Leí el otro día en Facebook un comentario de una amiga mía, encantada de que iba a tener, desde el domingo 27, una foto dándole la mano a un santo. O una foto en la que un santo le daba la mano a ella, tanto monta… Yo mismo tengo en el salón de mi casa, ya lo comenté en este blog en su momento, una foto de Juan Pablo II hecha por mí (con la cámara de mi hermano, ¿convertirá este detalle la cámara en una reliquia?, toma nota, hermano, por si acaso…). Al hilo del comentario de mi amiga, enseguida Facebook comenzó a caldearse con comentarios más o menos divertidos, bromistas para quien los entendía y lacerantes para los ajenos. Pero de muchos de esos comentarios se podían deducir varias cosas. La primera, y la más evidente, que éramos varios (somos muchos) quienes, de una forma o de otra teníamos (tenemos) un recuerdo personal y único de Juan Pablo II . Como mínimo, le hemos visto con nuestros propios ojos, sin intermediación de los medios de comunicación, más o menos cerca, segú...
Nacido para ofercer un Pensamiento para cada semana, con un comentario personal, diferente, quizá original, no renuncio a que vuelva a su ser. De momento, será una colección de textos y vuelcos personales de todo tipo.