Buenos días
Ha sido esta una semana de
noticias interesantes. Creo importante destacar, antes que nada, la excelente
noticia de que Teresa Romero ha superado la infección del ébola y el virus ya
no está en su organismo. De las buenas noticias hay que alegrarse siempre. Y
ahora, con calma, repasemos todo, analicemos todo, estudiémoslo todo…
De las noticias raras, como la
irrupción como un torbellino en los primeros puestos del ranking de trending
topics de un extraño hombrecillo que se ha colado en todas partes, se ha hecho
fotos con todo el mundo, ha engañado a casi todos, por no decir a todos, ha
manipulado a todos los que se han dejado, que no han sido pocos, y ha puesto en
evidencia a más de uno y seguramente a más de cien. Está por ver el verdadero alcance
de esta noticia, porque no veo yo lo mismo colarse en un acto de invitación
restringida que lograr que tu nombre figure en la lista de invitados o en la
composición de la mesa del banquete, y no es lo mismo engañar a un miembro del
cuerpo de seguridad en su tiempo de ocio que hacer que le ordenen acompañarte
en acto de servicio… Esto lo tendrán que aclarar.
Y luego está lo otro. Que tiene
mucho morbo. A todo el mundo le produce siempre mucho morbo lo que otros son
capaces de hacer para satisfacer sus más inconfesables deseos. Y cuando los más
inconfesables deseos son además los más repugnantes, y quebrantan toda ley,
desde la natural a la autoimpuesta, el morbo se eleva a La Sexta potencia...
Pero yo en esta noticia he interpretado otra cosa: cuando ese tipo de
actuaciones son cortadas desde la cabeza y cuanto antes, y se cuentan con
prudencia y con transparencia, con sinceridad y con serenidad, es que las cosas
han cambiado. Y yo me he acordado de un refrán que tiene que ver con la
peluquería, ustedes ya me entienden. Y si no, pues mira tú que lo siento…
Después de esta introducción, no
sé muy bien por qué motivo he escogido esta frase-cita:
«La falsedad está tan cercana a
la verdad que el hombre prudente no debe situarse en terreno resbaladizo» (Cicerón).
Veamos. El miércoles por la
mañana me encontré con un tuit que me llamó la atención y retuiteé: «El
periodismo es buscar la verdad y contarla» (Ben Bradlee).
De noticias estamos hablando, de periodismo. Y de verdad. Y quién mejor para
hablarnos de la verdad que un hombre que ha sido tomado como referencia de
medida del periodismo (busquen, busquen, si no, la palabra cícero en el
diccionario de la RAE y en los planes de estudio de Periodismo, al menos en los
antiguos como el que yo estudié…).
Bueno. Pues nos dice don Cicerón que el hombre prudente no debe
situarse en terreno resbaladizo, porque la falsedad está muy cercana a la
verdad. De hecho, la pretensión de la falsedad es siempre confundirse,
fundirse, mezclarse, adquirir apariencia de verdad… Así que, claro, no conviene
andar en inseguridad (terreno resbaladizo) porque a lo mejor nos la pegan.
Conviene quizá no creerse todo lo que el primer espía que se nos acerca nos
dice, no dejarse deslumbrar por la pompa del que es amigo de todos los
poderosos, no querer aparentar más que el otro ni siquiera cuando el otro es un
fantasma… Conviene quizá no depositar la fe en seguridades excesivas, en
obediencias reductoras, en entregas incondicionales…
Conviene, principalmente,
conservar la inteligencia, la prudencia, el raciocinio, la libertad, la
independencia, la sencillez… Conviene pensar… No digo yo que quien piensa no
puede ser arrastrado al error por una falsedad aparentemente verdadera. Pero sí
que pensar puede ayudar a mantenerse fuera del terreno resbaladizo.
Claro que hay quien le gusta el
riesgo. Y el fuego fatuo. A esos, las arenas movedizas en las que se metan les
parecerán granítico suelo. Poco podemos hacer. Sobre todo si se han metido
creyendo ver espejismos en el horizonte y minas del rey salomón en el bolsillo…
Tonto el engañado, listillo el engañador.
Pero ay del engañador que hace
mal, verdadero mal, sobre la vida, la conciencia, la mente y el cuerpo de
aquellos a quienes engaña. Toda la ayuda del mundo para sacar de las arenas
movedizas al incauto. Y al otro, que le vayan cortando la barba…
Bueno, y después de mi espíritu
castigador, volvamos a lo importante: el hombre prudente no debe situarse en
terreno resbaladizo. Claro, ya estamos, renunciando a la aventura y al
atractivo de lo desconocido, volviendo al ser sobrio y conformista de traje
gris y corbata azul. No, no es necesario. Pero con saberse a sí mismo, con
saber dónde encuentra cada cual ese terreno resbaladizo en el que es fácil
perder el equilibrio y caer… Con prudencia, con cautela, uno se puede
aproximar, tanteando, bien asido al pasamanos. ¿Hay que probar suerte? Puede
que sí. Pero con precaución. Si echas una moneda y te toca, no es prudente que
al paso siguiente eches la nómina, la hipoteca y el collar de perlas de tu
suegra… ¿Hay que probar de todo? Pues mira, depende. Cuando te has jartado a
reír viendo cómo las galletas hojaldradas hacen desaparecer el contenido de una
taza de té antes incluso de meterla galleta en la taza, quizá no es necesario
seguir adelante con otros alucinógenos más potentes…
Prudencia, hermanos, cautela,
primos, que si no os vais a resbalar y acabáis creyendo la primera falsedad que
se os ponga enfrente. Que ahora hay mucha cirugía estética suelta…
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