Esta mañana venía pensando en proponer directamente la frase que hoy me enviara Proverbia.net. Pero me ha parecido demasiado fácil reflexionar sobre la amistad verdadera con mis amigos verdaderos. Un poco recurrente. Así que acudo al archivo para darle vueltas a la cabeza:
«La libertad no es simplemente un privilegio que se otorga; es un hábito que ha de adquirirse» (David Lloyd George).
David Lloyd George (1863-1945), político británico, fue primer ministro de 1916 a 1922. Y habla de libertad quizá porque es político, y la considera un hábito quizá porque vivió en otra época, en la que uno se gobernaba con responsabilidad y autocontrol, y mirando alrededor, es decir, teniendo en cuenta al prójimo.
Dicho esto, yo quiero hacer un par de breves reflexiones al hilo de la frase. Paa empezar, considero que la libertad es algo intrínseco al ser humano, algo que puede verse menguado por infinidad de circunstancias: por nosotros mismos, por el ambiente, por el espacio físico en el que uno se desarrolla, por los demás, por lo que recibimos y por lo que nos es negado; pero, en cualquier caso, la libertad sigue existiendo, sigue siendo una pertenencia inherente a nuestra condición humana.
Por lo tanto, no es un privilegio que se otorga (o sí: el privilegio que nos otorga Dios al hacernos humanos, al darnos la vida, en definitiva).
Claro, esto siempre que no estemos hablando de libertad sólo como de la condición del que no está entre rejas y puede moverse con autonomía.
Vamos con la segunda proposición: es un hábito que ha de adquirirse. Tampoco lo veo yo así, exactamente. La libertad es una cualidad, una condición humana, que, como tal, hemos de conocer y asumir, y conforme a ella debemos actuar. En este sentido, sí es un hábito, sí se adquiere: se adquiere el hábito de actuar conforme a esa libertad que habita (permítaseme el juego de palabras entre la costumbre y la residencia) dentro de nosotros.
Ahora bien, ¡qué difícil se nos hace, amigos, actuar conforme a esa libertad, es decir, ser auténticamente libres! Quizá sea porque, siendo condición de primera magnitud, no es la primera de las especifidades del ser humano a la que debemos hacer caso. Quizá la libertad está hermanada (o encadenada, mejor, concatenada) con otros conceptos, como el amor, la verdad… En fin, no sé qué pensaréis vos.
«La libertad no es simplemente un privilegio que se otorga; es un hábito que ha de adquirirse» (David Lloyd George).
David Lloyd George (1863-1945), político británico, fue primer ministro de 1916 a 1922. Y habla de libertad quizá porque es político, y la considera un hábito quizá porque vivió en otra época, en la que uno se gobernaba con responsabilidad y autocontrol, y mirando alrededor, es decir, teniendo en cuenta al prójimo.
Dicho esto, yo quiero hacer un par de breves reflexiones al hilo de la frase. Paa empezar, considero que la libertad es algo intrínseco al ser humano, algo que puede verse menguado por infinidad de circunstancias: por nosotros mismos, por el ambiente, por el espacio físico en el que uno se desarrolla, por los demás, por lo que recibimos y por lo que nos es negado; pero, en cualquier caso, la libertad sigue existiendo, sigue siendo una pertenencia inherente a nuestra condición humana.
Por lo tanto, no es un privilegio que se otorga (o sí: el privilegio que nos otorga Dios al hacernos humanos, al darnos la vida, en definitiva).
Claro, esto siempre que no estemos hablando de libertad sólo como de la condición del que no está entre rejas y puede moverse con autonomía.
Vamos con la segunda proposición: es un hábito que ha de adquirirse. Tampoco lo veo yo así, exactamente. La libertad es una cualidad, una condición humana, que, como tal, hemos de conocer y asumir, y conforme a ella debemos actuar. En este sentido, sí es un hábito, sí se adquiere: se adquiere el hábito de actuar conforme a esa libertad que habita (permítaseme el juego de palabras entre la costumbre y la residencia) dentro de nosotros.
Ahora bien, ¡qué difícil se nos hace, amigos, actuar conforme a esa libertad, es decir, ser auténticamente libres! Quizá sea porque, siendo condición de primera magnitud, no es la primera de las especifidades del ser humano a la que debemos hacer caso. Quizá la libertad está hermanada (o encadenada, mejor, concatenada) con otros conceptos, como el amor, la verdad… En fin, no sé qué pensaréis vos.
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