Bloque dedicado a nuestros autores, que se han hecho amigos y tienen el detalle de ofrecernos su tiempo, su entusiasmo y su trabajo.
Pero, ¡si somos compañeros!
Conversación con Beatriz Roldán, autora de La perforadora que no quería hacer agujeros redondos, que se firmó 26 ejemplares.
—¿Cuánto tiempo llevas trabajando en San Pablo?
—Catorce años.
—Ya son muchos. ¿Y qué estudiaste?
—Periodismo.
—¿En la Complutense?
—Sí.
—Claro, unas cuantas promociones detrás de la mía.
—Pero, Beatriz, si soy mayor que tú; hemos nacido el mismo año, y como yo soy del 3 de enero, tengo que ser mayor que tú con toda seguridad.
—Entonces, entonces... hemos tenido que ir a la misma clase.
—Roldán, Santos... ¡Pues es verdad!
(Y a partir de aquí, no transcribo, pues se sucede una larga lista de nombres para identificarnos, y un montón de detalles y curiosidades). Mientras, el goteo de firmas continúa y Beatriz las atiende con su mejor sonrisa y la inestimable ayuda de su hija Alejandra Fujuan, que imprime diversos dibujos con un tampón en cada libro dedicado.
Firmas con estilo propio
Nuestros autores no sólo firman, sino que cuidan sus firmas aportando detalles originales, alegres, que hacen único su estilo. Por ejemplo, Paloma Orozco Amorós, que va cargada de tampones con dibujos de unicornios, princesas, dragones y demás seres mágicos para imprimir su peculiar sello a cada libro. Algo parecido a lo que hizo también Beatriz Roldán. Andrés Guerrero, como autor e ilustrador que es, firma y dibuja cada dedicatoria, y a veces no sólo en el libro: muchas jóvenes lectoras se iban con un reloj pintado (y firmado) en la muñeca. O Violeta Monreal, que con papeles cortados a mano, pegamento, su colección de figuritas de papel metalizado (estrellas, corazones, notas musicales, flores, mariposas, balones...) y un rotulador convierte cada libro en una obra de arte, personalizada según las indicaciones de sus jóvenes lectores.

Pero, ¡si somos compañeros!
Conversación con Beatriz Roldán, autora de La perforadora que no quería hacer agujeros redondos, que se firmó 26 ejemplares.
—¿Cuánto tiempo llevas trabajando en San Pablo?
—Catorce años.
—Ya son muchos. ¿Y qué estudiaste?
—Periodismo.
—¿En la Complutense?
—Sí.
—Claro, unas cuantas promociones detrás de la mía.
—Pero, Beatriz, si soy mayor que tú; hemos nacido el mismo año, y como yo soy del 3 de enero, tengo que ser mayor que tú con toda seguridad.
—Entonces, entonces... hemos tenido que ir a la misma clase.
—Roldán, Santos... ¡Pues es verdad!
(Y a partir de aquí, no transcribo, pues se sucede una larga lista de nombres para identificarnos, y un montón de detalles y curiosidades). Mientras, el goteo de firmas continúa y Beatriz las atiende con su mejor sonrisa y la inestimable ayuda de su hija Alejandra Fujuan, que imprime diversos dibujos con un tampón en cada libro dedicado.
Firmas con estilo propio
Nuestros autores no sólo firman, sino que cuidan sus firmas aportando detalles originales, alegres, que hacen único su estilo. Por ejemplo, Paloma Orozco Amorós, que va cargada de tampones con dibujos de unicornios, princesas, dragones y demás seres mágicos para imprimir su peculiar sello a cada libro. Algo parecido a lo que hizo también Beatriz Roldán. Andrés Guerrero, como autor e ilustrador que es, firma y dibuja cada dedicatoria, y a veces no sólo en el libro: muchas jóvenes lectoras se iban con un reloj pintado (y firmado) en la muñeca. O Violeta Monreal, que con papeles cortados a mano, pegamento, su colección de figuritas de papel metalizado (estrellas, corazones, notas musicales, flores, mariposas, balones...) y un rotulador convierte cada libro en una obra de arte, personalizada según las indicaciones de sus jóvenes lectores.

Comentarios