Buenos días, mis queridos amigos. Hemos comenzado la temporada de verano, con nuevo horario, lo que significa que tengo menos tiempo por las mañanas.
A lo largo de mi existencia, he habido noticias que, por razones muy diversas, me han impactado, me han calado muy hondo y las tengo siempre muy vivas en el recuerdo, en ese almacén de emociones en el que metemos un poco de todo sin saber muy bien por qué. Es el caso, por ejemplo, del ataque argentino sobre las Malvinas, que me asustó enormemente, el de la muerte de Teresa de Calcuta, que, aunque anunciada, me hizo llorar en un acto de oración a Dios, o el del cruel asesinato de Miguel Ángel Blanco. Esta semana la noticia me ha emocionado tanto que cuando la leí en el periódico no pude contener las lágrimas en el metro-sauna de Madrid. Se trata de la liberación de Ingrid Betancourt, cuyo secuestro recuerdo ya vagamente, pero que en su momento también me impresionó. Ha sido una noticia tan feliz, tan maravillosa, que hoy no puedo menos que dedicarle a ella mi pequeño batiburrillo de reflexiones. Y para ello, para esa reflexión, acudo a una frase de Carlos Fuentes.
«No existe la libertad, sino la búsqueda de la libertad, y esa búsqueda es la que nos hace libres» (Carlos Fuentes).
Es la búsqueda de la libertad la que nos hace libres. La Iglesia nos ha dicho siempre que es la verdad quien nos hace libres. Pero ambos conceptos, libertad y verdad, son algo buscado más que tenido, deseado más que poseído, esperado más que disfrutado. De ahí que Carlos Fuentes pueda decir que es precisamente en la búsqueda de la libertad donde encontramos la libertad. Porque, en el fondo, la libertad está dentro de nosotros. Sólo hay que saber buscarla.
Y si hay alguien que sabe de libertad es Ingrid Betancourt. Una mujer que ha sido libre ante la política y la corrupción de su país, ante el dominio económico del narcotráfico, también ante el amor; ante la misma guerrilla que la ha tenido en un selvático secuestro durante tantísimo tiempo. Una mujer que ha sido, es y será libre, y que ha recuperado –¡bendito sea Dios!– la libertad física que le habían hurtado. Debo felicitarla a ella, y admirarla, y admirar y felicitar a sus familiares (madre, hijos, exmarido…). Y desde luego, al ejército colombiano, que ha hecho una operación impecable.
¡Bravo!
A lo largo de mi existencia, he habido noticias que, por razones muy diversas, me han impactado, me han calado muy hondo y las tengo siempre muy vivas en el recuerdo, en ese almacén de emociones en el que metemos un poco de todo sin saber muy bien por qué. Es el caso, por ejemplo, del ataque argentino sobre las Malvinas, que me asustó enormemente, el de la muerte de Teresa de Calcuta, que, aunque anunciada, me hizo llorar en un acto de oración a Dios, o el del cruel asesinato de Miguel Ángel Blanco. Esta semana la noticia me ha emocionado tanto que cuando la leí en el periódico no pude contener las lágrimas en el metro-sauna de Madrid. Se trata de la liberación de Ingrid Betancourt, cuyo secuestro recuerdo ya vagamente, pero que en su momento también me impresionó. Ha sido una noticia tan feliz, tan maravillosa, que hoy no puedo menos que dedicarle a ella mi pequeño batiburrillo de reflexiones. Y para ello, para esa reflexión, acudo a una frase de Carlos Fuentes.
«No existe la libertad, sino la búsqueda de la libertad, y esa búsqueda es la que nos hace libres» (Carlos Fuentes).
Es la búsqueda de la libertad la que nos hace libres. La Iglesia nos ha dicho siempre que es la verdad quien nos hace libres. Pero ambos conceptos, libertad y verdad, son algo buscado más que tenido, deseado más que poseído, esperado más que disfrutado. De ahí que Carlos Fuentes pueda decir que es precisamente en la búsqueda de la libertad donde encontramos la libertad. Porque, en el fondo, la libertad está dentro de nosotros. Sólo hay que saber buscarla.
Y si hay alguien que sabe de libertad es Ingrid Betancourt. Una mujer que ha sido libre ante la política y la corrupción de su país, ante el dominio económico del narcotráfico, también ante el amor; ante la misma guerrilla que la ha tenido en un selvático secuestro durante tantísimo tiempo. Una mujer que ha sido, es y será libre, y que ha recuperado –¡bendito sea Dios!– la libertad física que le habían hurtado. Debo felicitarla a ella, y admirarla, y admirar y felicitar a sus familiares (madre, hijos, exmarido…). Y desde luego, al ejército colombiano, que ha hecho una operación impecable.
¡Bravo!
Comentarios
Exelente citacion la de Carlos Fuentes.. mala citacion la de Ingrid que es una persona que por su "libertad" ha pasado por encima de su pais!!!