Ir al contenido principal

Un pensamiento de Lu Xun

Hola, corazones.

En este tramo final del Adviento en que se nos habla de caminos, montes allanados y vientres preñados, de visitas y saludos, de esperanza, en definitiva, no quiero yo ser menos y saludo con gozo esperanzado una nueva etapa de mi vida. Nueva etapa que si bien en nada se diferencia del día de ayer, tiene como principio una sonrisa, materna, como hacía tiempo que no veía. Con ella, con la sonrisa en la retina, comienzo hoy, pues, una nueva andadura en la vida, o continúo mi andadura y mi camino, pero armado con la esperanza y escudado con la familia.

Y de esperanza hablamos hoy también con nuestro frase-citólogo de hoy, un hombre llamado Lu Xun, del que no sabía nada hasta ahora mismo (y eso que su frase-cita ilustra el día de hoy en la excelsa Agenda San Pablo 2011).

«La esperanza no es ni realidad ni quimera. Es como los caminos de la Tierra: sobre la Tierra no había caminos, han sido hechos por el número de transeúntes» (Lu Xun).

Bueno, pues resulta que este buen LuChun es el llamado padre de la literatura comunista china. Dato que realmente no me llama, pues lo que me importa es únicamente su frase-cita, la veracidad o «atrocidad» de esta breve sentencia.

Seguramente la cita fue seleccionada en su día por esa bella imagen poética que iguala la esperanza con el camino, no tanto con el suelo hollado como con el hecho mismo de hollarlo. Es decir, que la esperanza es puesta en relación directa, es definida, como una acción. No el verbo, esperar, que por supuesto, como infinitivo que es, es acción; no: la propia esperanza en sí misma, el concepto, la virtud de la esperanza, es en sí misma una acción (de esto ya ha hablado, con profundidad, el tándem Guaita-Castro). El ser que tiene esperanza, que vive con esperanza, es siempre un ser activo, aunque su actividad sea estar simplemente sentado, quieto, inmóvil, quedo. En este sentido, desde luego, tengo claro que LuChun atina, da en el blanco y adorna de colores infinitos el camino de la esperanza.

Sin embargo, tengo también que decir que hay algo en la frase-cita que me deja intranquilo, a pesar del esplendor poético y de la veracidad que contiene. Y es que la esperanza, la de verdad, nunca es una quimera, ciertamente, pero siempre una realidad (contradigo aquí al ilustre autor). Y me extraña que él mismo, siendo capaz de ver y definir la esperanza como un caminar, como una acción viva y constante (¿qué es la vida humana sino un continuo caminar por caminos hechos según se mueven los pies?), niegue a la vez que es una realidad. Quizá, y digo esto con toda la precaución posible, pues no soy ducho en la cuestión, su ideología niega el carácter de realidad a todo lo que no es tangible, material, manipulable. Y la esperanza, realidad anímica, espiritual, pneumática, se escapa, claro, a esa tangibilidad del practicismo o del materialismo.

Pero hay aún otro detalle más de la imagen que propone LuChun que no me convence del todo. Dice que los caminos han sido hechos por el número de transeúntes. Otro dato fruto de un modo de pensar que prima el aspecto tangible y práctico. Veamos. ¿Es menos camino el que conduce al Desfiladero de la Hermida, por ejemplo, que el que nos lleva de Madrid a Valencia? Ciertamente, hay más gente que recorre el segundo, pero no por eso el primero deja de ser camino. ¿Es menos camino el que lleva al frontón de Bercimuel que el que nos pastorea hacia el Santiago Bernabéu? ¿Es menos camino el que asciende a la Virgen de las Nieves que el que baja hasta el Ministerio de Economía? No ciertamente, aunque es seguro que hay más gente dirigiendo sus pasos hacia el segundo lugar (aunque, ciertamente, el primero recibe muchas visitas, entre turistas, peregrinos, y desengañados de la economía que piden a la Virgen consuelo, ayuda y orientación). ¿Es menos camino el que llega hasta la puerta de mi casa que el que acaba en la puerta del Siroco? Siendo casi el mismo suelo, uno sólo lo piso yo, casi exclusivamente, y el otro es hollado diariamente por un montón de gente, entre los que hay de todo, incluidas, desgraciamente, burdas hordas de bárbaros borrachos. ¿Es por el número de gente que lo recorre menos camino el primero que el segundo?

No, señor LuChun, no. Los caminos no han sido hechos por el número de transeúntes, sino porque cada uno de los transeúntes, perdón, cada una de las personas que los ha pisado, ha hecho camino al andar, como bien dice nuestro poeta soriano. Y añado yo que ha hecho destino al detenerse. Se hace camino al andar, y se hace esperanza al esperar, porque «camino» y «esperanza» son acciones en sí mismas. Te doy gracias, pues, por tu bella imagen, LuChun, que quizá has definido sin verla, y te pido perdón por contradecirte o por retocar tu frase-cita.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un pensamiento de Arthur Schopenhauer

Buenos días, queridos amigos. La semana ha sido intensa, amén de tensa. La crispación ha estado rondándome a diario, mañana, tarde y, sobre todo, noche en forma de contracturas, carencia de relajación muscular (¿pero, de verdad tengo músculos?, no sabía) y dificultad de conciliar el sueño. Factores varios han hecho posible tal convergencia de calamidades sobre mi cuello. El menos importante, quizá, es el que va a dar pie a la reflexión de hoy, debido a que ha sido recurrente hasta alcanzar un elevado grado de pesor. Me explico: veo poco la televisión, pero cuando lo hago, aunque no quiera, aparece cierto personaje femenino, con cara de arenque ahumado pasado de fecha y un carácter que nunca ha conocido virtud alguna, lanzando burdeces por su orificio bucal. Y mi pregunta siempre ha sido: ¿qué tiene esta tipa para salir a todas horas, todos los días, en todos los programas y revistas de zafiedad (antes sociedad)? Una respuesta podría ser «dinero y desvergüenza», y quizá esa sea la respu

Si amas a Dios, de Amado Nervo

Este es uno de los más hermosos poemas en prosa de Amado Nervo; pertenece a su obra Plenitud. Si amas a Dios, en ninguna parte has de sentirte extranjero, porque Él estará en todas las regiones, en lo mas dulce de todos los paisajes, en el limite indeciso de todos lo horizontes. Si amas a Dios, en ninguna parte estarás triste, porque, a pesar de la diaria tragedia Él llena de jubilo el Universo. Si amas a Dios, no tendrás miedo de nada ni de nadie, porque nada puedes perder y todas las fuerzas del cosmos, serían impotentes para quitarte tu heredad. Si amas a Dios, ya tienes alta ocupación para todos los instantes, porque no habrá acto que no ejecutes en su nombre, ni el mas humilde ni el mas elevado. Si amas a Dios, ya no querrás investigar los enigmas, porque lo llevas a Él, que es la clave y resolución de todos. Si amas a Dios, ya no podrás establecer con angustia una diferencia entre la vida y la muerte, porque en Él estás y Él permanece incólume a través de todos los cambios.

Un pensamiento de Aristóteles

Buenos días, queridos amigos. No tengo hoy demasiadas ganas de pensar, espero que sepáis perdonarme. Así que me he enganchado al envío diario de Proverbia.net y he agarrado la primera frase que he visto, que responde a la categoría de «sueños» (un día hablaremos de cómo en Proverbia.net clasifican las frases según temas y categorías de una forma que a veces me resulta aleatoria: «Dios te lo pague», un suponer, lo clasificarían en «Dios», lógicamente, pero tampoco sería nada raro que apareciera en «paga», «sueldo», o «retribución»). Y aunque la frase-cita no habla más que de un tipo de sueños, y yo estoy ahora más cerca de las pesadillas o del insomnio que del onírico placer o de la eternidad de la ensoñación, he apuntado la frase, a ver qué sacamos de ella. «Considero más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la victoria sobre uno mismo» (Aristóteles). Ya digo que no tengo muchas ganas de pensar. Y para quien no desea p