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Un pensamiento de Jacinto Benavente

Hola, corazones.

Dice mi horóscopo de hoy que «aunque suele ser crítico y con escasas palabras amables para nadie, cuando hace elogios de las obras de otros, por lo general están bien conferidos». No sé hasta qué punto el señorín que escribe estas cosas del horóscopo –que leo casi a diario porque me resulta enormemente gracioso– me conoce y sabe de mi afición por leerle, para hacer coincidir lo que dice en su breve y normalmente inexplicable frase con mi inextricable mundo interior. (Y a veces, como hoy, la coincidencia es tal que asusta, ¡si parece que soy yo mismo quien sonríe detrás de la frase que nos dedica a los capricornios!).

Bien, es cierto que soy un borde nato, sobre todo con los comerciales de televenta, pero también puedo serlo con la fisioterapeuta cuando me dice (¡a mí!, ¿con quién creerá que está hablando?) que tengo que hacer deporte (¡ja!) o con el repartidor callejero de propaganda cuando se enfada porque, en vez de leerme el papel que me ofrece, lo tomo, sí, pero lo arrugo sin mirarlo siquiera y lo deposito con elegancia natural en la papelera más cercana (que a veces está a varias manzanas de allí, ¡ay, Gallardón!, otro día hablaremos de las papeleras en las calles…).

Pero también soy amable y buena persona cuando me tratan bien o cuando percibo que las cosas están bien hechas. Como los libros que leo (anuncio ya que voy a comenzar en breve a comentar en el blog los libros que he leído o voy leyendo en el escaso tiempo de ocio que dedico a la misma actividad que ocupa mi jornada laboral: leer). Y esto me lleva a acoger como frase-cita la que ayer me dedicaba personalmente Proverbia.net, una de esas frase-citas con las que pretendo sentirme bien y tranquilizar mi conciencia (mi pepitogrillo, más bien, que mi conciencia es un poco saltimbanqui y alocada, “grillada”).

«El único egoísmo aceptable es el de procurar que todos estén bien para estar uno mejor» (Jacinto Benavente).

Hombre, visto así, mi querido Ja5 (¿lo pillas?), hasta a mí me gustaría ser egoísta. Pero es que, en primer lugar, no estoy seguro de que esa actitud a la que te refieres pueda ser calificada como egoísmo, aunque la finalidad última (esa finalidad que suele quedar oculta al mundo e incluso a la propia conciencia pero que siempre está ahí: lo hagas por el motivo por el que lo hagas, al final, si lo haces, siempre estarás mejor, y como lo sabes, eso también se añade a tu lista de motivaciones para hacerlo) sea estar bien o sentirse mejor. En un lenguaje eufemístico y pseudopolítico, quizá, ese egoísmo al que te refieres, Ja5, podría llamarse «altruismo recíproco».

En cualquier caso, y con esto voy terminando, que no tengo demasiado tiempo esta mañana, yo diría que a la acción que procura que todos estén bien (pero, ¿es posible que todos estén bien?), incluso cuando una de sus motivaciones principales sea sentirse mejor uno mismo, no debe llamársele propiamente egoísmo («inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás»). Y además, querido Ja5, todos sabemos, por experiencias propias y porque nos lo han contado o lo hemos observado en los demás, que quien procura el bien para todos no lo logra, pues siempre hay alguien que pierde algo para que el resto, o la mayoría, obtenga algo, ya sea quien realiza la acción o una parte de ese todos que, en lugar de resultar privilegiada, acaba perjudicada en beneficio del bien de los otros. Esto siempre es así, es una especie de toma y daca, de tira y afloja, en el que lo importante es las cosas procuren el bien a los demás (y también a uno mismo, por qué no), y que los perjudicados y beneficiados no sean siempre los mismos.

Sí, ya sé que hay muchas más vueltas que darle a la frase-cita de Ja5 y a mi propio razonamiento, pero ahora no puedo, debéis disculparme.

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