Hola, corazones Dos grandes sensaciones me han quedado después de mi viaje relámpago (menos de una vida para conocer semejante ciudad es muy poco tiempo) a Roma, la Ciudad Eterna (¡y por muchos años!). En primer lugar, lo que no me había sucedido con otras ciudades europeas que sin embargo me han parecido bellísimas (Londres, Amsterdam, Oporto, Colonia…), me sucedió en Roma casi desde que llegué, y se acrecentó según me iba aproximando al avión de regreso a la Spagna. Tengo que volver, es algo que me repite insistente un yo íntimo de mis recónditos adentros que diríase reencarnación de algún patricio de época paleocristiana, preconstantiniana. La otra sensación de la que hablo, y que me ronda siempre que alguien se dirige a mí en algo distinto al español pronunciado con serena claridad, es que soy lo má negado del mundo para los idiomas. No es que no sea capaz de aprenderlos, no, sino que mi torpe cerebro se bloquea cuando mis exquisitos oídos oyen algo que de primeras no recon...
Nacido para ofercer un Pensamiento para cada semana, con un comentario personal, diferente, quizá original, no renuncio a que vuelva a su ser. De momento, será una colección de textos y vuelcos personales de todo tipo.