Con los años, los «feriantes» nos vamos conociendo, y si no es un día es otro, acabas comprándole un libro de Gloria Fuertes a la chica de Torremozas, con sus preciosos ojos azules; comparando los productos de San Pablo y de Desclée de Brouwer con su vendedor; interesándote por las anécdotas que le suceden al divertido expositor del Ministerio de Justicia, o buscando desesperadamente a la chica de Akal (nunca la pillo). Y claro, nuestro Jack Sparrow particular, que no le pasa inadvertido a nadie por simpatía y por la cantidad de tatuajes que me lleva.
El sábado varios miembros del Coro San Marcos, en el que participo, acudieron a la Feria para saludarme y sobre todo con la intención de mirar y comprar libros, relacionados con la música o no; libros para disfrutar ellos mismos o para regalar; libros para nietos, para hijos o para padres. Es lo bueno de tener un catálogo amplio, que todos encuentran algo oportuno...
Así se llama el libro. Hace poco hablé de él, pues es novedad que acabamos de presentar. Alguien le hizo llegar a Luis Esteban Larra la narración que hago de esa presentación en mi blog, pues fue lo primero que me dijo cuando llegó. Su libro es interesante, y está bien editado, según comentó la gente que se acercó a saludar al autor y a comprar el libro, y la portada (esto lo digo yo, porque veo que mucha gente se detiene a mirarlo) llama la atención. El libro está entre los más vendidos en la Feria, y Luis Esteban, que es un hombre amable y de buena y agradable conversación, firmó el sábado una cantidad de libros nada desdeñable.
«Paciencia franciscana» fue la recomendación que me hizo, en un aparte, Luis Esteban Larra cuando vio el estado de nervios en que me estaba poniendo una clienta. La mujer viene todos los años y nos pide, a voz en grito, que le enseñemos todos los libros del padre X (permítaseme la licencia de obviar el nombre de dicho autor, que no tiene culpa de nada), y va saltando de título en título, preguntando por aquellos que han sido descatalogados, pidiendo datos de número de ediciones, insistiendo hasta marearnos. Es bueno, en casos como este, que de vez en cuando se nos presentan, tener al lado a un franciscano amable como consejero. Gracias, Luis.
Eso es lo que parecía la caseta el domingo por la tarde: una convención de autores. Primero vino Nelson Simón, escritor cubano, para saludar a Paloma Sánchez Ibarzábal, que firmaba ejemplares de Ecos y de Dan y el cometiempo. Luego apareció Marinella Terzi, directora de la colección de literatura juvenil de San Pablo y autora de un divertido Brújula titulado Estornudos mágicos, que honró con su presencia nuestra caseta buena parte de la tarde. A continuación apareció Javier Fonseca, del que por desgracia aún no tenemos ningún libro en catálogo, con su mujer y sus hijas. Javier saludó a los presentes y aprovechó para hacer un intercambio de tarjetas, de pareceres y de proyectos (¡bien!) entre él y Marinella. Poco antes del diluvio universal, se acercó también Santiago García-Clairac. No podíamos hacer otra cosa más que hablar y ver llover, lógicamente. Y bromear sobre la posibilidad de tener que acampar en la Feria o de construir una balsa con libros para salir remando del Retiro...
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