Ir al contenido principal

Un pensamiento de Anthony de Mello


 
¿Qué hace uno cuando se le ha escapado la inspiración, cuando no tiene nada ocurrente u original que contar? ¿Callarse? O bajar el listón, y en vez de relatar sucedidos extraordinarios, hacer lo posible por mirarlo todo como un suceso extraordinario, maravilloso, único. Por ejemplo, llevo tres semanas recuperando la inversión con el reintegro en la lotería. En otro momento podría pensar, por ejemplo, que ya me podía tocar el gordo y dejarme de monsergas, que bien me vendría para afrontar ciertos gastos futuros y mejorar la calidad de vida de la gente a mi alrededor. Pero hoy prefiero pensar que al menos llevo tres semanas haciéndome la ilusión por el mismo precio, lo que supone un ahorro y sobre todo multiplica la ilusión: si lo pequeño está conmigo, lo grande está más cerca.
 
En estas estaba cuando me encontré la frase-cita perfecta para un día de poca inspiración como este en el que escribo. Porque es un invitatorio a mirarlo todo con otros ojos:
 
«Tú santificas todo aquello que eres capaz de agradecer» (Anthony de Mello). 
 
Dar las gracias, utilizando esta maravillosa palabra mágica, es de por sí agradable, porque genera casi inmediatamente un mejor ambiente, provoca la sonrisa y ensancha el espíritu de quien la pronuncia y de quien la recibe. Pero es que llega don Tony nos dice que no sólo generamos buen rollito y cosa guay, que no sólo contribuimos a expandir por el mundo la buena educación (con tanta mala baba como hay, nunca viene mal un poco de politeness), sino que además santificamos aquello que agradecemos. 
 
Cuando le das la gracias a un dependiente por haberte enseñado todo el género de la tienda, estás santificando su trabajo. Cuando le das las gracias a la persona que está delante de ti en la escalera mecánica y que se ha apartado para dejarte pasar, estás santificando su gesto, su disponibilidad, su atención. Cuando le das las gracias a una amiga porque te ha invitado a cenar el viernes, estás santificando su amistad, su hospitalidad, hasta la cena que aún no ha preparado.
 
El tiempo se me acorta, la exigencia de brevedad se impone, y el oportunismo me dice que este es el momento de daros las gracias por vuestra amistad, por vuestro cariño, por vuestro tiempo. Que la amistad, el cariño y el tiempo que me dedicáis, quede santificado.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un pensamiento de Arthur Schopenhauer

Buenos días, queridos amigos. La semana ha sido intensa, amén de tensa. La crispación ha estado rondándome a diario, mañana, tarde y, sobre todo, noche en forma de contracturas, carencia de relajación muscular (¿pero, de verdad tengo músculos?, no sabía) y dificultad de conciliar el sueño. Factores varios han hecho posible tal convergencia de calamidades sobre mi cuello. El menos importante, quizá, es el que va a dar pie a la reflexión de hoy, debido a que ha sido recurrente hasta alcanzar un elevado grado de pesor. Me explico: veo poco la televisión, pero cuando lo hago, aunque no quiera, aparece cierto personaje femenino, con cara de arenque ahumado pasado de fecha y un carácter que nunca ha conocido virtud alguna, lanzando burdeces por su orificio bucal. Y mi pregunta siempre ha sido: ¿qué tiene esta tipa para salir a todas horas, todos los días, en todos los programas y revistas de zafiedad (antes sociedad)? Una respuesta podría ser «dinero y desvergüenza», y quizá esa sea la respu...

Si amas a Dios, de Amado Nervo

Este es uno de los más hermosos poemas en prosa de Amado Nervo; pertenece a su obra Plenitud. Si amas a Dios, en ninguna parte has de sentirte extranjero, porque Él estará en todas las regiones, en lo mas dulce de todos los paisajes, en el limite indeciso de todos lo horizontes. Si amas a Dios, en ninguna parte estarás triste, porque, a pesar de la diaria tragedia Él llena de jubilo el Universo. Si amas a Dios, no tendrás miedo de nada ni de nadie, porque nada puedes perder y todas las fuerzas del cosmos, serían impotentes para quitarte tu heredad. Si amas a Dios, ya tienes alta ocupación para todos los instantes, porque no habrá acto que no ejecutes en su nombre, ni el mas humilde ni el mas elevado. Si amas a Dios, ya no querrás investigar los enigmas, porque lo llevas a Él, que es la clave y resolución de todos. Si amas a Dios, ya no podrás establecer con angustia una diferencia entre la vida y la muerte, porque en Él estás y Él permanece incólume a través de todos los cambios.

Un pensamiento de Mario Vargas Llosa

Hola, corazones. Me gusta la gente que cuando recibe la noticia de que se le ha concedido un premio, muestra su alegría, su sorpresa y su satisfacción por partes iguales, sin ese extraño temor a que te critiquen, sin ese esnobismo de intelectual progre o simplemente rarito que ha motivado que muchos otros hayan aceptado el premio profiriendo previamente alguna grosera boutade . Olé, pues, por Mario Vargas Llosa , que exulta. Con los Nobel me suele ocurrir, además, que mis vírgenes oídos en el vasto territorio de la literatura mundial jamás hayan oído pronunciar el nombre del ganador (Hertas, Jelineks, Koetzees o como se llamen han sido para mí absolutamente ajenos), o que, incluso habiendo leído alguna excelente obra del premiado, su persona me caiga redonda, gorda o rematadamente mal (si digo sus nombres, alguno me crucificará, pero si son excelentes La colmena o La balsa de piedra , por ejemplo, no lo son tanto los gases de cuerpo y mente que en ocasiones sus autores han desprendido...