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Un pensamiento de León Felipe y otro de Mario Vargas Llosa

Hola, corazones.

Entre el catarro que me he pillado (voy a tener que empezar a tomar más productos de nevera de esos que anuncian los famosos para las defensas, la hinchazón aerofágica, el colesterol, el aporte cálcico, los triglicéridos, las transaminasas y no sé cuántas cosas más, porque últimamente me falla todo; ¿será la edad?) y el desconcierto informativo (¿hicimos huelga el cien por cien de los españoles o sólo la hizo ese «comprometido» «actor» –no sabía cuál de las dos palabras poner entre comillas, así que mejor pongo las dos y que cada cual dude sobre la que parezca– al que dicen que detuvieron ayer por amenazar al dueño de un bar?), no sé muy bien ni dónde estoy (bueno, no, sé sé dónde estoy, y qué día es, era sólo un decir).

El desconcierto se cura hablando, escuchando y leyendo; el catarro, con tiempo y cuidados. Tendré que salir menos de casa y aprovechar para leer alguno de esos libros que se van acumulando en caótica columna ascendente sobre mi escritorio. No puede ser, no puedo ir recomendando a la gente que lea libros, ni siquiera que lea el mío cuando salga (en breve), si yo no leo. Máxime cuando comparto la opinión de personas como los autores de las frase-citas de hoy. Poner hoy dos frase-citas obedece a un doble criterio: no sabía con cuál de las dos quedarme, por un lado, y no tengo seguro que la semana que viene, santa semana, vaya a poder salir con mi cita habitual. Así que ahí va mi ración doble, procedente de mis dos grandes fuentes: Proverbia.net y la Agenda San Pablo 2012.

«La cuna del hombre la mecen los cuentos» (León Felipe).

«Aprender a leer es lo más importante que me ha pasado en la vida» (Mario Vargas Llosa).

Maravillosa imagen la del poeta, que nos traslada a los mágicos momentos en que las historias que nos cuentan o que leemos en nuestra infancia construyen nuestra paz, acompasan nuestro sueño, se incorporan a nuestro íntimo descanso. Testimonio veraz o como mínimo creíble el del escritor, testimonio que nos invita a nosotros a hacer también pausado balance de nuestra historia vital para vislumbrar los grandes acontecimientos que marcan nuestra existencia: después de nacer, y esto es una obviedad, pero recordemos que también hay quien no nace, aprender a leer es uno de esos magnos acontecimientos. Sólo me atrevo a poner por encima de ellos dos descubrimientos, dos circunstancias: descubrir el amor en una persona concreta y descubrir a Dios.

¿Aprender a sumar y a restar, a multiplicar y a dividir? Importantísimo, pero en la escala de los grandes acontecimientos de la vida queda muy por debajo del aprendizaje de la lectura. Quizá no piensen así las personas a quienes la lectura no les supone ningún placer y sólo se entregan a ella, aparte de la obligación del estudio, para enterarse del resultado de los partidos de fútbol, del precio de las cosas o de qué dicen gobierno y sindicatos sobre el seguimiento de la huelga de ayer. Quizá estas personas crean que aprender a leer no les ha supuesto nada y que podrían vivir sin saber leer, o sin pasar de saber juntar las letras para saber en qué estación del metro se tienen que bajar.

Pero aun así yo sigo creyendo que las posibilidades que permiten el alfabeto, el diccionario y la gramática son tales y de tal magnitud que uno no puede menos que quedarse boquiabierto y ojoplático contemplando los cientos de miles de millones de caminos que se abren ante uno, los cientos de miles de millones de personajes que se ponen frente a nosotros y nos enseñan que no debemos confiar en el primer lobo que nos pregunta a dónde vamos ni despreciar su potencial soplador confiados en la falsa seguridad de nuestra casita de paja, que podemos ver una boa haciendo la digestión de un elefante allí donde otros ven un sombrero o que no podemos permitir la aritmética progresión de los sórdidos y anodinos hombres grises.

Leer es importante, es fundamental, es crucial, como también es importante saber elegir lo que se lee. Porque lo que se lee, de niño y también de mayor, es lo que mece nuestros sueños, nuestro descanso, nuestra cuna.

Leer es importante. Aunque sea mi libro.

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