Ir al contenido principal

El amigo del desierto



Un libro sobre el silencio y la contemplación. Un regalo para los buscadores del absoluto.


Estas palabras están tomadas de la contraportada del libro en cuestión, El amigo del desierto, de Pablo D'Ors. No suelo hacer demasiado caso de las contraportadas (las escribo), pero en esta ocasión, y una vez leído y degustado el libro, volver a la contraportada y encontrarse con una afirmación como esta da gusto. Se trata sí, de un libro sobre el silencio y la contemplación, algo tan poco usual que como mínimo sorprende. Y se trata de un regalo para los buscadores del absoluto. No me voy a tirar el pisto: no me considero un buscador del absoluto, del Absoluto con mayúsculas, pero hay alguien en el mundo que sí ha debido de considerarlo: me regalaron el libro. Y en cualquier caso, nunca he rechazado el Absoluto, al Absoluto, me declaro abierto a él, (a Él). No así a los absolutos, ni a los absolutistas, ni a los absolutillos, que también los hay. Pero me estoy yendo, esto iba sobre el libro.


Tenía ganas a D'Ors; desde hace tiempo sé de su existencia, de su capacidad literaria, de sus premios, de las críticas, los éxitos... Y sobre todo sé que es de los que no rechaza al Absoluto, sino que lo busca, lo acepta y vive con Él. Eso me atrajo de él tanto como saber que tiene en sus genes el gusto por la expresión de pensamientos y sentimientos, pero con sustancia.


El amigo del desierto ha estado mucho tiempo esperándome. Más de un año (vino a casa cuando cumplí cuarenta y tres años). ¿Leo poco? Quizá, pero ocupo dos o tres meses de mi tiempo en leer novelas de concurso, incluso alguna con ciertas posibilidades... Así que tuvo que esperar, y varios candidatos que llegaron después se le adelantaron. Tengo por costumbre no colocar los libros en las estanterías hasta que los he leído. Y por fin El amigo del desierto encontrará una ubicación menos "inestable" que la(s) pilas de libros sobre mi escritorio antiguo (por cierto, tengo que llamar a mi restaurador, a ver cuándo viene a verla...).


El amigo del desierto se ha hecho mi amigo. Porque es un tío raro, que se anima a contactar con una asociación de amigos del desierto que no le hace ni caso, pero él sigue ahí. Un tío raro que decide interesarse por el desierto y comienza por contemplarlo, no tanto por estudiarlo. Y una vez que lo ha probado, una vez que ha viajado al desierto, insiste. Hasta que algo dentro de sí mismo le dice que no ha sido él mismo hasta que ha empezado a vivir con/en el desierto. Esto me ha hablado de tantas cosas (profundidad, vida interior, perseverancia, infinitud...). El amigo del desierto, además, se enamora sin saber cómo ni por qué de Carlos de Foucauld, uno de los personajes más llamativos, intrigantes e interesantes que me he topado nunca.


El amigo del desierto me ha hecho pensar. Pensar en que uno se encuentra a sí mismo en el desierto, ya esté ese desierto en el Sahara, en la Gran Vía o en un despacho gris. Me ha hecho pensar en lo diferente que puede ser la gente que se asocia por algo tan vasto y lleno de misterio como el desierto. Igualito que otras asociaciones de gente, unidas sólo por algo tan vasto y misterioso como... Me callo. Prefiero dibujar rayas asomado a la ventana (¿quéééé? léetelo y me comprenderás).


Si podéis, leedlo. Aún quedan ejemplares, según he podido ver en la web de la editorial.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un pensamiento de Arthur Schopenhauer

Buenos días, queridos amigos. La semana ha sido intensa, amén de tensa. La crispación ha estado rondándome a diario, mañana, tarde y, sobre todo, noche en forma de contracturas, carencia de relajación muscular (¿pero, de verdad tengo músculos?, no sabía) y dificultad de conciliar el sueño. Factores varios han hecho posible tal convergencia de calamidades sobre mi cuello. El menos importante, quizá, es el que va a dar pie a la reflexión de hoy, debido a que ha sido recurrente hasta alcanzar un elevado grado de pesor. Me explico: veo poco la televisión, pero cuando lo hago, aunque no quiera, aparece cierto personaje femenino, con cara de arenque ahumado pasado de fecha y un carácter que nunca ha conocido virtud alguna, lanzando burdeces por su orificio bucal. Y mi pregunta siempre ha sido: ¿qué tiene esta tipa para salir a todas horas, todos los días, en todos los programas y revistas de zafiedad (antes sociedad)? Una respuesta podría ser «dinero y desvergüenza», y quizá esa sea la respu

Si amas a Dios, de Amado Nervo

Este es uno de los más hermosos poemas en prosa de Amado Nervo; pertenece a su obra Plenitud. Si amas a Dios, en ninguna parte has de sentirte extranjero, porque Él estará en todas las regiones, en lo mas dulce de todos los paisajes, en el limite indeciso de todos lo horizontes. Si amas a Dios, en ninguna parte estarás triste, porque, a pesar de la diaria tragedia Él llena de jubilo el Universo. Si amas a Dios, no tendrás miedo de nada ni de nadie, porque nada puedes perder y todas las fuerzas del cosmos, serían impotentes para quitarte tu heredad. Si amas a Dios, ya tienes alta ocupación para todos los instantes, porque no habrá acto que no ejecutes en su nombre, ni el mas humilde ni el mas elevado. Si amas a Dios, ya no querrás investigar los enigmas, porque lo llevas a Él, que es la clave y resolución de todos. Si amas a Dios, ya no podrás establecer con angustia una diferencia entre la vida y la muerte, porque en Él estás y Él permanece incólume a través de todos los cambios.

Un pensamiento de Aristóteles

Buenos días, queridos amigos. No tengo hoy demasiadas ganas de pensar, espero que sepáis perdonarme. Así que me he enganchado al envío diario de Proverbia.net y he agarrado la primera frase que he visto, que responde a la categoría de «sueños» (un día hablaremos de cómo en Proverbia.net clasifican las frases según temas y categorías de una forma que a veces me resulta aleatoria: «Dios te lo pague», un suponer, lo clasificarían en «Dios», lógicamente, pero tampoco sería nada raro que apareciera en «paga», «sueldo», o «retribución»). Y aunque la frase-cita no habla más que de un tipo de sueños, y yo estoy ahora más cerca de las pesadillas o del insomnio que del onírico placer o de la eternidad de la ensoñación, he apuntado la frase, a ver qué sacamos de ella. «Considero más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la victoria sobre uno mismo» (Aristóteles). Ya digo que no tengo muchas ganas de pensar. Y para quien no desea p