Ir al contenido principal

Un pensamiento de André Gide

 
Como es tradición, hoy voy a hablar de libros, y lo voy a hacer con el responsable de la frase-cita. Pero antes, permitidme una reconvención pública a un amigo. Querido, no insistas más en invitarme a que me una a todas tus causas. No creas que por el hecho de que nos une la amistad, tenemos que pensar lo mismo, creer lo mismo, defender lo mismo, apoyar las mismas causas y luchar en el mismo bando. Si te atacan, es muy probable que luche a tu lado. Pero eso no significa que tenga que convertir mi cerebro, mi voluntad, mi opinión y mi corazón en un holograma de ti mismo. No insistas, déjalo estar.
 
 
«Ante ciertos libros, uno se pregunta: ¿quién los leerá? Y ante ciertas personas uno se pregunta: ¿qué leerán? Y al fin, libros y personas se encuentran» (André Gide).
 
He visto a gente preguntarse eso mismo al pasar por la caseta de la Editorial y leer alguno de nuestros títulos. Se sonríen con sorna, ponen cara de estar por encima de todo y hacen un comentario a su acompañante. Comentario que en ocasiones oigo y no reproduzco por decoro, y que dice más bien poco de la altura intelectual, la amplitud de miras y la multidisciplinariedad del conocimiento del susodicho.
 
He visto a gente que ve nuestros títulos y nos pregunta si tenemos el kamasutra. No hay comentarios. He visto a gente que rechaza un marcapáginas en el que sólo hay una ilustración infantil (una niña leyendo un libro) porque al parecer con ello se está influyendo negativamente sobre su educación (¿y privarla del placer de recibir un regalo, de contemplar una bonita ilustración, de descubrir que hay cosas más allá de los límites que pretenden imponer los padres…?).
 
No pretendo juzgar a la gente que compra o deja de comprar un determinado libro, o un determinado tipo de libros. No juzgo negativamente aquellos libros que no me interesan, por su temática, su género, su línea de pensamiento o su autor. Simplemente pienso que no están hechos para mí. Pero aun así, no me prohíbo a mí mismo tomarlos en la mano, ver su título, abrir sus páginas y leer unas palabras al azar, buscar el índice o ¿por qué no? mirar su precio antes de dejarlo y seguir ruta.
 
No pretendo juzgar, y a veces lo hago. Menos mal que llega André Gide y nos dice que hasta el libro más raro encuentra su lector, que hasta la persona más rara encuentra un libro que parece escrito para ella. Es más o menos lo mismo que decía el torero: Hay gente pa’ tó.
 
Pues eso. Disfrutemos la Feria del Libro, paseemos, miremos, compremos, leamos. Y sobre todo hagámoslo con libertad y respeto.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un pensamiento de Arthur Schopenhauer

Buenos días, queridos amigos. La semana ha sido intensa, amén de tensa. La crispación ha estado rondándome a diario, mañana, tarde y, sobre todo, noche en forma de contracturas, carencia de relajación muscular (¿pero, de verdad tengo músculos?, no sabía) y dificultad de conciliar el sueño. Factores varios han hecho posible tal convergencia de calamidades sobre mi cuello. El menos importante, quizá, es el que va a dar pie a la reflexión de hoy, debido a que ha sido recurrente hasta alcanzar un elevado grado de pesor. Me explico: veo poco la televisión, pero cuando lo hago, aunque no quiera, aparece cierto personaje femenino, con cara de arenque ahumado pasado de fecha y un carácter que nunca ha conocido virtud alguna, lanzando burdeces por su orificio bucal. Y mi pregunta siempre ha sido: ¿qué tiene esta tipa para salir a todas horas, todos los días, en todos los programas y revistas de zafiedad (antes sociedad)? Una respuesta podría ser «dinero y desvergüenza», y quizá esa sea la respu...

Si amas a Dios, de Amado Nervo

Este es uno de los más hermosos poemas en prosa de Amado Nervo; pertenece a su obra Plenitud. Si amas a Dios, en ninguna parte has de sentirte extranjero, porque Él estará en todas las regiones, en lo mas dulce de todos los paisajes, en el limite indeciso de todos lo horizontes. Si amas a Dios, en ninguna parte estarás triste, porque, a pesar de la diaria tragedia Él llena de jubilo el Universo. Si amas a Dios, no tendrás miedo de nada ni de nadie, porque nada puedes perder y todas las fuerzas del cosmos, serían impotentes para quitarte tu heredad. Si amas a Dios, ya tienes alta ocupación para todos los instantes, porque no habrá acto que no ejecutes en su nombre, ni el mas humilde ni el mas elevado. Si amas a Dios, ya no querrás investigar los enigmas, porque lo llevas a Él, que es la clave y resolución de todos. Si amas a Dios, ya no podrás establecer con angustia una diferencia entre la vida y la muerte, porque en Él estás y Él permanece incólume a través de todos los cambios.

Un pensamiento de Mario Vargas Llosa

Hola, corazones. Me gusta la gente que cuando recibe la noticia de que se le ha concedido un premio, muestra su alegría, su sorpresa y su satisfacción por partes iguales, sin ese extraño temor a que te critiquen, sin ese esnobismo de intelectual progre o simplemente rarito que ha motivado que muchos otros hayan aceptado el premio profiriendo previamente alguna grosera boutade . Olé, pues, por Mario Vargas Llosa , que exulta. Con los Nobel me suele ocurrir, además, que mis vírgenes oídos en el vasto territorio de la literatura mundial jamás hayan oído pronunciar el nombre del ganador (Hertas, Jelineks, Koetzees o como se llamen han sido para mí absolutamente ajenos), o que, incluso habiendo leído alguna excelente obra del premiado, su persona me caiga redonda, gorda o rematadamente mal (si digo sus nombres, alguno me crucificará, pero si son excelentes La colmena o La balsa de piedra , por ejemplo, no lo son tanto los gases de cuerpo y mente que en ocasiones sus autores han desprendido...