Ir al contenido principal

Un pensamiento de Chiara Lubich

Hola, corazones.


Algo diferente flota en el ambiente. Oigo ya el rumor de las olas acariciando la arena, siento ya el frescor de la brisa envolviendo cuerpo, aspiro el olor de campo y de mar, percibo en mis papilas el sabor de los frutos marinos, vislumbro horizontes abiertos de intensos azules y verdes, me envuelve el sopor de las tardes, me invade la alegría del estío. ¿Qué sería de mí sin pasar unos días al año en Santander?


¡Me voy de vacaciones! Durante un tiempo estaré alejado de mis ocupaciones diarias y semanales, y no sé en qué medida afectará mi ocio a este blog. Probablemente no haya pensamientos hasta septiembre, pero sí que puede haber alguna que otra foto, algún comentario viajero, la reseña de algún libro. Quién sabe. Mientras tanto, despidámonos con una frase-cita amable:


«La palabra siempre ha de apoyarse en el silencio, como una pintura sobre un fondo» (Chiara Lubich).


Digo que es amable porque a mí la imagen de esta mujer, una dama italiana de sereno porte, me ha transmitido siempre amabilidad. Y lo que dice es también una invitación a la serenidad, al silencio, a la meditación, a la calma. Una invitación que sugiere que no merece la pena hablar por hablar, que el palabrerío, sobre todo el insustancial, no es válido, que todo lo que se dice necesita haber pasado por un tamiz, el del silencio. Claro que el silencio del que esta noble señora habla no es un silencio vacío, ese que se produce en el aipod entre canción y canción y que hace que invariablemente se compruebe la conexión de los auriculares. No es siquiera el silencio de una gruta en la que sistemáticamente hay que gritar con viva voz un «eo» para que el eco lo devuelva y quedar así con la tranquilidad de que no hay tal silencio.


No, el silencio del que doña Clara habla es el silencio lleno, el silencio pleno, el silencio sentido. Es el silencio del que calla y escucha, el silencio del que medita, el silencio sereno del que pone sus cosas en manos de otro, del Otro, antes de actuar. Es un silencio activo y necesario, un silencio que permite posteriormente seguir hablando y decir –y hacer– sensateces. Si, como dice doña Clara, el silencio es a la palabra lo que el lienzo o el fondo a la pintura, también, de alguna manera, puede ser válida la comparación con el descanso y la actividad: la palabra siempre ha de apoyarse en el silencio, como la actividad en el descanso.


Qué manera de cambiar de tercio. Yo soy así. Y es que ha llegado el momento, de entregarse al silencio y al descanso (a la pintura no, no vaya a ser que me expulsen por mi nula calidad artística) para así, regresar con fuerzas para seguir con mi actividad y con mi voz.


Mientras tanto, es mi deseo que todos los que leáis esto, y todos vuestros familiares, amigos y allegados, alcancéis el máximo grado posible de felicidad y serenidad de espíritu en este período estival. Mil besos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un pensamiento de Arthur Schopenhauer

Buenos días, queridos amigos. La semana ha sido intensa, amén de tensa. La crispación ha estado rondándome a diario, mañana, tarde y, sobre todo, noche en forma de contracturas, carencia de relajación muscular (¿pero, de verdad tengo músculos?, no sabía) y dificultad de conciliar el sueño. Factores varios han hecho posible tal convergencia de calamidades sobre mi cuello. El menos importante, quizá, es el que va a dar pie a la reflexión de hoy, debido a que ha sido recurrente hasta alcanzar un elevado grado de pesor. Me explico: veo poco la televisión, pero cuando lo hago, aunque no quiera, aparece cierto personaje femenino, con cara de arenque ahumado pasado de fecha y un carácter que nunca ha conocido virtud alguna, lanzando burdeces por su orificio bucal. Y mi pregunta siempre ha sido: ¿qué tiene esta tipa para salir a todas horas, todos los días, en todos los programas y revistas de zafiedad (antes sociedad)? Una respuesta podría ser «dinero y desvergüenza», y quizá esa sea la respu

Si amas a Dios, de Amado Nervo

Este es uno de los más hermosos poemas en prosa de Amado Nervo; pertenece a su obra Plenitud. Si amas a Dios, en ninguna parte has de sentirte extranjero, porque Él estará en todas las regiones, en lo mas dulce de todos los paisajes, en el limite indeciso de todos lo horizontes. Si amas a Dios, en ninguna parte estarás triste, porque, a pesar de la diaria tragedia Él llena de jubilo el Universo. Si amas a Dios, no tendrás miedo de nada ni de nadie, porque nada puedes perder y todas las fuerzas del cosmos, serían impotentes para quitarte tu heredad. Si amas a Dios, ya tienes alta ocupación para todos los instantes, porque no habrá acto que no ejecutes en su nombre, ni el mas humilde ni el mas elevado. Si amas a Dios, ya no querrás investigar los enigmas, porque lo llevas a Él, que es la clave y resolución de todos. Si amas a Dios, ya no podrás establecer con angustia una diferencia entre la vida y la muerte, porque en Él estás y Él permanece incólume a través de todos los cambios.

Un pensamiento de Aristóteles

Buenos días, queridos amigos. No tengo hoy demasiadas ganas de pensar, espero que sepáis perdonarme. Así que me he enganchado al envío diario de Proverbia.net y he agarrado la primera frase que he visto, que responde a la categoría de «sueños» (un día hablaremos de cómo en Proverbia.net clasifican las frases según temas y categorías de una forma que a veces me resulta aleatoria: «Dios te lo pague», un suponer, lo clasificarían en «Dios», lógicamente, pero tampoco sería nada raro que apareciera en «paga», «sueldo», o «retribución»). Y aunque la frase-cita no habla más que de un tipo de sueños, y yo estoy ahora más cerca de las pesadillas o del insomnio que del onírico placer o de la eternidad de la ensoñación, he apuntado la frase, a ver qué sacamos de ella. «Considero más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la victoria sobre uno mismo» (Aristóteles). Ya digo que no tengo muchas ganas de pensar. Y para quien no desea p