Fin de semana fresco, cosa que se agradece estando en zona de sol de tarde, pero que puede significar (sólo puede) menos afluencia de público. Una mínima tormenta a las nueve de la noche el sábado despejó el final del día. Nivel de ventas aceptable, funcionó bien el ordenador e incluso el datáfono (ya sé cobrar con tarjeta). No hubo tampoco estridencias dignas de mención en la relación con el público (por vez primera no tengo anécdotas más o menos frikis que contar): todos preguntaron y pidieron cosas coherentes y todos recibieron la mejor información posible y nuestra sonrisa como respuesta. Mucha gente nos pregunta por las bases del concurso, bien porque ven el cartel y les entra curiosidad, bien porque lo saben y vienen directamente a preguntar. Varias profesoras que se llevan, además de sus compras, un tropel de catálogos variados para poder acceder mejor a nuestra amplia gama de producto (sueno demasiado comercial, me temo). Buena relación también con mi colega, que es un tío muy majo con el que este año estoy conectando muchísimo mejor. Eso me tranquiliza. En las firmas, muy buen nivel por la mañana (Silvia Corella y Paloma Orozco, sábado y domingo, respectivamente), y óptimo el sábado por la tarde: Violeta Monreal, que es un encanto de mujer y una magnífica artista con el papel, bate todos los récords: 34 y 35 ejemplares vendidos de sus dos títulos. Sus dedicatorias, llenas de fantasía, con recortes de papel a mano hechos en el acto y dibujos, mientras charla con los niños, llama poderosamente la atención del público: tuvimos llena la caseta toda la tarde, y Violeta no pudo parar ni un segundo hasta la hora del cierre. El domingo no hubo firmas, ya que Apuleyo Soto, un gran hombre, un divertidísimo autor, está convaleciente y no pudo acudir a su cita. Yo me pude escapar a la firma de Javier Fonseca, un genio de la novela infantil de espionaje y aventuras con bilingüismo y olores. Resumen: otro gran fin de semana, muy cansado, pero muy interesante. En la foto que acompaña, las manos prodigiosas de Violeta Monreal dedicando un libro con un gatito colorado.
Buenos días, queridos amigos. La semana ha sido intensa, amén de tensa. La crispación ha estado rondándome a diario, mañana, tarde y, sobre todo, noche en forma de contracturas, carencia de relajación muscular (¿pero, de verdad tengo músculos?, no sabía) y dificultad de conciliar el sueño. Factores varios han hecho posible tal convergencia de calamidades sobre mi cuello. El menos importante, quizá, es el que va a dar pie a la reflexión de hoy, debido a que ha sido recurrente hasta alcanzar un elevado grado de pesor. Me explico: veo poco la televisión, pero cuando lo hago, aunque no quiera, aparece cierto personaje femenino, con cara de arenque ahumado pasado de fecha y un carácter que nunca ha conocido virtud alguna, lanzando burdeces por su orificio bucal. Y mi pregunta siempre ha sido: ¿qué tiene esta tipa para salir a todas horas, todos los días, en todos los programas y revistas de zafiedad (antes sociedad)? Una respuesta podría ser «dinero y desvergüenza», y quizá esa sea la respu...
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