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Un pensamiento de Maurice Zundel


 
Ayer mismo comentaba con mi jefa, y coincidía con ella, en que en tiempo de verano parece que perdemos de vista algunas consideraciones en el vestir. Con aquello de que hace calor, y con el a mi parecer excesivamente sobrevalorado yomevistocomomesaledelos…, muchas personas parecen haber caído en una dejación de funciones estéticas, y palabras como la adecuación, la elegancia, la distinción, la discreción e incluso el respeto o la higiene parecen haber desaparecido del diccionario de uso común. Esos maltratados pies, esos escotes umbilicales, esas axilas, ostentosamente ventiladas, esas espaldas ¡hasta la rabadilla y más alla!... Ese inmenso daño que han hecho a la humanidad las perneras pesqueras, los pantalones de cintura caída y tiro bolsero, las camisetas de tirantes, máxime si son de rejilla, con abertura latero-cintural… ¡Esas combinaciones de color! Esa exhibición de carnes, y me es indiferente que estén perfectamente torneadas o sean acumulaciones imposibles de tejido adiposo o de tejido muscular sobrealimentado… Esas formaciones ungulares fúngidas, ennegrecidas, blanquecinas y/o largas como un muergo gigante, que asoman o saltan a la vista desde el suelo al sonido del flip-flap-chanclanclán… 
 
Yo lo peor de todo quizá no sea eso. No, porque si uno está en la playa, o en su casa, o en su piscina privada, o en la comuna, todavía alguno de los horrores que he mencionado tendría un pase (no, las partes unguladas, no). Pero, es que muchos van así a trabajar, y regresan de igual guisa ocho o diez horas después (por muy inactiva física e intelectualmente que sea su ocupación y muy buenos que sean los productos de higiene personal que combaten la sudoración odorífera, pues como que en fin…). O van así de tiendas, y entran y salen de probadores, esos camerinos tan bien ventilados, se enfundan en prendas que luego no se llevan y que otro coge a continuación con riesgo de su vida, o juguetean con su calzado, que es poco más que una suela, en los cepillitos laterales de las escaleras mecánicas… Y finalmente uno ya no ve un cuerpo joven y hermoso exhibido en poca ropa para deleite de la vista y abultamiento de la imaginación, sino simplemente un ser groseramente semidesnudo, sucio de polvo, sudor y humo, caminando por las ásperas parameras asfálticas de la Gran Vía
 
Quizá estoy perdiendo los pocos lectores que me quedan, pues ya ni siquiera alcanzo las 250 visitas semanales, pero no por ello voy a dejar de decir lo que pienso: existe en verano una grandísima (y gravísima) dejación de funciones estéticas en el vestir. ¿Se referirá a esto la frase-cita de hoy? Veamos:
 
«Es preciso que tu vida sea bella y lleve la irradiación de la belleza» (Maurice Zundel).
 
Bueno, pues la verdad, creo que no. No me imagino a un señor como este mirando con indisimulado repelús y un leve arrugamiento nasal a los paseantes de la céntrica calle madrileña. Es suizo, pero aunque pueda estar acostumbrado a los aromas cáseos, nunca se puede comparar la delicia del Emmental con el espanto del Pinrel. Bromas aparte, y pido disculpas a todos los helvéticos y esvizeros si han podido sentirse molestos por esta mala broma, insisto en que mosén Zundel no parecía estar pensando en la ropita veraniega cuando pronunció su frase-cita. No parece propio de un sacerdote teólogo, predicador, escritor, acusado y vigilado como posible hereje, controvertido por sus realistas descripciones del amor humano, predicador de unos ejercicios espirituales en el Vaticano ante Pablo VI… no parece propio de un hombre así, repito, entretenerse en banalidades externas como la ropita (eso es más propio de mi persona). 
 
Más parece que quiere referirse a otra belleza, no a la mera apariencia física, ya esté envuelta en sedas y damascos, ya en algodón y cordoncillo, ya desenvuelta sobre las sábanas como las diosas y ninfas del Museo… Quiere referirse a la belleza de la acepción que doña RAE ha suprimido de la última edición de su diccionario (¿por qué?): «Propiedad de las cosas que hace amarlas, infundiendo en nosotros deleite espiritual. Esta propiedad existe en la naturaleza y en las obras literarias y artísticas».
 
No entiendo la retirada de la acepción. Si querían evitarse problemas, podían haber dicho que es una propiedad de las cosas de la naturaleza y de las obras literarias y artísticas que infunde en el ánimo un deleite que mueve a la persona a contemplarlas. Con esto le habrían quitado toda referencia al espíritu, que parece tendencia…
 
Me atendré a esta mi propia acepción para analizar la frase-cita de Zundel: «Es preciso que tu vida sea bella y lleve la irradiación de la belleza» (Maurice Zundel). Veamos.
 
Para empezar, mi vida no es una cosa, con lo que la aplicación de mi acepción de belleza no parece preceptiva. Doble pregunta: ¿puede una vida ser una cosa? ¿puede una vida ser bella? Una vida puede ser cosificada, puede ser reducida a la categoría de cosa por los demás, pero, por mucho que se la reduzca a la esclavitud, dentro de esa vida puede latir siempre un Espartaco o una Josefina Bakhita, y entonces esa vida deja de ser una cosa para ser una existencia superior a la del “cosificador”. Una vida puede ser cosificada, puede ser reducida por los demás a la categoría de prescindible. Esta misma semana una chica engañada por un pensamiento falso que comparte mucha gente, decidió que la "cosa" que se había generado en su seno y que salió de él nueve meses después no era una vida, y que por tanto podía tirarla por la ventana. Pero la cosa se rebeló y se reveló vida. Hace poco se abrió el debate sobre si era preceptivo deshacerse previamente de “cosas” que venían "defectuosas", pero yo conozco muchas de esas vidas, que no son cosas ni defectuosas, sino vidas, vidas maravillosas, ejemplares, como la del que protagoniza películas, escribe libros, cuenta chistes exquisitos y le dedican calles en su ciudad natal. ¿Puede una vida ser una cosa? Por más que intentes cosificarla, no, nunca.
 
¿Puede una vida ser bella? ¿Fue bella la vida de una mujer bella que buscó siempre la felicidad, el cariño, la sencillez y la ternura, que trabajó para hacer felices a los demás y dejó muestras maravillosas de su capacidad, que dedicó su tiempo a combatir los males de la infancia, que escribió uno de los consejos que preside este blog? (arriba, a la derecha… esa..., exacto). ¿Fue bella su vida? No me cabe la menor duda. Como tampoco tengo duda de que es bella la vida de quien vive en paz consigo mismo y abierto a los demás, con paz de espíritu y largueza de corazón. Y de esos hay legiones.
 
¿Puede una vida bella irradiar su belleza? ¡Claro! No hay más que mirar la sonrisa de quien vive una vida bella, la mirada del enamorado, la mano del generoso, el hombro del solidario, la tersura de la piel de la religiosa de clausura (no hay mejor cosmético que Dios). No hay más que mirar alrededor para descubrir la belleza de una vida bella. Claro que a veces está oculta detrás de una camiseta de tirantes, unos bermudas caídos (o una cinta del cabello atada a la cadera) y unas chanclas descoloridas… 

Comentarios

o´neill ha dicho que…
Menos mal que Don Mauricio tiene a bien recordarnos que lo importante es ir limpio y guapo por dentro, que eso si es difícil, sobre todo en estos días que corren cada vez más cansados e "indignados", pero creo que en el fondo tener una vida bella es tener una vida sencilla, con sus alegrías y sus tristeza, pero con autenticidad desde el minuto cero, si adornos banales, sin abalorios, con los sentidos 100% naturales!
Tener una vida bella es poder decir hasta cuando me enfado soy "bueno" y "bello".
Y te diré que ha día de hoy mi vida lo que se dice bella, pues... del montón!

Pero quiero comentarte algo más, ya que has aludido a la "cosificación" de la vida; El otro día estaba en Aluche esperando en un semáforo, cuando me fijé en una marquesina con un anuncio de El Mundo, y ponía la siguiente:
Toda tu infancia en un Disco Duro

Dios de mi vida!!!!!!! Entré en pánico total!!! Mi infancia en un disco duro!!?!?! Mis vivencias, mis alegrías, mis penas, el primer amor, los recreos, los sandwich de Nocilla, TODO EN UN DISCO DURO... Te confieso que llegué en un estado de clara agitación a mi puesto de trabajo y no tuve más que buscarlo en Internet, nadie por importante que fuera podía comprobar la infancia de nadie en una cajita de 15x20 y enchufarla a su televisión!
Tras convulsionar un par de veces durante la búsqueda, comprendí que lo que ofrecía El Mundo era un disco duro de 250Gb con las series de dibujos animados más destacadas de los años 80 chispa más o menos.

Ay! Señor! Esto de la publicidad no tiene límites, y yo imaginando un señor en plan peli de ciencia ficción absorbiendo pensamientos de niños distraídos en columpios...Uf! Deo gratias... pá imaginación la mía!!!!!

Espero que pases muy buen día, y que sigas siendo así de bello!

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