¡Se acabó! Dieciséis días (bueno, en realidad yo sólo seis, los fines de semana). Oigo en las noticias que ha habido una media del cuatro por ciento menos de recaudación, y ¡¡¡¡¡menos lluvia que el año pasado!!!!! Mira que me entran dudas, que tengo yo unas fotos de este año la mar de aguadas... Gotitas de agua aparte (¡a millones!), euros más, euros menos (para haber estado en la última caseta de la Feria, la cosa no ha sido tan chunga como nos la pintaban), lo importante ha sido, siempre, el contacto con la gente. El contacto directo de la editorial con el público ("¡ah!, ¿pero no erais sólo una librería?"; "Y entonces, ¿Paulinas y San Pablo son lo mismo o son dos cosas distintas?"; "¿Y sólo publicáis religioso?, ah, no, mira: Caperucita, Cosas de chicas, Magia..."). El contacto del público con los autores ("Ah, pues es más guapa al natural que en la tele, fíjate"; "Me leo todos sus libros y eso que a mí no me gusta leer, tiene usted que sentirse orgulloso", le dijeron ayer mismo a un autor). El contacto de los autores con la Editorial de una manera más informal, personal, distendida ("y entonces, ¿tú tienes un blog? ¡Tenemos que cambiar direcciones para enlazarnos!").
Niños
Capítulo aparte, quizá el más importante, pues el niño que lee es el futuro adulto que lee y recomienda leer, los niños merecen un comentario especial. Niños que te preguntan por personajes famosos (Jerónimo Stilton, sobre todo, o Bob Esponja, que pasó unos días escondido de la lluvia por lo que pudiera pasarle), por géneros de lo más curioso ("Señor, ¿tiene libros de chistes"; "¿Tenéis algo sobre ángeles?"...), niños que se quedan absortos ante un libro de animales, o de fútbol, o de deporte, y que se empeñan en llevarse un libro a toda costa; niños (niñas) que se vuelven locas con la portada rosa y las uñas postizas, pero que descubren mucho más que eso en un libro que, pese a, precisamente las uñas y lo rosa, las reconcilian a sus padres; niños que te escuchan embobados, ante la atenta mirada sonriente de sus padres, por qué un ratón ha de liberar a una ratona atrapada en un cuadro, cómo un tren puede protagonizar una película, por qué las vacas recorren el prado como colegialas en el recreo o para qué cambia tantas veces la abuela de delantal...
Niños que entran en la caseta (hijos de amigos, sobrinos, conocidos, vecinos de otras casetas...) para mirar un libro, para saludar al autor o a la autora y hacese una foto con ellos, o para, simplemente, mirar el mundo desde el otro lado de la barrera. ¡Si yo hubiera hecho eso, dónde estaría ahora, si sólo con haber sido un habitual de la Feria estoy metido en el mundo del libro desde hace sólo una adolescencia (17 años)! Niños que sonríen cuando les das un marcapáginas, o que se asustan, incluso niños que lo rechazan, o que te preguntan si es gratis. Niños cuya mirada, muchas veces, te paga el cansancio con el que sales de la caseta casi a las diez, después de cerrar, hacer caja, recoger un poco y estirar el lomo.
Dibujos
Este ha sido, quizá, el fin de semana de los dibujos. Los de Esther García, la ilustradora de El cuentanubes, que se unió a Beatriz Osés en la firma de su libro común, y que hacían de cada firma un momento mágico, entre las palabras de Beatriz escritas con un plumero rojo y los delicados dibujos de Esther. También Santiago García-Clairac llenó la caseta de dibujos en su tarde de firmas. En esta ocasión fueron caballeros milmortianos, o los propios lectores, convertidos de su mano en protagonistas de las aventuras de Milmort.
Y nada más. Hasta el año que viene. Gracias a todos por su paciencia y perdón si no he sabido atenderles mejor, o recomendarles con mayor eficacia. Intentaré mejorar en la próxima edición.


Niños
Capítulo aparte, quizá el más importante, pues el niño que lee es el futuro adulto que lee y recomienda leer, los niños merecen un comentario especial. Niños que te preguntan por personajes famosos (Jerónimo Stilton, sobre todo, o Bob Esponja, que pasó unos días escondido de la lluvia por lo que pudiera pasarle), por géneros de lo más curioso ("Señor, ¿tiene libros de chistes"; "¿Tenéis algo sobre ángeles?"...), niños que se quedan absortos ante un libro de animales, o de fútbol, o de deporte, y que se empeñan en llevarse un libro a toda costa; niños (niñas) que se vuelven locas con la portada rosa y las uñas postizas, pero que descubren mucho más que eso en un libro que, pese a, precisamente las uñas y lo rosa, las reconcilian a sus padres; niños que te escuchan embobados, ante la atenta mirada sonriente de sus padres, por qué un ratón ha de liberar a una ratona atrapada en un cuadro, cómo un tren puede protagonizar una película, por qué las vacas recorren el prado como colegialas en el recreo o para qué cambia tantas veces la abuela de delantal...
Niños que entran en la caseta (hijos de amigos, sobrinos, conocidos, vecinos de otras casetas...) para mirar un libro, para saludar al autor o a la autora y hacese una foto con ellos, o para, simplemente, mirar el mundo desde el otro lado de la barrera. ¡Si yo hubiera hecho eso, dónde estaría ahora, si sólo con haber sido un habitual de la Feria estoy metido en el mundo del libro desde hace sólo una adolescencia (17 años)! Niños que sonríen cuando les das un marcapáginas, o que se asustan, incluso niños que lo rechazan, o que te preguntan si es gratis. Niños cuya mirada, muchas veces, te paga el cansancio con el que sales de la caseta casi a las diez, después de cerrar, hacer caja, recoger un poco y estirar el lomo.
Dibujos
Este ha sido, quizá, el fin de semana de los dibujos. Los de Esther García, la ilustradora de El cuentanubes, que se unió a Beatriz Osés en la firma de su libro común, y que hacían de cada firma un momento mágico, entre las palabras de Beatriz escritas con un plumero rojo y los delicados dibujos de Esther. También Santiago García-Clairac llenó la caseta de dibujos en su tarde de firmas. En esta ocasión fueron caballeros milmortianos, o los propios lectores, convertidos de su mano en protagonistas de las aventuras de Milmort.
Y nada más. Hasta el año que viene. Gracias a todos por su paciencia y perdón si no he sabido atenderles mejor, o recomendarles con mayor eficacia. Intentaré mejorar en la próxima edición.
Con Beatriz Osés y Esther García (El cuentanubes)
Un caballero milmortiano de manos de Santiago García-Clairac.
Las manos de Esther García dedican un ejemplar de El cuentanubes.
Comentarios