hacer lo que quieres, decir lo que quieres, vivir como quieres (siempre dentro del orden y el respeto necesarios, claro está), más vale que le eches coraje a las cosas y recuperes la libertad que te están arrebatando si quieres ser feliz.

Igual necesito que me empujen. Igual salto yo solo. Sea como sea, no creo que la cosa se demore mucho.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un pensamiento de Arthur Schopenhauer

Buenos días, queridos amigos. La semana ha sido intensa, amén de tensa. La crispación ha estado rondándome a diario, mañana, tarde y, sobre todo, noche en forma de contracturas, carencia de relajación muscular (¿pero, de verdad tengo músculos?, no sabía) y dificultad de conciliar el sueño. Factores varios han hecho posible tal convergencia de calamidades sobre mi cuello. El menos importante, quizá, es el que va a dar pie a la reflexión de hoy, debido a que ha sido recurrente hasta alcanzar un elevado grado de pesor. Me explico: veo poco la televisión, pero cuando lo hago, aunque no quiera, aparece cierto personaje femenino, con cara de arenque ahumado pasado de fecha y un carácter que nunca ha conocido virtud alguna, lanzando burdeces por su orificio bucal. Y mi pregunta siempre ha sido: ¿qué tiene esta tipa para salir a todas horas, todos los días, en todos los programas y revistas de zafiedad (antes sociedad)? Una respuesta podría ser «dinero y desvergüenza», y quizá esa sea la respu

Si amas a Dios, de Amado Nervo

Este es uno de los más hermosos poemas en prosa de Amado Nervo; pertenece a su obra Plenitud. Si amas a Dios, en ninguna parte has de sentirte extranjero, porque Él estará en todas las regiones, en lo mas dulce de todos los paisajes, en el limite indeciso de todos lo horizontes. Si amas a Dios, en ninguna parte estarás triste, porque, a pesar de la diaria tragedia Él llena de jubilo el Universo. Si amas a Dios, no tendrás miedo de nada ni de nadie, porque nada puedes perder y todas las fuerzas del cosmos, serían impotentes para quitarte tu heredad. Si amas a Dios, ya tienes alta ocupación para todos los instantes, porque no habrá acto que no ejecutes en su nombre, ni el mas humilde ni el mas elevado. Si amas a Dios, ya no querrás investigar los enigmas, porque lo llevas a Él, que es la clave y resolución de todos. Si amas a Dios, ya no podrás establecer con angustia una diferencia entre la vida y la muerte, porque en Él estás y Él permanece incólume a través de todos los cambios.

Un pensamiento de Aristóteles

Buenos días, queridos amigos. No tengo hoy demasiadas ganas de pensar, espero que sepáis perdonarme. Así que me he enganchado al envío diario de Proverbia.net y he agarrado la primera frase que he visto, que responde a la categoría de «sueños» (un día hablaremos de cómo en Proverbia.net clasifican las frases según temas y categorías de una forma que a veces me resulta aleatoria: «Dios te lo pague», un suponer, lo clasificarían en «Dios», lógicamente, pero tampoco sería nada raro que apareciera en «paga», «sueldo», o «retribución»). Y aunque la frase-cita no habla más que de un tipo de sueños, y yo estoy ahora más cerca de las pesadillas o del insomnio que del onírico placer o de la eternidad de la ensoñación, he apuntado la frase, a ver qué sacamos de ella. «Considero más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la victoria sobre uno mismo» (Aristóteles). Ya digo que no tengo muchas ganas de pensar. Y para quien no desea p