Esta semana el pensamiento frase-cita me lo proporciona la actualidad periodística. Cuando hace un rato iba en Envases y Enlatados de Madrid hacia mi trabajo, leyendo el periódico, me he encontrado con que el ínclito escritor, pensador y provocador (quizá no sea este el orden que más le define…) Fernando Sánchez Dragó se despidió ayer de los informativos que presentaba en Telemadrid. Comoquiera que su persona no es de mi agrado, el horario de su informativo coincide con mi hora de acostarme, o con mi primer sueño, y además no tengo televisión en casa (mira, pues igual va a ser por esto), nunca he visto su programa. Pues bien, esta mañana casi desayuno esta delicia de sutileza ontológica y exquisita relatividad moral:
«Cada uno es como es y eso no es bueno ni malo; es lo que es» (Fernando Sánchez Dragó).
Un pensamiento frase-cita que me ha evocado muchos otros, y no sólo frases de personajes ilustres, o meramente famosos, sino incluso expresiones comunes en el habla de la gente. Por ejemplo, recordemos la murciano-andaluza (por el acento) pregunta de «Eso, ¿qué eh lo que eh?», en su variante almeriense, en la murciana o en la granaína, que de todo haylo. O esa hermosa disquisición hortofrutícola sobre el ser, el parecer y la paciencia: «Oro parece, plata no es, si quieres que te lo diga, espera». O incluso esa curiosa paradoja con la que nos alimentábamos en nuestros rebeldes años adolescentes, cuando, a la par que nos iban introduciendo más o menos a la fuerza en el pensamiento lógico-filosófico, nos despachábamos con frases como esta: «La verdad absoluta no existe, o sea, que puede que sí».
En cualquier caso, parece claro que todos estamos de acuerdo en que lo que es, es, y también en que lo que no es, no es. Claro que, con todo y con eso, todavía puede haber quien nos diga que no siempre ocurre así, porque no todo es lo que parece, no es oro todo lo que reluce o simplemente que las apariencias engañan, a lo que también habrá quien conteste que por el humo se llega al fuego. Incluso puede aparecer alguien, a voz en grito o hasta cantando en un acto de adoración al día, es decir, al hoy, al presente, que introduzca en nuestra disquisición el valor temporal, para decirnos que, si bien lo que es, es, lo «que será, será, el tiempo nos lo dirá».
Dejando a un lado la ontología, entremos a dirimir sobre la oportunidad de la apreciación moral de Dragó, cuando dice que eso no es bueno ni malo. Quiere decir el egregio y provocador literato que la valoración moral sobre lo que es o no es cada uno, o sobre cómo es o no es cada uno, para ser precisos, aunque se haga, es irrelevante, pues no varía en nada la realidad sobre la que se está realizando dicha valoración.
En cualquier caso, y volviendo no ya al tema moral, sino a la frase-cita de Dragó, y a modo de conclusión, no podemos olvidar que la cuestión sobre el ser de las cosas y de las personas está en el origen del pensamiento humano. Y también en la cúspide. Como en la cúspide de la creación literaria. Recordemos, si no, al inimitable Guillermo: «Ser o no ser, esa es la cuestión».
«Cada uno es como es y eso no es bueno ni malo; es lo que es» (Fernando Sánchez Dragó).
Un pensamiento frase-cita que me ha evocado muchos otros, y no sólo frases de personajes ilustres, o meramente famosos, sino incluso expresiones comunes en el habla de la gente. Por ejemplo, recordemos la murciano-andaluza (por el acento) pregunta de «Eso, ¿qué eh lo que eh?», en su variante almeriense, en la murciana o en la granaína, que de todo haylo. O esa hermosa disquisición hortofrutícola sobre el ser, el parecer y la paciencia: «Oro parece, plata no es, si quieres que te lo diga, espera». O incluso esa curiosa paradoja con la que nos alimentábamos en nuestros rebeldes años adolescentes, cuando, a la par que nos iban introduciendo más o menos a la fuerza en el pensamiento lógico-filosófico, nos despachábamos con frases como esta: «La verdad absoluta no existe, o sea, que puede que sí».
En cualquier caso, parece claro que todos estamos de acuerdo en que lo que es, es, y también en que lo que no es, no es. Claro que, con todo y con eso, todavía puede haber quien nos diga que no siempre ocurre así, porque no todo es lo que parece, no es oro todo lo que reluce o simplemente que las apariencias engañan, a lo que también habrá quien conteste que por el humo se llega al fuego. Incluso puede aparecer alguien, a voz en grito o hasta cantando en un acto de adoración al día, es decir, al hoy, al presente, que introduzca en nuestra disquisición el valor temporal, para decirnos que, si bien lo que es, es, lo «que será, será, el tiempo nos lo dirá».
Dejando a un lado la ontología, entremos a dirimir sobre la oportunidad de la apreciación moral de Dragó, cuando dice que eso no es bueno ni malo. Quiere decir el egregio y provocador literato que la valoración moral sobre lo que es o no es cada uno, o sobre cómo es o no es cada uno, para ser precisos, aunque se haga, es irrelevante, pues no varía en nada la realidad sobre la que se está realizando dicha valoración.
En cualquier caso, y volviendo no ya al tema moral, sino a la frase-cita de Dragó, y a modo de conclusión, no podemos olvidar que la cuestión sobre el ser de las cosas y de las personas está en el origen del pensamiento humano. Y también en la cúspide. Como en la cúspide de la creación literaria. Recordemos, si no, al inimitable Guillermo: «Ser o no ser, esa es la cuestión».
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