Qué mala es la escasez de
tiempo. Vais a tener que perdonarme esta semana, pues me veo obligado a ser no
solo escueto o parco en palabras, sino hasta roñoso.
No puedo menos, sin
embargo, que comentar la satisfacción que me produce que de vez en cuando la
protesta no caiga en el vacío, sino sea escuchada y contemplada. Vuelvo a ver
bolardos que impiden la irrupción silvestre de vehículos en una maravillosa
plaza peatonal, después de mucha protesta y mucha recriminación a los
conductores, que consideraban un derecho inalienable aparcar a menos de quince
centímetros de un monumento histórico-artístico del siglo XVI pero paradójicamente
respondían, avergonzados, que nunca harían lo mismo en la fachada principal del
Museo del Prado...
Es como cuando ofrecí, en
tono irónico, mis servicios a Metro de Madrid: llamé en una ocasión,
presentándome como fabricante de cubos de plástico, que les ofrecía una gama de
cubos con la identidad corporativa de Metro para recoger el agua infecta de sus
inumerables goteras, ya que veía en todas las estaciones, pasillos y andenes
sucios y variopintos cubos de fregona. Mi intención era quejarme de las
goteras, harto de llevar la ropa al tinte por las manchas de vete tú a saber
qué cosa mezclada con agua sucia filtrada, pero hete aquí que me encuentro con
que hace tiempo que Metro de Madrid tiene cubos para goteras todos iguales, del
mismo color y con la identidad corporativa. Quiero mis royalties por la idea.
Voy a proponerles, ahora
que se pueden patrocinar estaciones y hasta líneas enteras, que le cambien el
nombre a mi estación: «San Bernardo y Momentos de sabiduría», por ejemplo, o
mejor, «Momentos de sabiduría no viciado». O mejor aún, voy a llamar
preguntando si también se pueden patrocinar las huelgas de Metro de Madrid, que
como son tantas, el impacto publicitario es mayor… Imaginad el mensaje por
megafonía: «Atención, por favor, la oficina comercial de Metro de Madrid
informa: Con motivo de los paros convocados por el Comité de Empresa Almacenes
El Corte Ruso, el servicio estará interrumpido por Calzoncillos Albino Claro
entre las seis y las ocho de la tarde; puede consultar los servicios mínimos
Leche Marcial en los carteles situados a la puerta de las estaciones Chorizo
Union Labour»…
No tenía tiempo y me he
enrollado como una alfombra recogida para el verano, así que no voy a poder
casi comentar la frase-cita de hoy, que es esta:
«En el
mundo de los hombres nada hay necesario, excepto el amor» (Johann Wolfgang
Goethe).
Contundente,
el señor Guete (¿o es Huete?). Desde luego, comparto que el
amor es no solo necesario (ahí se queda corto), sino crucial, fundamental,
básico, elemental. Es lo primero.
Pero, ¿es
lo único? Ay, ay, señor Guete… Pero,
¿dónde me deja el humor? El buen humor, se entiende. Ese humor que es
optimismo, bonhomía, simpatía, naturalidad, sencillez, calidez, fraternidad…
Ese humor que te hace sentirte bien, a gusto con los demás, pasar un rato
agradable, divertido, entretenido, cordial…
Ese humor
que… caramba, señor Guete… ese humor
tiene en su base un poco de amor… Si así no fuera, sería ácido, desabrido,
molesto y doloroso.
No, si va
a tener razón el alemán…
Comentarios
Porque el amor lleva implicito que estemos, más contentos, más atentos, serviciales, amables. Cuando no hay amor todo eso falla y se vuelve tan gris la vida como tu metrosauna!
Lo dicho, absolutamente de acuerdo. Sin amor hay vida pero no es vida!