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Un pensamiento de Ramón Gómez de la Serna

Mis queridos amigos, muy buenos días.

Yo pensaba, después de los últimos días, con la campaña electoral recién comenzada, debates arriba y abajo, sondeos para ver quién gana y quién pierde (siempre he pensado que los debates sirven para que el público comprenda posturas y programas, no para votar quién ha expresado mejor sus ideas, que por cierto tampoco deben ser absolutamente inamovibles, ¿no?), declaraciones de antiguos presidentes sobre las lágrimas que no derramaron, mutuas acusaciones de catastrofismo y amenazas de lobos devoradores de sumisos rebaños «humano-ovinos», con todo esto rezumbando aún en mis oídos, digo, pensaba dedicaros dos hermosas frase-citas que hablan del diálogo y de la escucha. Pero hete aquí que Proverbia.net me ha cambiado hoy mismo el tema. Así que las frases sobre el diálogo sólo os las transcribo, para que las meditéis solitos, que ya vais siendo mayorcitos, y yo me dedico al padre de la bobada inteligente. Estas son las frases con las que no os voy a torturar hoy: «No hay que burlarse, no hay que deplorar, no hay que maldecir; hay que comprender» (Baruch Spinoza). «La libertad de realiza básicamente en el diálogo con los demás en el mundo» (José Luis Vázquez Borau). Como veis, dos certeras y atinadas muestras del pensamiento inteligente que no nos rodea tanto como debiera…

Claro que la inteligencia tiene muchos matices, y puede llegar a generar muchos matices. Ved, si no, lo que nos dice un inteligentísimo hombre, que ha hecho de la filosofía de la vida y del uso del lenguaje sabio humor, sobre la tontería:

«En la vida hay que ser un poco tonto porque, si no, lo son sólo los demás y no te dejan nada» (Ramón Gómez de la Serna).

Lo cierto es que esta frase-cita tampoco me parece que lleve dentro de sí demasiado comentario, o más bien que yo, hoy, no soy buen partero para que el pensamiento de Ramón de a luz una explicación que me convenza. Porque si nos hacemos los tontos, en un mundo de tontos, para que los demás no nos dejen sin nada, podemos parecer unos aprovechados, caraduras, chupaboteros. ¿No es así? Quizá sea mejor entender que, como no podemos ser listos en todo, debemos reconocer nuestra tontería, es decir, nuestras limitaciones, y compartir nuestros saberes, para construir entre todos un mundo más humano. Aunque me parece que Ramón, con su carcajada lingüística, no va tampoco por esos derroteros. Quizá queramos entender que el mundo está lleno de tontos (¡qué va, hombre!, pero si no hay ninguno, no tienes más que escuchar lo que se dice en la calle, las propuestas de los políticos, los intereses de las personas, las respuestas de los televidentes, etc., para darte cuenta de que, al menos en España, no hay tontos, ¡qué cosas tienes!). Y si el mundo está lleno de tontos, la única manera de sobrevivir, cuando menos, o la única manera de desasnar a alguno que, desprevenido, se deja, es hacerse uno de ellos, parecer algo tonto, descender a su nivel, ponerse en su plano. Sólo desde esa igualdad podremos, si nos lo proponemos, hacer que los tontos sean cada día menos tontos. Y al mismo tiempo, reconociendo, aceptando, asumiendo, nuestra porción de estulticia, estaremos capacitándonos también para salir de ella, para reconocer en otros un grado de estulticia menor pero asequible que nos permita, poco a poco, salir de nuestra estolidez. En fin, en la espesura de la madrugada de mi cerebro, esto es todo lo que da de sí mi manifiesta idiocia. Salud, amigos.

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