Hola, corazones.
¡Ay, qué emoción! Que me han dicho que hay un paquete con mi nombre en la casa familiar. Allá que me voy rápido, que no me entretengo más y salgo p’allá pitando. ¡Ay, qué emoción!
Bueno, un minutillo rápido para la frase-cita, y ya, ¿eh?
«El que tiene imaginación, con qué facilidad saca de la nada un mundo» (Gustavo Adolfo Bécquer).
Y qué envidia, envidia de la sana, se entiende, incluso de la santa, que también la hay, sentimos cuando vemos que otro, con imaginación, ha sacado un mundo de la nada. O ha sido capaz de ver una boa tragona dentro de un sombrero. O es capaz de domesticar a un zorro para que sea su amigo y de cuidar una rosa para convertirla en «su» rosa. Ciertamente, don Gusdolfo, qué razón tiene usted en lo que dice. El que tiene imaginación, con qué facilidad saca de la nada un mundo. O de la caja de la wii un coche de carreras; o de la cinta plástica que mantenía inmóvil a la bratz dentro de su caja una bonita pulsera; o...
Trato de imaginar qué será lo que hay dentro de ese paquete que me han dicho que me espera, y no paran de venirme cosas a la mente. Que si una película, que si un libro, que si una cámara, que si otro sombrero para tapar mi incipiente calva, que si mil historias para disfrutar y contar y repetir...
Sólo me falta que me toque el cacharrito de barro, o el perrito de resina, o el pajarito de cristal que han puesto este año en el roscón para que mi día sea completo. No paro de imaginar qué voy a hacer con tanta suerte como tendré si me sale la sorpresa. ¡Ay, qué emoción!
Hale, que me voy, que tengo mucho que disfrutar hoy, en casa, con mi familia. Un abrazo a todos, y esforzaos por imaginar cosas, que no es difícil y acabaréis construyendo mundos fantásticos de la cosa más simple.
¡Felices Reyes!
¡Ay, qué emoción! Que me han dicho que hay un paquete con mi nombre en la casa familiar. Allá que me voy rápido, que no me entretengo más y salgo p’allá pitando. ¡Ay, qué emoción!
Bueno, un minutillo rápido para la frase-cita, y ya, ¿eh?
«El que tiene imaginación, con qué facilidad saca de la nada un mundo» (Gustavo Adolfo Bécquer).
Y qué envidia, envidia de la sana, se entiende, incluso de la santa, que también la hay, sentimos cuando vemos que otro, con imaginación, ha sacado un mundo de la nada. O ha sido capaz de ver una boa tragona dentro de un sombrero. O es capaz de domesticar a un zorro para que sea su amigo y de cuidar una rosa para convertirla en «su» rosa. Ciertamente, don Gusdolfo, qué razón tiene usted en lo que dice. El que tiene imaginación, con qué facilidad saca de la nada un mundo. O de la caja de la wii un coche de carreras; o de la cinta plástica que mantenía inmóvil a la bratz dentro de su caja una bonita pulsera; o...
Trato de imaginar qué será lo que hay dentro de ese paquete que me han dicho que me espera, y no paran de venirme cosas a la mente. Que si una película, que si un libro, que si una cámara, que si otro sombrero para tapar mi incipiente calva, que si mil historias para disfrutar y contar y repetir...
Sólo me falta que me toque el cacharrito de barro, o el perrito de resina, o el pajarito de cristal que han puesto este año en el roscón para que mi día sea completo. No paro de imaginar qué voy a hacer con tanta suerte como tendré si me sale la sorpresa. ¡Ay, qué emoción!
Hale, que me voy, que tengo mucho que disfrutar hoy, en casa, con mi familia. Un abrazo a todos, y esforzaos por imaginar cosas, que no es difícil y acabaréis construyendo mundos fantásticos de la cosa más simple.
¡Felices Reyes!
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